domingo, 17 de marzo de 2024

Territorio Lovecraft (T1)

Territorio Lovecraft ha sido, a la vez, una esperanza y una decepción. No hay muchas ocasiones en las que podamos ver adaptaciones de los Mitos en el cine o la televisión, de tal forma que incluso no se reconoce de forma explícita que estamos ante una visita a estos lugares icónicos, así que por eso fue una sorpresa que se avivó tras un más que interesante episodio 1x01. 

De forma inevitable se convirtió en una decepción, primero porque no parecía haber mucha intención de producir nuevas temporadas y, segundo, porque la calidad de los diez capítulos que tenemos, es bastante irregular. O sea, que si es difícil encontrar adaptaciones de los Mito, que estas adaptaciones sean realmente buenas es todavía más complicado. 

No quisiera dar impresión equivocada. Territorio Lovecraft es una serie que está bastante bien, pero que resulta ser algo irregular en cuanto a la calidad de sus episodios. 

 


La verdad es que la serie empieza como un tiro, presentándonos un escenario bastante desconocido porque huye de la ambientación habitual de la Nueva Inglaterra blanca y protestante de los años veinte del siglo pasado. En su lugar, nos sitúa en una Nueva Inglaterra desde el punto de vista de los americanos de raza negra que, como en el caso del protagonista Atticus Freeman, han luchado por su país, pero que cuando vuelven a casa se reencuentran con la cruda realidad en la que son ciudadanos de segunda. El marco temporal es a mediados de la década de los cincuenta, poco tiempo después del fin de la Guerra de Corea.

Este resulta ser uno de los atractivos más evidentes de la serie, porque nos enseña situaciones desconocidas hasta ahora, pero terriblemente habituales en los Estados Unidos de la época. Como resulta ser el caso de los condados y ciudades que prohibían la circulación de gente de raza negra por su territorio una vez puesto el sol, bajo pena de que cualquier persona podía acabar con la vida de los despistados sin que los agentes de la ley movieran un dedo para evitarlo. 

 


El concepto en sí es terrorífico incluso hoy en día, pero además nos deja alguno de los momentos más tensos de todos los capítulos: cuando Atticus y sus acompañantes circulan con el policía siguiéndoles los talones mientras el sol baja inexorable en el horizonte; no puede acelerar, porque si sobrepasa el límite de velocidad dará una excusa para que les detengan, así que lo único que se puede hacer es rezar y que el vehículo en el que viajan no sufra una avería y les deje tirados. 

Esta combinación funciona realmente bien. Como funciona bien el grupo de personajes, bien construido, con relieve, llenos de motivaciones y frustraciones que irán saliendo a la luz a medida que las cosas se complican. 

Atticus (Jonathan Majors), Leti (Jurnee Smollet), George, Hippolita y Montrose son los protagonistas principales, más los dos primeros, pero cada uno tendrá su momento de lucimiento, por así decir. Incluso la niña, Diana, que también tendrá sus más y sus menos con las entidades de otros mundos.

 


Veremos criaturas de apariencia más o menos desagradable, hechiceros como Christina / William, conjuros de sangre, monstruos orientales, tentáculos, babas, cultistas... Un aderezo que resultará familiar a los aficionados a los relatos de Lovecraft y su Círculo y a todos aquellos que jugamos a La llamada de Cthulhu. 

Es una pena que Jonathan Majors acabara por destrozar una prometedora carrera y unas cuantas vidas, porque su Atticus da el pego tanto como ratón de biblioteca que investiga entre volúmenes polvorientos, como héroe que intenta salvar su vida y la de su familia ante la conspiración que parece que va a acabar con el mundo en cuanto se complete el sacrificio de sangre. 

Ya no veremos cómo continúa la historia, ni tampoco hasta dónde podría haber llegado Jonathan. Pero por lo menos podremos disfrutar de diez capítulos que cotizan a un más que decente 7,2 en imdb. 

Eso sí, hay que advertir que hay algunas que otras escenas escabrosas que quizá no sean para todos los gustos. 

domingo, 10 de marzo de 2024

La casa del dragón (T1)

Los últimos años son bastante prolíficos en cuanto a series de fantasía, con la segunda temporada de La Rueda del Tiempo, la primera de Los anillos de poder y también la primera de La casa del dragón.

Todas tienen en común que son adaptaciones de sagas literarias que se pueden considerar hitos en el género de la fantasía. Vale, no es cierto. La casa del dragón es una suerte de spin-off de Juego de tronos, lo mismo que su inspiración literaria lo es de Canción de hielo y fuego

No he leído Fuego y sangre, básicamente porque me niego a comprar nada de George R.R. Martin hasta que se digne a terminar el sexto volumen de Canción de Hielo y fuego, así que no voy a poder comparar con su adaptación. Casi lo prefiero, viendo el crimen que se está perpetrando con la Fundación de Asimov.


Así que, sin prejuicios y evitando en la medida de lo posible todo el revuelo que habia en redes sociales, me enfrenté a los diez episodios que forman la primera temporada y me encontré con una serie bien distinta y que, de primeras, deja una sensación un tanto decepcionante y que, por otra parte no puede ser de otra forma porque La casa del dragón no es, ni de lejos, el fenómeno televisivo que fue Juego de tronos. Tampoco estoy seguro de si eso es lo que se pretendía, supongo que la cosa iba más bien por estirar el chicle un poco más, como se ha hecho antes con infinidad de sagas y como seguro que se hará después. Pero, cuidado, puede ocurrir que el chicle, de tanto estirarlo, se acabe rompiendo. 

Aquí veremos dragones en su esplendor desde el primer capítulo, es verdad. También a diversos personajes históricos de la dinastía Targaryen y otras familias de renombre, algunas de ellas en posiciones más altas y otras en un escalafón más bajo. En lugar de conflictos abiertos con batallas por todas partes, nos encontraremos con conflictos soterrados, intriga, traiciones, asesinato... Lo normal en una corte en la que el rey está muy enfermo y solo tiene una hija. 

 

Dos amigas

El rey es Viserys I, al que vemos ascender al trono en lugar de la princesa Rhaenys, legítima heredera al trono de los Siete Reinos, pero que el heho de ser mujer supone un riesgo para la continuidad dinástica y no es ratificada por los nobles del reino. 

Algo similar pasará una generación después, puesto que la mujer de Viserys I fallece en el parto de un niño que no tarda en morir, dejando como heredera al trono a la princesa Rhaenyra. La historia parece destinada a repetirse, pero se complica aún más por la presencia del hermano del rey, el príncipe Daemon, que no parece llevar muy bien el ser desplazado por una muchacha. Añadamos que Lord Hightower, Mano del rey, maniobra para meter en el lecho real a su propia hija, con la que el rey se desposa en segundas nupcias y engendra un niño que se convertirá, finalmente, en el heredero al trono. 

Y ahí la cosa se va de madre, porque Rhaenyra se aliará con Daemon para sacudir los cimientos del reino y luchar por sus derechos, previo casamiento político con su primo Laenor Velaryon, primogénito de Lord Corlys y la hermana del rey y heredero de la segunda casa más importante llegada desde Valyria. 

 

Las mismas amigas, pero diferentes y ya no tan amigas

Un lio gordo que se va deshilando delante de nosotros mientras nos familiarizamos con rostros y nombres. Muchos de los personajes tienen personalidades intrincadas, por decir poco. La traición está a la orden del día, la virtud escasea, incluso en el caso de la reina Alicent Hightower, que comienza siendo una dulce niña para terminar jugando como nadie en el tablero de la conspiración para defender los derechos de su recién nacido hijo. 

La lealtad resulta ser una utopía. Los personajes son fieles ante todo a sí mismos y luego, quizá, a su familia. Siempre que los intereses de ambas no entren en conflicto. 

En cuanto al elenco de actores, no conocía a nadie antes de verlos en pantalla salvo a Rhis Ifans (Lord Hightower, Mano del rey). Después, mirando aquí y allá, me sorprendí al saber que Matt Smith (Daemon Targaryen) fue uno de los últimos actores en encarnar al Doctor de Doctor Who. Resulta convincente Paddy Considine en el papel del cada vez más enfermo rey Viserys.

 

Juntos sacudirán los Siete Reinos

Hay abundancia de mujeres fuertes. Empezando por la princesa Rhaenys (Eve Best), desposeída de sus derechos por el bien del reino, pasando por la princesa Rhaenyra (encarnada primero por Milly Alcock y luego por Emma D´Arcy) y terminando en la reina consorte Alicent Hightower (Olivia Cooke), que no sabemos si ha engañado a todo el mundo o si ha madurado a marchas forzadas en una suerte de Sansa Stark. 

Comparando a unos y otras, me atrevería  a decir que La casa del dragón es una serie de mujeres, al menos por ahora, salvo quizá por la presencia de Daemon Targaryen. Todas ellas saben que son sus úteros los que garantizan la pureza de un linaje y son maestras en ponerlo en valor, pero también han sufrido en sus propias carnes la postergación social que sufren sus derechos.

La cosa es que la primera temporada cotiza hoy a un soberbio 8,4 en imdb, pero ha habido más de un momento en que me ha resultado aburrida. No obstante, tiene su público (mucho) y es imprescindible para completistas de la historia de Westeros. 

En mi caso, me hubiera gustado más ver una adaptación de las historias de Ser Duncan el Alto y su escudero Egg. Son personajes que me resultan mucho más simpáticos.


viernes, 1 de marzo de 2024

Miércoles (T1)

Reconozco que me acerqué a esta serie con un poco de escepticismo y un mucho de pereza, pero tengo en casa a unas cuantas aficionadas a la familia Addams en general y a Miércoles en particular, así que no me quedó otra que planificar el visionado de los capítulos para verla en casa con tranquilidad. 

Reconozco también que me he encontrado con una serie bastante agradable de ver, cimentada en la sólida interpretación de una joven muy talentosa, Jenna Ortega, que se ha hecho mundialmente famosa con el personaje y a la que ya conocíamos de la serie Entre hermanos de Disney y que, como curiosidad, ha sido la voz de la princesa Elena de Ávalor (serie de dibujos animados que también se ha visto bastante en casa) y ha encarnado a la princesa Buttercap en una serie que adapta el clásico de La princesa prometida y que no he tenido la ocasión de ver. También ha protagonizado lo último de Scream, pero no sé si esto es bueno o malo.

 

Hace un tiempo maravilloso

Quieras que no, cuando se tiene un personaje tan potente y una actriz tan solvente, todo gira a su alrededor y puedes llegar a perder un poco de perspectiva. 

La serie comienza con la llegada de Miércoles a un internado al que también fueron sus padres, que la dejan al inicio del curso con la única compañía de Cosa. 

 

Estrella mundial

Es inevitable comparar el internado con Hogwarts, porque los alumnos son peculiares: sirenas, licántropos, vampiros... Y también es inevitable perder el paso y caer en el prejuicio de que vamos a ver una serie de adolescentes y poco más, porque los primeros capítulos se centran en las dificultades de adaptación de Miércoles a su nuevo entorno (con detalles tan curiosos como la habitación que comparte con la chica loba, Enid, que mantiene su lado del cuarto lleno de alegría y color mientras que el lado de Miércoles es negro y deprimente), con un pueblo de gente normal cerca del colegio, como si fueran muggles cerca del colegio de magia y hechicería de cierto joven mago. 

Pronto nos daremos cuenta de que Miércoles tiene más que ofrecer, cuando un monstruo comienza a matar a gente de una forma casi tan desagradable como su aspecto. Cuando nuestra chica favorita comienza a investigar y descubre que el monstruo puede estar controlado por alguien o que, incluso, puede ser algun alumno transformado, la serie toma más volumen. 

 

Día y noche

El misterio se desarrolla de una forma bastante solvente  e interesante, pasando de sospechoso en sospechoso hasta el culpable final, que confieso me pilló por completo por sorpresa. Por eso, además de los momentos que se han convertido en virales como el baile de Miércoles, la serie deja una sensación bastante agradable que se refleja en el flamante 8,1 que todavía hoy luce orgullosa en imdb. 

Ayuda el amplio y buen elenco de actores que acompañan a la omnipresente Jenna Ortega: Luis Guzmán (Gómez), Catherine Zeta-Jones (Morticia), Gwendoline Christie (la directora del internado), Riki Lindhome (la psicóloga de Miércoles, a la que vimos hace años en The big bang theory) o incluso la Miércoles de Tim Burton, Christina Ricci, que hace el papel de una de las profesoras del internado.

 

Draco Malf... Bianca la sirena

Mención aparte merecen dos chicas jóvenes que encarnan a la mejor amiga de Miércoles y a su archienemiga (vuelven a ser inevitables las comparaciones con el mago inglés de las gafas). 

La primera es Emma Myers, que hace una estupenda y alegre Enid, la licántropa que comparte la habitación con Miércoles y que todavía no ha sufrido su primer cambio. Su ropa llena de colorido, sus uñas largas pintadas, los ojos alegres y su nerviosismo, hacen un contrapunto magnífico con la siempre hierática Miércoles. 

La segunda es Joy Sunday, que encarna a la sirena Bianca, líder de un grupo de estudiantes que no ve con buenos hojos la llegada de Miércoles Addams y que intentará por todos los medios prevalecer sobre ella. La caracterízación es curiosa, con unas lentillas de un color blanco que la otorgan una mirada inquietante. 

 

Emma Myers, una grata sorpresa

En resumen, los prejuicios se vieron truncados desde el principio y pasamos unos ratos bastante agradables. No obstante, está por ver el recorrido que tiene la serie en posteriores temporadas, una vez agotado el efecto sorpresa del talento de las actrices principales (no encuentro ningún actor que destacar sobre el resto).

domingo, 25 de febrero de 2024

Cadfael (#11 a #20)

Fray Cadfael, el monje galés que profesó en la abadía de Shrewsbury en el siglo XII, en pleno período de la Anarquía en Inglaterra, en medio de la guerra civil entre el rey Esteban y la emperatriz Matilde, es una debilidad personal. 

 

El misterio no me sorprendió, pero la historia es conmovedora

No recuerdo bien si descubrí antes los libros que la serie, que veía en casa de mis padres en versión original, hará cerca de un cuarto de siglo. Por eso, Cadfael siempre tendrá para mí el rostro del grandísimo Derek Jacobi. 

Fuera como fuese, hubo una temporada en que era habitual llevarme un librito de Cadfael a mis viajes de trabajo, cuando en los aviones no se podían encender los dispositivos móviles ni siquiera cuando estaban en modo avión. O sea, que había muchas horas muertas en las que había que mantener la mente ocupada. 

 

Un personaje odioso y una muerte no llorada

 

Luego pasé a otros terrenos inexplorados, porque como ya he dicho muchas veces, hay muchos libros ahí fuera y la vida es muy corta. No hubo un motivo específico, sino que mis lecturas evolucionaron y no encontraba el momento de continuar con la serie y así ha sido desde agosto de 2008 en que empecé a llevar un registro de mis lecturas (como Art Garfunkel) hasta que leí Un misterio excelente, el que hace el número once de la serie, allá por septiembre de 2022. 

 

Una historia de amor en la madurez

Así que durante estos más o menos dieciocho meses han caído los diez libros que me quedaban hasta llegar al último, La penitencia de fray Cadfael, escrito poco antes de la muerte de su autora Ellis Peters (pseudónimo de la escritora Edith Pargeter). 

No nos engañemos: no estamos ante alta literatura, sino literatura de consumo. Los libros de Cadfael adolecen de los mismos tópicos y lugares habituales de la novela policíaca desde los tiempos de Agatha Christie o Arthur Conan Doyle. 

 

El ermitaño no es lo que parece

 

Además, en el caso particular de Cadfael, se repiten las mismas fórmulas una y otra vez: 

  • personajes que traslucen pureza y que, por tanto, es improbable que mientan y son descartados como sospechosos desde el primer momento; 
  • una bella y virtuosa joven que se enamora del que es en ese momento el principal sospechoso; 
  • un giro inesperado, una inspiración súbita, que lleva a Cadfael a cambiar radicalmente su razonamiento y descubrir al verdadero culpable; 
  • un clímax, a veces violento, las más veces ambiental, en la que se descubre el culpable y su motivación, generalmente descrito con minuciosidad por el propio Cadfael y su fiel amigo, el gobernador Hugo Berengario. 
  • los personajes no están desarrollados, más allá de los principales de la trama y podrían ser intercambiables entre los distintos libros sin que nos diéramos cuenta.  
 
 
El pasado de un monje tiene consecuencias

 
No obstante, los libros entretienen. Se describe con una verosimilitud razonable una época histórica desconocida en España, pero traumática en Inglaterra, que es apenas unos años después de la conquista normanda en 1066. Además de aportar datos relativamente fiables de cómo era la vida en un lugar dependiente de una abadía benedictina y cómo giraba la vida cotidiana alrededor de lo que se decidía en la sala capitular. 

 
Una época convulsa para los honestos

 
Otra virtud, innegable en estos tiempos donde prima la inmediatez, es que los libros son cortos y fáciles de leer. Muchas veces he escrito que me encanta esa virtud de los autores más clásicos (de los ochenta y noventa, generalmente) para poder escribir una historia completa, con su planteamiento, nudo y desenlace, en unas trescientas páginas o así. Lo mismo que hay que valorar contar una historia en el cine en menos de dos horas de metraje. 


La resolución más sorprendente


Sería tema para otra entrada, pero es curioso que esa inmediatez que decía antes, no se aplica muchas veces a la literatura, donde parece que queremos libros al peso, con centenares y a veces algo más de mil páginas, y series literarias con cada vez más libros. Una paradoja a estudiar, cuando la gente se pone a ver videos en Tik Tok y apenas aguantan los veinte o treinta segundos que duran antes de pasar al siguiente. 
 
Un romance prohibido

 
No quiero cerrar la entrada sin decir que no han sido pocas las ocasiones en las que la traducción casi me saca de la lectura. Una traducción hija de su tiempo, supongo, de los años noventa del siglo pasado o principios del segundo milenio, en los que era una moda eso de poner el adjetivo antes que el nombre y que ahora me fastidia tanto.  

Previsible y de los más típicos


Volviendo a nuestro protagonista, los veinte libros que protagoniza me han hecho pasar unos ratos bastante agradables. Con sus defectos, que no son pocos, y sus virtudes, algunas. Por eso, porque se trata de una debilidad personal, no voy a recomendarlo más allá de a los aficionados a la literatura de misterios más clásica. 

Cadfael se rebela





viernes, 9 de febrero de 2024

Skyrim (PS4)

La saga The elder scrolls nos ha dejado hitos como Morrowind u Oblivion, pero no ha sido hasta que me compré la PS4 el verano de la pandemia que jugué a uno de ellos, The elder scrolls V: Skyrim

Para ponerlo en contexto, Skyrim es un juego que se lanzó en 2011 en diversas plataformas. Yo había oído hablar de él como un juego espectacular, así que un buen día me pillé la Edición Especial, que viene con algunos DLC, y lo puse en la pila de juegos a la espera de su turno.

 

Tras la portada sobria, un mundo inmenso

Fue en febrero de 2022, recién terminado el decepcionante Spider-Man, cuando lo cargué y me dediqué a él durante los siguientes meses, hasta noviembre del mismo año. Yo soy así, juego al mismo título hasta que lo termino o llego a un punto muerto. Esta manía tiene que ver en que no soy demasiado hábil con los controles, por lo que necesito centrarme en un tipo de acciones para poder ser lo más eficiente posible. Si jugara a dos o más títulos a la vez, estoy seguro de que no sería capaz de mantener el tipo en cualquiera de ellos. 

Lo primero que me llamó la atención fue la calidad gráfica. El tiempo pasa factura en casi todos los campos, pero en el tecnológico todavía más, y una década sería equiparable a la prehistoria. Si bien Skyrim mantiene más o menos el tipo en cuanto a los gráficos del entorno (ríos, montes, cielo, etc.), no es así en cuanto a los personajes. Ahí se le ven las costuras de una forma importante, como también en la IA de los PNJs y sus líneas de diálogo, bastante limitadas en algunas ocasiones. 

Pasado ese momento, llegas a acostumbrarte, creas el personaje principal y comienza la historia. 

 

Paisajes extraordinarios

Al no haber jugado nunca a un juego de esta serie en particular o de Bethesda en general, desconozco si todos sus juegos son iguales. No me costó demasiado pillarle el truco al combate, que no es especialmente complicado, y me llamó la atención la gran cantidad de acciones que se pueden llevar a cabo fuera de él: forjar, curtir pieles, pescar, cocinar, fabricar objetos, destilar pociones, casarte, adoptar hijos, construir una casa (o varias), etc. Aunque parezca exagerado, puedes construirte un simulacro de vida en este mundo virtual.

Otra novedad fue el tener que aprender a forzar cerraduras con un cuchillo y una ganzúa, proceso en el que tiene que ver el pulso con los mandos, el nivel del personaje en la habilidad correspondiente y, cómo no, un poco de suerte. Después de tantas horas, me convertí en un consumado reventador de cerraduras. 

Sin duda, lo que me resultó más llamativo fue el hecho de que los personajes no están divididos en clases (guerrero, mago, clérigo, etc.), sino que en lo que se convierta es un resultado directo de tu propio estilo de juego. Tu personaje va a aprender las habilidades mediante dos caminos: las veces que hagas algo o pagar a un profesor que te enseñe (ojo, las lecciones están limitadas por nivel). Así que puedes centrarte en lo que más te guste o, simplemente, te encuentres más cómodo (magia, combate, sigilo...). Incluso los efectos de los distintos ingredientes que te encuentras en el mundo los vas aprendiendo sobre la marcha y los puedes combinar como quieras para conseguir pociones de efectos muy diversos. 

 

Marco incomparable

Otra circunstancia apabullante es la dimensión del juego. Puedes caminar durante horas y horas, por caminos o campo a través, subiendo montañas o bajando a cuevas y descubriendo asentamientos, ruinas o instalaciones que estarán repletas de enemigos o tesoros. Estoy seguro de que me dejé un gran número de sitios sin explorar o ni siquiera sin descubrir. Lo que pasa es que esta exploración se convierte en bastante repetitiva cuando las ubicaciones no están relacionadas con ninguna misión, así que mientras pasan las horas acabé perdiendo interés. 

Me resultó decepcionante la historia principal. Esperaba bastante más y me encontré con algo con lo que no acabé de conectar. Una vez llegué al final pensé ¿ya está?. Hay juegos bastante más pequeños con una historia mucho más impactante o sólida. Incluso me resultó bastante más atractiva la historia del DLC de la Guardia del Alba, además de encontrarme con el personaje más interesante del juego: la vampira Serana, que además puede convertirse en tu seguidora. Llegué a sentir ternura por ella, por su triste historia y por su afán por hacer lo correcto, además de ser una de las mejores seguidoras que puedes tener. El DLC de la Hermandad Oscura (la sociedad de asesinos) es también bastante interesante, aunque los dilemas  morales que propone están a años luz de otros juegos.

Aunque llegué a convertirme en licántropo, no le saqué partido, la verdad. Y no me convertí en vampiro porque complica bastante las cosas al tener que ocultar tu condición, buscar víctimas de las que alimentarte a escondidas, tener que esconderte del sol, etc. Es caminar en un frágil equilibrio entre las desventajas y los poderes que se obtienen y ya me pareció demasiada complicación. 

 

La adorable Serana

Entre las opciones del menú principal me llamó la atención un modo de juego ultrarrealista en el que no es posible el viaje rápido, la curación al descansar, obligarte a dormir o comer o sufrir las consecuencias del frío ambiental (cuando te encuentras en una región bastante fría). En esas condiciones seguro que duraría bastante poco. 

Al final lo dejé por aburrimiento, habiendo terminado todas las misiones principales, secundarias y DLC, excepto el de la Hermandad Oscura. Fueron nueve meses intensos e incontables horas (no llevé la cuenta, pero si no superó las doscientas se quedó cerca) tras las que tenía la sensación de estar todavía muy lejos de exprimir el título, hasta que tuve la irreprimible necesidad de pasar página. 

Como resumen, el juego impresiona por su inmensidad, pero se queda bastante corto en otros temas, sobre todo historia. No obstante, es uno de esos títulos que se tienen que probar y sentir esa sensación de libertad que es tan difícil conseguir en un videojuego.