jueves, 30 de diciembre de 2010

El truco final

Estamos de nuevo cinéfilos y hoy toca comentar la película El truco final (The prestige).

Una de las cosas buenas que tiene la televisión del Principado, la TPA, es que pone buenas películas y además sin publicidad. Otra cosa buena es que el segundo canal va desfasado una hora respecto al primero.

El truco final es una película que tenía ganas de ver. Forma parte de un fenómeno curioso que se da de cuando en cuando: el coincidir en el tiempo dos peliculas de similar temática de las que, normalmente, una de ellas triunfa y la otra fracasa más o menos miserablemente. Ejemplos: Robin Hood de Kevin Costner y la otra; 1492 y la otra del descubrimiento; Armaggeddon y Deep Impact; El sexto sentido y Los otros (estas dos no coincidieron tanto en el tiempo).

La pareja de El truco final es El ilusionista, con Edward Norton de protagonista, que me gustó bastante pero de la que apenas tengo recuerdos (suele ocurrirme; para algunas cosas tengo memoria de pez). Y entre ellas no sabría decir cuál es la buena y cuál es la mala.

En El truco final tenemos un reparto bastante apañado y brillante en ocasiones: Christian Bale, Hugh Jackman (este tío no es solo Lobezno, creedme), Scarlett Johansson, Michael Caine (el ingeniero que fabrica las herramientas de los trucos...).

La peli está narrada a saltos entre el tiempo presente y varios feedbacks que provienen de la memoria y/o los diarios de los protagonistas, mientras que la historia se reduce a la rivalidad entre los dos ilusionistas. Rivalidad que viene desde la época en la que eran jóvenes y actuaban como ganchos de otro ilusionista de renombre. Esta historia está bastante bien narrada y con un buen pulso que mantiene el interés en todo momento. La resolución es lo que a mí me termina de fallar: si bien el truco empleado por el personaje de Bale es, aunque poco creíble realmente, lógico y natural, el empleado por el personaje de Hugh Jackman entra de lleno en la ciencia ficción con un algo de disquisición metafísica que no termina de encajar en el tono general de la película. Aún así, el resultado es bastante interesante y la película se deja ver durante las cerca de dos horas de metraje.

Aunque en un principio el personaje de Bale es el "malo" y el de Jackman el "bueno", a la larga los dos están llenos de matices que hacen que ninguno de ellos merezca nuestro rechazo y que los dos capten nuestra simpatía, en un momento o en otro.

¿Lo peor? La introducción de la figura del genio Nikola Tesla. Y también la elección del ¿actor? encargado de encarnarlo... David Bowie no aporta nada, si exceptuamos los iris de sus ojos, a la excepcional figura del inventor croata, envidiado por el mismísimo Edison. 

Para pasar un buen rato. Un seis. Si no estuviera Bowie, un siete.

Por cierto, el cartel es penoso.

viernes, 24 de diciembre de 2010

¡Qué bello es vivir!

He estado dando unas cuantas vueltas al tema de la siguiente entrada del blog. Con las Navidades encima, no quería sin embargo hacer una típica entrada de felicitación y poco más. Así que, creo, nada mejor que habla de una de mis películas favorítas: It´s a wonderful life.

Dirigida por el gran Frank Capra y protagonizada por James Stewart y Donna Reed, cuenta la historia de George Bailey. George es bueno. Más que bueno, un pedazo de pan. Durante toda su vida sacrifica sus sueños y empeños personales por el bien de los demás: rescata a su hermano de la muerte en un lago de agua helada, perdiendo la audición de un oído; sacrifica su carrera para que su hermano pueda hacer la suya; cuando al final llega su momento, vuelve a sacrificarla para que, otra vez su hermano, pueda hacer carrera en la empresa de su suegro... Se ve encerrado en la vieja compañía de empréstitos, siempre entrampado, siempre intentando llegar a fin de mes, pero siempre con buena cara.

Llega la Gran Depresión. El día de su boda la gente entra en pánico y acude en masa a retirar su dinero. La solución: emplear el dinero de su regalo de boda para hacer los pagos y no tener que quebrar. Van saliendo adelante, pero un grave error de su tío pone a George Bailey al borde del abismo.

Incluso entonces, antes de suicidarse, es capaz de pensar primero en los demás y se tira desde el puente... para rescatar a un desconocido, Clarence, su ángel de la guarda. Éste le concede un privilegio: ser testigo de lo que habría sido de la vida de los demás si George nunca hubiera nacido.

Hay un final feliz, al que tanto están acostumbrados los yanquis. El hombre bueno no puede sufrir. Dios aprieta, pero no ahoga. Todo el pueblo se moviliza para resolver el grave problema de George Bailey. Incluso su hermano, ahora héroe de guerra, se desplaza al pueblo para echar una mano. Él es George Bailey, el hombre más rico de la ciudad. El hombre bueno.

He visto esta película infinidad de veces. Algún año incluso dos, separadas unos pocos días, en versión original y en castellano. Al final, acabé comprándome el DVD.

Y es curioso el efecto. A pesar de conocerla de memoria, me es imposible no llorar al final. Un nudo en la garganta se va haciendo cada vez más grande, cuesta tragar, y las lágrimas resbalan por mis mejillas.

Pero sólo en Navidad.

Sólo una vez he visto ¡Qué bello es vivir! en otra época. Y no llegué a llorar. Curioso, ¿eh?

Un saludo a todos los George Bailey del mundo. Que no desesperen, su momento llegará tarde o temprano y se hará justicia.

Para todos, de corazón, Feliz Navidad.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Secret Wars

Uno de los pilares del frikismo es el cómic. O, en su versión española, el tebeo. Español, europeo, americano, japonés... Todo vale para el friki de estomago agradecido que digiere hasta la más indigesta de las series. Y hoy introducimos esta categoría en esta nuestra bitácora.

He leído la serie completa del clásico de Marvel, Secret Wars (o las guerras secretas), de mediados de los ochenta. La serie original se compone de doce números, que posteriormente se ampliaron hasta 50 al publicarse la continuación, las Secret Wars II. Las publicó Planeta De Agostini en la línea FORUM, un clásico de los tebeos de superhéroes.

El argumento básicamente es que un ser casi divino, el Todopoderoso, que vive en un universo paralelo al nuestro en el que él es el principio y el fin de todas las cosas, toma conciencia de nuestro propio universo y, por curiosidad, transporta a algunos de los seres más poderosos para que luchen entre ellos al modo de "solo puede quedar uno". Los superhéroes, bajo el mando del Capitán América, se unen para volver a casa; mientras tanto los supervillanos, unidos precariamente bajo el Dr. Muerte, tratan de vencerles para luego competir entre ellos.

El sabor no puede ser más clásico. Tenemos juntos a algunos de los personajes más carismáticos (Capitán América, Hulk, Patrulla X, Vengadores, Spiderman, Doctor Muerte, Galactus...), Spiderman consigue un nuevo traje, negro, con todo lo que vino después... En cualquier caso, la trama es demasiado sencilla y ha envejecido de una forma no demasiado favorecedora.

La segunda parte, Secret Wars II, se desarrolla cuando el Todopoderoso viene a la Tierra ansiando comprender las motivaciones del ser humano. Son 38 números que se componen, además de la serie propiamente dicha, de números de otras colecciones como Los Nuevos Mutantes. Esta serie es menos homogénea tanto en interés como en calidad ya que depende de los creadores de las series implicadas. Algunos son infumables, otros ciertamente interesantes y el término medio es, pues eso, medio.

La serie es uno de los primeros fenómenos denominados cross-over que recuerdo. Básicamente intentan sacar un dineral de los aficionados utilizando el reclamo de una saga de interés supremo con inesperadas consecuencias en el universo ficticio. El negocio está en que, para enterarte de todo y saberlo todo, es imprescindible comprar un número cada vez mayor de tebeos de series distintas. Por ejemplo, la serie Civil War (que todavía no he leído pero tengo muchas ganas) se compone de casi 100 números. En los últimos tiempos, tanto Marvel como DC han hecho un uso cada vez más frecuente de estos cross-over.

Con todo, me ha gustado leerla. Tenía recuerdos de cuando tenía 12 años. En aquella época, en los últimos días de junio antes de las vacaciones, íbamos al colegio con libros, tebeos, juegos y todo lo que pudiéramos imaginar para pasar el rato. Las clases habían acabado, pero los curas no nos liberaban hasta que el calendario escolar finalizaba. Y entonces, descubrí las Secret Wars.

Podríamos darle un notable bajo. Un siete. Pero más por lo que representan que por su calidad real.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Hijo del tiempo

Sigo poniéndome al día con reseñas y demás con este comentario sobre Hijo del Tiempo (The ugly little boy), de Isaac Asimov (¿?) y Robert Silverberg de 1992.

Es la novelización de un cuento corto de Asimov que se encuentra en numerosas antologías de relatos de este maestro de la Edad de Plata de la Ciencia Ficción. El título del cuento es El niño feo, en inglés también The ugly little boy. La novela se tituló en el Reino Unido Child of Time.

El niño feo es uno de mis cuentos favoritos, si no el que más, de la extensa obra de Asimov. Es además uno de los que mejor recuerdo a través de los años y lo habré leído y releído seis o siete veces en los últimos veinticinco años (lo sé, me hago mayor). Y siempre con el mismo resultado: irremediablemente me caen unas lágrimas cada vez que llego al final (esto mismo me pasa con la peli ¡Qué bello es vivir!, pero curiosamente solo en Navidad; hablaremos de ello en una entrada próxima).

Por eso decidí, con bastante interés, leerme la novelización a cargo, según los créditos, del mismo Asimov y de Robert Silverberg. No estoy seguro de qué grado de implicación tuvo Asimov, ya que en ese año murió de SIDA, en el mes de abril, aunque la ficha del libro indica que se publicó en setiembre en los Estados Unidos. Eso, unido a que no he leído mucho a Silverberg, me hacían ser cauto.

La historia se resume en la recogida de un niño neanderthal por parte de una empresa que ha desarrollado una tecnología de estasis temporal. La señorita Edith Fellowes, enfermera diplomada, será la encargada de cuidar del niño. La historia se centra en la relación cada vez más estrecha entre cuidadora y niño y de cómo aquella vence su repulsión inicial y desarrolla una relación madre-hijo atípica con la criatura, a la que bautiza como Timmie. El pequeño no puede abandonar su burbuja de estasis, una especie de limbo temporal, hasta nuestro tiempo,lo que le convierte en un prisionero de facto (las explicaciones de por qué no puede ser, basadas en el principio de conservación de la energía, son bastante solventes). Hasta que, por circunstancias de logística de la compañía, tras varios años de estancia, se decide poner fin al experimento Timmie y hacerle volver a su época. Entonces... bueno, hasta aquí puedo contar sin destripar nada.

La novelización es muy fiel al relato original. Casi, casi, es una copia literal de muchos fragmentos. Su aportación se resume en incluir unos intercapítulos en los que se narra la vida de la tribu de la que proviene Timmie y sus conflictos con los cro-magnon, y en un final alternativo al cuento.

Este final es, en mi opinión, lo más criticable: Por un lado es demasiado explícito, echando a perder el encanto y la incertidumbre con la que termina el cuento; por otro lado, incluye unas dosis de moralina a la que tan dados son los yanquis y que, desde una perspectiva europea, sobra.

No obstante, a pesar de ese pequeño traspiés, el libro se lee con mucha facilidad y resulta muy entretenido. Pocas pegas se le pueden poner en ese sentido.

Como entremés, a la espera de pesos pesados que tengo en mi lista de pendientes, no ha estado nada mal. Aunque no se le debe exigir más de lo que puede dar.

Por tanto, a diferencia del relato corto que, sin duda es de sobresaliente, la novelización se queda en un aprobado alto. Un seis.

¡Ay, Dan Brown! Lejos está el día en que alguien se atreva a novelizar tus novelas. Afortunadamente.

martes, 14 de diciembre de 2010

Furia de Titanes

Este fin de semana he visto Furia de Titanes (Clash of the Titans, en V.O.) y sólo puedo decir que resulta decepcionante. Así, sin más. Ya destripé el resultado...

Y es que FDT es una muestra más de la falta de imaginación de la industria del cine estadounidense. No dejan de revisitar clásicos con esa prepotencia que les caracteriza, pensando que los descerebrados espectadores aplaudirán una vez más el despliegue de efectos especiales que, como fuegos de artificio, trufan el metraje. Piensan que esa vorágine será suficiente para esconder los muchos defectos de la cinta, pero el olor a carroña es más fuerte que el perfume.

Porque FDT no vale mucho. No es más que una sucesión de situaciones a cada cual más arriesgada, de las que el héroe sale con bien, por supuesto. No así sus compañeros, en una muestra más de que ser secundario de una peli de aventuras es una de las profesiones más arriesgadas: no se salva ni uno. Menos mal que sabemos que hay una historia detrás, porque sino sería como un episodio de Benny Hill en el que las escenas de lucha sustituyen a los gags.

La historia es la ya sabida de Perseo, así que para qué darle más vueltas. Lo que no entiendo es por qué meten a unos seres que llaman djinn, que viven en el desierto y que tienen una piel parecida a la corteza de un árbol.

Es triste ver también a actores como Liam Neeson (Zeus) o Ralph Fiennes (Hades) se prestan a salir en la superproducción. Seguramente ganarán una millonada a cambio de lucir palmito y aumentar el prestigio... Que tengan cuidado, no hagan como Jeremy Irons y empiecen a salir en bazofias como Dragones y Mazmorras o Eragon.

Bueno, la verdad es que los efectos especiales son impresionantes, pero carecen de la belleza de la clásica peli de los 80 del mismo título, con Harry Hamlin (el de La Ley de Los Ángeles) en el papel de Perseo.

Y el protagonista (bueno, su doblador) no para de gritar. Es exasperante. Y resulta que, si no recuerdo mal, es el mismo actor de doblaje que el del papel protagonista de Solomon Kane. Donde, por cierto, también grita. Mucho.

Lo dicho, un suspenso ganado a pulso. Un tres.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Sangre derramada

Últimamente las posibilidades de selección de títulos en Círculo de Lectores son bastante reducidas, teniendo en cuenta mis gustos. Por eso no tengo más remedio que experimentar y probar cosas nuevas. Ya me pasó con La estrategia del agua, de Lorenzo Silva, de la que hablé aquí y que no me pareció mal.

En esta ocasión me ha dado por probar algo de la afamada novela negra sueca. Parece ser que allí arrasa, que los autores salen como setas y que aquí se ha desbordado tras la aparición de Stieg Larsson y su trilogía Millenium que, por cierto, aún no he leído y no sé si lo haré. Sí, lo admito: tengo prejuicios sobre su calidad y pienso que una acertada labor de mercadotecnia unido a su desgraciada muerte, han hecho un fenómeno social de algo que pudiera no merecerlo en otras circunstancias.

Probablemente el gran público pueda conocer a Henning Mankell, al que sí tengo ganas de leer. Pues bien, teniéndolo como referencia, elegí Sangre derramada, de la escritora sueca Asa Larsson. No tenía ninguna referencia de ella aparte del nombre e incluso pensaba que era un hombre.

No tengo claro si repitiré la experiencia. El libro se lee muy bien lo que puede ser indicativo tanto de su calidad e interés como de que su prosa es fluida pero sin más pretensiones. Creo que en este caso lo segundo pesa más que lo primero...

Retrata bien la sociedad en la pequeña comunidad norteña en la que sucede la historia, pero no me acaban de convencer las historias en las que estas pequeñas comunidades cerradas, casi endogámicas, encierran en su interior una podredumbre que resulta al final poco creíble. Demasiados canallas y pocos habitantes... Es como si todos los indeseables tuvieran una casita en un bucólico pueblo cerca del Circulo Polar Ártico, como una especie de campamento de vacaciones para desequilibrados peligrosos.

La autora parece tener una cierta fijación con los pastores de la iglesia sueca. En su primera novela asesinan a uno de ellos; en ésta, la víctima es una pastora sobre la que se va hilvanando la historia de la comunidad. Aparte de eso, tampoco me acaban de convencer los autores que se basan en su propia vida para crear los trasfondos de personajes que, al final, resultan ser un alter ego de ellos mismos. Es como si no tuvieran imaginación suficiente para ponerse en el lugar de otras personas...

Si hablamos del misterio, el asesinato de la pastora, la verdad que no vi venir la resolución. Pero el final es muy precipitado, resuelto en apenas 20 páginas tras cerca de 400 de "introducción". Tal es así que dudo si lo que he leído es una novela negra o una crónica social.

La sensación final es un poco decepcionante. Lo dicho, son unas 450 páginas en las que parece que pasan muchas cosas y al final el reloj casi no se ha movido.

La nota final es un suspenso. Alto, porque se lee con gusto aunque el poso que queda es nulo. Un cuatro.

Dicen las malas lenguas que el nombre real de Dan Brown es Dan Larsson. Eso explicaría unas cuantas cosas.

martes, 7 de diciembre de 2010

La Primera Crónica

A pesar de la huelga de controladores, el mundo no ha dejado de girar, como parece que algunos temían en las duras horas del pasado viernes. Paso de comentar lo que esta gentuza ha provocado, aunque sí diré que olé los huevos del Gobierno y que espero que rueden cabezas.

La entrada va de reseña. Un día me vi en el Alcampo o en el Carrefour un librito por 2 € del que había leído algunas buenas críticas en la antigua revista Solaris. Como no comprar un libro por ese precio es pecado, me llevé a casa La Primera Crónica, primer libro de La Compañía Negra, trilogía fantástica escrita por Glen Cook.

Los libros cuentan la historia contada por Matasanos, cronista y médico, de la Compañía Negra, la última de las Doce Compañías de mercenarios que un día hubo. Es, por tanto, la historia crepuscular de un grupo antaño glorioso y que hoy vaga en busca de patrocinador. Poco les queda, además del honor, a los mercenarios. Digo honor, pues se vanaglorian de nunca haber faltado a la palabra dada y de haber hecho valer los contratos firmados, fuera cual fuera su contratador. Por casualidad, se ven envueltos en una guerra entre la Dama (el mal, para entendernos) y el Círculo de los Dieciocho (el bien, por así decir). Aunque se encuentran en el bando de los malutos, pronto veremos que en este mundo no hay blanco ni negro, sino toda una escala de grises en las que entran las distintas motivaciones de los personajes.

Por cierto que personajes hay unos cuantos y que son un pelín planos. Todos tienen unos nombres curiosos, más bien motes, pues la Compañía es algo así como una Legión Extranjera en la que, una vez enrolados, la historia personal de cada uno desaparece. La Compañía es la nueva familia del recluta. Con ella vive y con ella muere.

Tantos personajes hay que son bastante planos. Sólo Matasanos, por aquello de ser el narrador, y  Cuervo tienen algo detrás. No sé bien qué y en este primer libro no se dan más que unas pinceladas.

La historia no está mal, la verdad. El libro se lee fácilmente y las hojas discurren con rapidez. Pero no acabé de conectar ni con los personajes ni con la historia en sí. El mismo hecho de que se lea con rapidez es un síntoma de que es bastante plana: los pretendidos clímax pasan más bien sin pena ni gloria...

Tampoco puedo decir que sea decepcionante, ya que nada esperaba. Luego he visto que la historia tiene ya la friolera de 26 años y que actualmente hay 10 libros en total que narran las historias de la Compañía. Así que tiene su público.

En España no he visto ninguno más o no lo he sabido reconocer. Si los hubiera y si los encontrara a este asequible precio, no dudaría en comprarlos. Por lo menos ayudan a pasar el rato.

Lo dicho, Fantasía sin pretensiones. Aprobado raspado y a otra cosa.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Tampoco este año

Pues no...

Tampoco este año he podido colocar ninguno de mis relatos como finalista en el Monstruos de la Razón. Y mira que tenía esperanzas, la verdad. Creo que tanto Linaje real como GCH son lo mejor que he presentado, con bastante diferencia, en estas tres ediciones. Incluso mejores que El reposo del guerrero, finalista en 2008.

No voy a ocultar que me he quedado bastante planchado. Los (escasos) comentarios han sido muy positivos, incluso alguno ha sido excelente. Pensaba que tenía bastantes posibilidades de colarme como selección del público, pero nada de nada. Una vez más se demuestra que los comentarios no son indicativo de nada, ni su número ni su contenido.

Acabo de leer los finalistas de Ciencia Ficción y, para qué engañarnos, hay al menos tres, quizá cuatro, que merecen estar donde estan, con todos los honores.

Toca este fin de semana leer los de fantasía. Voy a pasar de los de terror; la orientación que ha tomado el género en el certamen no me gusta.

Un palito que castiga mi ego, amigos míos.

Pero volveremos. Aunque sea por aburrimiento, acabaré por saborear las mieles del triunfo. Ved dónde ha acabado Dan Brown, a base de insistir...

domingo, 21 de noviembre de 2010

Los viajes de Tuf

También de mi admirado George R.R. Martin, hace unos días he terminado Los viajes de Tuf, un libro que es una reunión de historias centradas en las aventuras de Haviland Tuf. Ciencia ficción, más bien space opera, con sabor rancio a la edad de oro del género.

Los relatos fueron escritos originalmente hacia finales de los 70 y mediados de los 80, publicados individualmente en diversas revistas y luego reunidos en este tomo.

Las historias son interesantes. Desde la primera de ellas, en las que Tuf se hace con un Arca del Cuerpo de Ingeniería Ecológica de la Vieja Tierra. Una nave de 30 kilómetros de longitud que no es sino un arma de destrucción masiva capaz de arrasar planetas enteros haciendo caer sobre ellos verdaderas plagas bíblicas, gracias a la clonación de seres que se encuentran en su biblioteca biológica y la acción de un campo de estasis temporal que permite acelerar todo el proceso de años a unos pocos días.

Tuf, sin embargo, se servirá de ella para hacer cambiar su más bien negra suerte como mercader, vendiendo sus servicios para mejorar las condiciones de los habitantes de los planetas que visita durante sus viajes, haciendo gala de una gran imaginación. Aunque lo más probable es que sus clientes no estén demasiado contentos con las soluciones que les son impuestas...

Tuf es un ser humano de gran tamaño, aprox. 2,50 m de alto, calvo, muy pálido (¿quizás albino?), con una barriga enorme, vegetariano y amante de los gatos. De hecho a los que pone nombres tan peregrinos como Caos, Desconfianza, Estupidez, etc. Va siempre acompañado por uno de ellos que tiene capacidades psíquicas, lo que le pone en una posición de fuerza durante una negociación. Pausado hasta la extenuación, tiene una rara habilidad para sacar de quicio a la gente. A sus oponentes y también al lector.

La verdad es que me costó mucho empatizar con Haviland Tuf. A veces es cargante y en muchas ocasiones es simplemente raro. Por eso no acababa de cogerle el tranquillo, hasta bien avanzado el libro. Hasta se le llega a coger un poco de manía. Menos mal que las historias son relativamente cortas, lo que ayuda mucho si te atascas un poco con él.

No es lo mejor que he leído de Martin, ni mucho menos. Aunque no está mal, tampoco es para tirar cohetes. Así que creo que un cinco sería adecuado. Un seis si estamos de buen humor.

Dan Brown, ¿por qué no te pasas tú a la space opera, a ver si te pierdes un rato entre planeta y planeta?

sábado, 20 de noviembre de 2010

¡Nucleares sí!

Hace ya bastantes días que no actualizo el blog. Mucho lío en el trabajo y por consiguiente falta de tiempo y de ganas. Con un viaje a la vista a la hereje Holanda, veré de añadir esta entrada y otra más mañana.

Últimamente hemos hablado del llamado pico del petróleo. La consecuencia directa de todo esto es que la previsible carestía del petróleo puede modificar catastróficamente la sociedad tal como la conocemos. Porque, aunque volvamos a recurrir al carbón y posiblemente al gas natural, el petróleo es tanto o más importante como base para la fabricación de infinidad de plásticos que, a su vez, son un pilar sobre el que se sustenta la industria actual.

Una actuación lógica sería liberar al petróleo de su función como fuente de energía y continuar su consumo exclusivamente como materia prima. Para ello, debería recurrirse a otras fuentes de energía que puedan cubrir el vacío dejado por el petróleo.

A día de hoy parece que las energías renovables serían serían las candidatas más populares. Contra toda lógica, además, pues su estacionalidad y carencia de suministro asegurado hacen depender en exceso las reservas energéticas de las condiciones ambientales.

La energía solar fotovoltaica necesita una gran inversión en terreno y en materiales. La extensión de los campos de placas es enorme comparada con la energía que pueden generar por metro cuadrado. Ya que no hay una garantía de suministro, es necesaria una inversión adicional en bancos de baterías que permitan almacenarla y hacerla llegar a la red en caso de necesidad. La generación a 12 VCC necesita de inversores y transformadores para su uso, añadiendo las pérdidas en el proceso a la ya de por sí pequeña eficiencia del sistema. A su favor, que no necesitan que los días estén despejados, sólo que haya luz.

En cuanto a la energía solar fototérmica, empleada para calentar el agua, sí necesita días de gran radiación solar, sin nubes, y medios para evitar que el calor se disipe antes de calentar el agua que circula por los tubos. Los depósitos acumuladores necesitan además de resistencias eléctricas que mantengan el agua caliente. Esta energía adicional proviene, en gran medida, de combustibles fósiles.

Las centrales fototérmicas, en las que un grupo de espejos concentran la luz solar en un punto relativamente pequeño de una torre, aumentando la temperatura del agua que circula por ella hasta formar el vapor que mueve las turbinas, también requiere grandes extensiones de terreno.

La energía eólica depende también de la intensidad del viento y requiere grandes extensiones de terreno.

El resto de energías renovables están en fases todavía muy primitivas de su desarrollo. Todas además tienen el mismo problema de rendimiento que hacen que sea un riesgo el confiar en ellas como fuente primaria de energía. Todo lo más, a día de hoy sólo puede aspirarse a cubrir un porcentaje más o menos elevado de las necesidades energéticas de un país, como fuentes de energía secundarias o de apoyo.

Sin embargo, se prescinde voluntariamente de la energía nuclear. Producida al fisionar átomos de uranio en centrales nucleares, el calor generado en la reacción atómica produce el calentamiento del agua que rodea al reactor. Un intercambiador de calor calienta el agua del circuito secundario (limpio de radiactividad) generando el vapor que mueve las turbinas.

Las ventajas de la energía nuclear son evidentes para cualquiera: el combustible es capaz de generar una gran cantidad de energía por unidad de masa; el control de la energía producida es sencillo, mediante el accionamiento de pantallas de plomo que al interponerse entre las barras de combustible interrumpen la reacción en cadena; la fiabilidad del sistema está suficientemente probada y la tecnología para su uso es relativamente sencilla (lo que favorecería su expansión a países con un escaso grado de desarrollo tecnológico). No emiten gases de efecto invernadero ni posibles causantes de lluvia ácida...

Por contra, las desventajas vienen más por los prejuicios que por ellos mismos. Es cierto que se generan cantidades apreciables de residuos radiactivos (aparte de otra cantidad también apreciable de residuos radicativos de bajo nivel: guantes, ropa de protección, etc.). Estos residuos tienen una larga vida media y pueden permanecer durante miles de años emitiendo radiación, por lo que deben almacenarse en sitios seguros que impidan la llegada de esta radiación al ciclo del agua, al suelo o al ecosistema. Pero también se generan actualmente ingentes cantidades de materiales plásticos que también tardan un apreciable intervalo de tiempo en desaparecer... Afortunadamente se puede disponer de refugios adecuados para el almacenamiento de estos materiales y tampoco es desdeñable la posibilidad de lanzarlos fuera del planeta, con destino al Sol (aquí habría un posible riesgo adicional si el cohete sufriera un accidente).

Otra desventaja es la percepción de la seguridad de las centrales. Hay que ser conscientes de que las centrales son seguras, mucho más que otras instalaciones más cercanas a nosotros. Los incidentes graves son prácticamente inexistentes, si bien es verdad que son potencialmente catastróficos. No obstante, un buen seguimiento y control de las instalaciones puede hacer que la vida útil de las centrales nucleares supere con mucho los 40 años.

Una circunstancia a considerar, sería asegurarse que el ecosistema de las inmediaciones de la central no varía. El agua de refrigeración de los sistemas no radiactivos se vierte a ríos o embalses, lo que puede producir alteraciones en plantas o animales. Por eso, el emplazamiento y el sistema empleado deben estudiarse con cuidado.

Cuidado: nos preocupamos de no tener centrales cerca de casa, o cementerios de material radiactivo. Pero tenemos las ciudades plagadas de antenas de telefonía móvil, que han sido reportados como posible causa de aumento de la posibilidad de padecer un cancer. O tenemos en la oreja un teléfono móvil que, por ejemplo, no puede utilizarse en una gasolinera o en un avión. Curiosas paradojas que demuestran la ingenuidad del ciudadano.

Francia tiene un gran número de centrales nucleares y no se plantea prescindir de esta fuente de energía. Alemania está estudiando seriamente retomar su programa nuclear... Nosotros preferimos depender del gas de Argelia o el petróleo de quién sabe dónde, mientras plantamos pequeñas centrales de energías renovables que, en el mejor de los casos producen gotas de energía en el océano de nuestro consumo nacional.

Es curioso cómo, voluntariamente, prescindimos de una más que aceptable solución a uno de los problemas futuros más difíciles con los que nos enfrentamos.

domingo, 31 de octubre de 2010

La estrategia del agua

Antes de comenzar la reseña y a modo de prólogo, ahí va una batallita.

Este lunes tuve que viajar a Ginebra por trabajo. El plan era sencillo: vuelo a media tarde a Madrid para coger el vuelo a destino, dormir en un coqueto (y caro) hotelito suizo, reunión a la mañana siguiente y trayecto a la inversa para llegar al aeropuerto de Asturias a eso de las 22:35. No suelo viajar sin un libro; las esperas en los aeropuestos suelen ser desesperantes y es necesario algo con lo que entretenerse.

La ida no fue del todo mal, aunque tuve un poco de retraso en la salida de Madrid. Algo así como una hora, anunciada por IBERIA con algo de timidez, de diez minutos en diez minutos (debe ser que piensan que así no nos daremos cuenta). Pero la vuelta sí fue un desastre. Otra hora de retraso a la salida de Ginebra, casi diez minutos de rodadura por las pistas de Barajas tras el aterrizaje y carrera por la Terminal 4 hasta la puerta de embarque para Asturias que resultó infructuosa porque la compañía aérea no nos dejó abordar el avión, que permanecía fijado al finger a diez minutos para su salida programada. Con un par.

Noche adicional de hotel y madrugón espectacular (para mi sorpresa, a las 5:00 am las calles SÍ están puestas) que me permitió coger el vuelo a casa un día después a las 7 de la mañana en unas condiciones físicas bastante deplorables y con un cabreo de impresión. Porque no entiendo cómo una compañía aérea que se considera seria, que sin duda conoce las vicisitudes de sus vuelos y los horarios previstos, deja en tierra a 5 pasajeros habiendo tiempo más que de sobra para entrar, sentarse y proceder al despegue sin perder el tan cacareado slot de salida. Vamos, que estoy casi seguro que si en lugar de Iberia vuelo con Air Berlin, tengo una azafata o azafato a la puerta de llegada de Ginebra y me llevan a toda leche a la de salida para Asturias...No habría perdido el vuelo aunque quizá sí el equipaje.

¿Que qué relación tiene todo esto con el libro? Pues que me pulí las 307 páginas de La estrategia del agua de Lorenzo Silva en el viaje. La pera, vamos.

Es la primera vez que leo algo, no solo del autor en cuestión, sino del género tratado por autores españoles. Parece además que las historias del brigada Bevilacqua y la, ahora, sargento Chamorro, tienen una buena aceptación entre el público en general.

Y es que la historia es ágil, el estilo es muy ameno, los personajes tienen un trasfondo interesante... aunque el brigada tenga un punto de canalla y rebelde algo estereotipado y los diálogos pequen en exceso de una cierta artificiosidad, en algunos momentos destinados al lucimiento del propio autor en la persona del protagonista, me parece a mí.

Tengo que añadir que la historia, aunque muy bien llevada, carece de elemento sorpresa. En este sentido, La estrategia del agua no es una whodunit al uso, sino más bien un relato de cómo los protagonistas llegan a la conclusión acertada y consiguen las pruebas incriminatorias para evitar que se escapen del largo brazo de la ley. La falta de suspense recorta un poco el gusto que deja el libro, que pese a todo no deja de ser entretenido y recomendable.

Ya os digo que me leí 300 páginas en tres días (unas 10 horas de lectura efectiva), y cada capítulo terminado me llamaba a continuar con otro. La edición del Círculo de Lectores tiene además un precio ajustado que lo hace tembién recomendable a bolsillos con agujeros.

Creo que la nota de este volumen es un siete. Un notable bajo que, si hubiera tenido algo más de intríngulis detectivesco podría haber subido al ocho sin dificultad.

Amigo Dan, aún te queda trecho para llegar siquiera a este nivel, por más que vendas libros como churros a zombies descerebrados que creen que lo que están leyendo está mínimamente documentado.


miércoles, 27 de octubre de 2010

Los gozos y las sombras

Hace unos veinte años, los curas del Colegio Corazón de María de Gijón decidieron que era interesante para nuestra madurez emocional y académica la lectura de El señor llega, el primer tomo de la trilogía Los gozos y las sombras, que junto a los siguientes volúmenes Donde da la vuelta el aire y La Pascua triste fue escrita a finales de los cincuenta y principios de los sesenta por Gonzalo Torrente Ballester.

Como en otras ocasiones acepté el reto porque no quedaba más remedio. Como en otras ocasiones, el libro fue calando en mí y me acabó gustando tanto que me planteé seriamente adquirir la trilogía completa.Para rematar, difusos recuerdos de una serie de televisión con Charo López, desaparecida de la escena hace bastantes años, Eusebio Poncela, televisivo Pepe Carvalho en los ochenta, Carlos Larrañaga o Amparo Rivelles, se agolpaban junto a los de la novela leída.

No fue hasta transcurridos todos estos años cuando me hice con los tres libros. No contento con eso, he conseguido también la serie de televisión, que aún no he visto. Y he de decir, una vez leídos, que mereció la pena.

La historia tiene lugar casi en su totalidad en Pueblanueva del Conde, en la Galicia profunda, poco antes del levantamiento del 18 de julio y la consecuente Guerra Civil. Allí llega Carlos Deza, psiquiatra discípulo de Freud que cambia Viena por la aldea que fue su hogar, y se ve envuelto en las luchas de poder entre Cayetano Salgado y doña Mariana Sarmiento. Historia que sin embargo es coral, pues ante nuestros ojos discurren decenas de personajes: Don Baldomero, el boticario; el padre Eugenio; la odiosa Germaine, heredera frustrada; Clara Aldán y sus hermanos Juan e Inés; Rosario la Galana; Paquito el Relojero... Alguno desaparece tras su momento de protagonismo y no se vuelve a saber de él. Todos nos muestran sus miserias y sus grandezas, mientras la sociedad de la época es perfectamente retratada por el autor.

Y, durante todo el tiempo, Carlos Deza. Un hombre de principios, débil en apariencia, pero firme como una roca. Es capaz de darlo todo por una causa que considera justa, incluso quedarse en el pueblo por una promesa realizada a una difunta. Aún a su pesar. Y lo hará por un trasnochado sentido del deber que lo eleva por encima de los demás habitantes del pueblo.

Es reconfortante que el final es adecuado a lo que uno espera y que el cariño que se ha cogido a los personajes ha merecido la pena.

Globalmente me ha encantado y creo que un nueve es una nota que se merece por completo.

Me aterra pensar que los curas del Colegio del que estoy tan orgulloso pudieran caer tan bajo como para recomendar la lectura de las obras completas de Dan Brown. Espero que, si alguna vez ocurre, no llegue a mis oídos.

jueves, 21 de octubre de 2010

El pico del petróleo

Hoy me encuentro un poco apocalíptico.

El modelo económico actual está basado en el consumo del petróleo. Periódicamente salen en las noticias diferentes estimaciones sobre las reservas que aún quedan en el planeta, actualizándose prácticamente de continuo al descubrirse nuevos recursos.

Pocos son los que saben que estas previsiones no son realistas y que el tiempo es mucho más corto de lo que se supone. Las noticias al respecto mantienen un error básico de concepto: la rentabilidad de un pozo de petróleo o, por extensión, de las reservas de petróleo del planeta no debe medirse en términos económicos sino energéticos. Veamos:

Al iniciarse la explotación de un pozo el rendimiento crece rápidamente al ser fácil la extracción. A medida que el pozo se va vaciando debe invertirse más dinero y más energía en el trabajo. En este caso, el dinero es un recurso infinito: si cuesta más extraer petróleo, lo venderemos también más caro, por lo que normalmente siempre habrá un beneficio económico; dicho de otro modo, si hace falta petróleo, invertiremos más dinero para continuar la extracción y, como es esencial para la sociedad, los precios finales aumentarán manteniendo la rentabilidad.

Este razonamiento no es correcto si hablamos en términos energéticos. Si tomamos como unidad energética el barril de petróleo (la energía que se obtendría al quemar un barril de petróleo, más bien), para que un pozo sea rentable energéticamente, la energía consumida en la extracción de un barril de petróleo debe ser inferior a la que este barril contiene. ¿Qué pasa en caso contrario? Que invertimos una mayor cantidad de energía que la que obtenemos, lo cual es un despropósito se mire por donde se mire. El pozo pierde rentabilidad y debe abandonarse. Da igual que un hipotético inversor sin límite de capital ponga enormes sumas de dinero encima de la mesa, el pozo sigue sin ser rentable.

El llamado pico de petróleo (punto a partir del cual la producción decrece dramáticamente hasta que el pozo se abandona) es difícil de estimar, pero está mucho más cercano de lo que se cree. Si quedan reservas teóricas suficientes para 70 u 80 años, algunos autores estiman que el pico de petróleo, si no ha sucedido ya, puede encontrarse en un horizonte de menos de 10 años.

Cuesta imaginarse la vida sin petróleo, pero esta situacion llevaría en poco tiempo al colapso de la sociedad tal y como la conocemos. El ser humano consume ingentes cantidades de combustible en fábricas, transporte de mercancías y personas, etc. Pero el petróleo es el componente básico de los plásticos, un material esencial en nuestras vidas. ¿Qué puede ocurrir si el ritmo de extracción decrece según algunos modelos predicen? Pues que, literalmente, nos cogerá con el culo al aire y con los deberes sin hacer. No nos engañemos, las energías renovables no están en condiciones de asumir en poco tiempo el volumen energético producido por el petróleo y mientras esto sea así y mantengamos las restricciones sobre la energía nuclear, estamos bien jodidos.

Además de los conflictos que en el futuro se pueden producir por el control del agua potable, los conflictos por el petróleo serán igualmente brutales. Enfrentarán a productores con no productores y a grandes consumidores con países en desarrollo. Algunos se creerán con más derecho que otros a mantener su derroche y otros clamarán por su derecho a derrochar. Las mercancías no llegarán a destino; las personas no podrán viajar con rapidez y comodidad; se reanudará la explotación de carbón, de gas natural; recuperaremos medios tradicionales de producción... Retrocederemos al menos cien años y los países más industrializados serán los más afectados. El Infierno sobre la Tierra.

No obstante, hay algún resquicio para la esperanza, aunque no sé cómo de grande es. Y es que el razonamiento anterior también tiene un defecto de forma. Estamos asumiendo que el coste energético de la explotación crece continuamente y no tenemos en cuenta que se descubran métodos de extracción más eficientes que mantengan el ratio energía producida / energía consumida superior a la unidad.

Veremos.

viernes, 15 de octubre de 2010

El Día D

Aunque he estado unos días inundado de curro hasta las trancas, lo que ha estancado la progresión geométrica de entradas en el blog,  he podido terminar El Día D, de Antony Beevor.

En la línea de los grandes historiadores militares anglosajones, Beevor es un especialista en la Segunda Guerra Mundial. Sobre todo en los últimos años, sus libros se cuentan como verdaderos best-sellers, llegando al gran público con facilidad (caso de Berlín, la caída o de Stalingrado). Su fama de historiador ameno, no exento de rigurosidad, hizo que me animara y cogiera el libro en el Círculo.

La sensación es un poco agridulce y, probablemente, la culpa no sea suya sino mía. Es realmente difícil leer el libro sin la ayuda de un mapa de la zona. Los nombres de unidades, oficiales, soldados, equipo, se hace tan extensa que agota. El volumen de notas al pie de página, o notas numeradas que remiten al final del libro, es ingente. En el caso de estas últimas, lo que encontramos al buscar frenéticamente los diminutos números no pasa de ser una cita bibliográfica de documentos que no podremos consultar en nuestras vidas...

Aparte de esto, el libro es ciertamente ameno porque está salpicado de anécdotas cercanas, está escrito desde el punto de vista de los protagonistas. No cae además en el maniqueísmo y no escatima los datos objetivos de la brutalidad tanto de unos como de otros (hay precedentes; los rusos protestaron por su visión de la conquista de Berlín en la que no salen muy bien parados). Los SS eran unos fanáticos salvajes, rayando en la psicopatía, pero canadienses, ingleses y americanos pagaron con la misma moneda, en algunos casos sin que fuera siquiera justificable.

Es más, durante algunos pasajes simpaticé con los alemanes, por su afán de resistir a pesar de la abrumadora superioridad de hombres y medios de los aliados y a pesar de recibir órdenes de un loco que hacía ya mucho tiempo había perdido todo contacto con la realidad. Lo mejor que pudo suceder en los últimos años de la guerra, es que Hitler sobreviviera a los atentados. Podría ser que le hubiera sustituido alguien capaz de dar la vuelta al destino lo suficiente al menos como para permitir una paz honrosa.

Beevor no emite juicios de valor, ni morales ni estratégicos. Este es uno de los puntos que no me acaban de convencer. No es un novelista, es un historiador. Como aficionado a la Historia, busco algo más de alguien tan reputado como él. Si deja caer alguna que otra vez algún comentario sobre los supuestos errores de Montgomery, hecho de menos una argumentación que, aunque entiendo que en un libro no destinado a especialistas tiene que ser necesariamente simple, dé la impresión de que el autor tiene una opinión.

Es entonces El día D un libro con claroscuros. No es redondo, pero tampoco está mal. Aunque al final termine el lector con un batiburrillo de nombres en la cabeza, se hace una idea de la barbaridad de la guerra, de cómo los generales calculan las previsiones de bajas sin pararse a pensar que no se trata de meras cifras, sino de personas; vemos cómo las situaciones más desesperadas sirven para mostrar lo mejor y lo peor del ser humano. Aunque, normalmente, priman los más bajos instintos sobre los ejemplos de solidez moral.

Por todo esto, creo que se merece un aprobado. Un 6, casi cerca del notable. No obstante, no lo recomendaría a menos que el candidato a lector sea aficionado a la Historia o conozca algo de lo que va a pasar ante sus ojos.

Pero, a pesar de todo, tengo claro que si Dan Brown pudiera meter mano, El día más largo se convertiría en El desastre de Bahía Cochinos.

domingo, 3 de octubre de 2010

¿Dónde están los clásicos?

Uno, que ya tiene una cierta edad, cuando echa la vista atrás con un poco de nostalgia,  no deja de pensar con pesar que los clásicos han desaparecido.

Las primeras letras que leí, evidentemente aparte de aquellos míticos cuadernos de RUBIO (que, por cierto, todavía pueden encontrarse en grandes superficies y librerías especialidades) con algo de sentido, pertenecían a grandes maestros de la literatura. Nombres como Julio Verne, Walter Scott, Emilio Salgari, Robert L. Stevenson, Charles Dickens... Todos ellos son gigantes de la Literatura Universal, y los jóvenes adolescentes aprendíamos a leer y a apreciar los buenos libros mientras soñábamos con aventuras sin fin. Incluso lo más de lo más era la edición de las Joyas LIterarias Juveniles, versiones de tebeo de los clásicos de aventuras.

Sin embargo los tiempos han cambiado. No solo es que ahora se lee mucho menos, sino que se lee mal. Es evidente que se ha bajado el nivel de exigencia. Y no es que los arriba citados sean lo que se dice difíciles de leer, pero las sucesivas reformas de la enseñanza en España han llevado a crear una generación de jóvenes apáticos que no consideran necesario esforzarse por nada. Jóvenes con doce, trece o catorce años con niveles de lectura de niños de siete u ocho, que confiesan no haber leído un libro todavía, todo lo más un cómic, porque los libros no tienen dibujos.

Tambíén han cambiado las modas. No se lee, pero se ve la televisión muchas más horas que las recomendables. No se lee, pero se juega a la videoconsola hasta que se caen los ojos. No se lee, pero se sale de botellón hasta que se queman las neuronas. Es la teoría del placer inmediato. ¿Para qué leer un libro, durante una semana o diez días, si puedo obtener como retorno un estímulo más rápidamente con todo lo anterior?

Resulta además que muchas de las obras de los autores citados aún tienen plena vigencia. Porque además de aventuras, no falta la crítica social, los valores como la amistad o el honor. Y cuando se produce la deshumanización de la sociedad y a la relativización de la vida humana, cuando cada vez es más difícil para los padres inculcar estos valores, sigue siendo necesario que los jóvenes reciban estímulos positivos desde otras fuentes.

Mal vamos, si leer es ahora  carne de parodia, aunque sea tan buena como este Collejeros, de José Mota.

¡Dan Brown, cuánto mal has hecho!

domingo, 26 de septiembre de 2010

GCH

Acabo de colgar el relato con el que participaré en la categoría de ciencia ficción en el III Monstruos de la Razón: GCH. Pinchad en el enlace y además podréis ver alguno más.

Como en el anterior, Linaje real, he madurado la idea sin escribir una letra. Una vez que lo tuve más o menos claro, lo escribí en tres sesiones y lo corregí. Por supuesto, de la idea original a la finalmente plasmada en la web, hay alguna que otra diferencia.

Por cierto, que estuve dudando entre la versión final o cortar el último segmento. El sentido del relato varía mucho y las dos opciones me gustaban. Tras mucho pensarlo y obtener una buena opinión, decidí dejarlo como está ahora.

Yo creo que ha quedado bonito, así que sólo queda esperar.

El plazo del certamen finaliza el 30 de setiembre. Hasta entonces, trataré de dar forma al relato de terror, aunque no sea excesivamente original.

sábado, 25 de septiembre de 2010

El brujo que vino del Este

La Literatura Fantástica de calidad no viene sólo del otro lado del Atlántico. Un caso especial es el de la saga de Geralt de Rivia, del polaco Andrezj Sapkowski. De echo, la saga de Geralt de Rivia es un soplo de viento fresco que viene a regenerar el género, junto con Canción de Hielo y Fuego o El nombre del viento.

La saga se divide en siete libros (ocho en España, por problemas que luego comentaremos) en los que se cuenta la historia del brujo Geralt, cazador de monstruos y defensor de los hombres. Separado de sus padres cuando apenas era un niño, pues es un niño del destino. El detonante es un tópico de los cuentos infantiles: su padre, rescatado por un brujo, promete a éste entregarle lo primero que salga de su casa a su vuelta. El pequeño Geralt sale a saludar a su padre y debe ser entregado.

El brujo se lo lleva consigo a Kaer Morhen, donde viven los miembros de su orden, para ser entrenado. El proceso implica una serie de manipulaciones en el organismo de los chicos que muchos no soportan y mueren antes de completarse. De resultas de estas manipulaciones, los brujos disponen de sentidos más aguzados que el común de los mortales, así como mayor capacidad de resistencia o rapidez de movimientos. Todo se completa con una austera forma de vida y un rígido entrenamiento en combate. Su oficio, cazar monstruos, es siempre arriesgado. Un poco de magia siempre es de agradecer, así como sus dos espadas: de acero para los hombres, de plata para las bestias.

Geralt es más humano de lo que él mismo cree. Algo debió salir mal en su transformación, ya que uno de sus objetivos es despojar al candidato a brujo de sus emociones humanas, para convertirlo en más frío y calculador, esperando que ésto suponga una ventaja en el desempeño de sus funciones. Sin embargo Geralt es cínico, irónico, ama, odia...

Durante sus andanzas veremos a muchos personajes, algunos serán amigos y otros, los más, enemigos. Entre los primeros las hechiceras Yennefer o Triss Merigold, el bardo Jaskier o el vampiro Emiel Regis Rohellec Terzieff-Godefroy.

Si bien los dos primeros libros contienen historias cortas, la mayoría muy buenas como una nueva versión de La Bella y la Bestia o una historia de doppelgangers ciertamente interesante, a partir del tercero son novelas más o menos largas que narran la relación de Geralt con su propia niña del destino, Cirilla de Cintra.

La historia bebe en muchas ocasiones de tradiciones europeas, principalmente del Este del continente, lo que la hace sensiblemente diferente a lo que estamos acostumbrados, del sentido que podríamos denominar canónico cuya base es El Señor de los Anillos (que, paradójicamente, estaba basado en tradiciones anglosajonas, normandas y finesas) y que siguen fielmente las obras escritas en Estados Unidos o incluso en Europa y provocando un estancamiento del género.

Es tal el éxito de la saga de Geralt en su país de origen que se han realizado cómics, película y serie de televisión. Yo conseguí la serie, en polaco subtitulado al inglés y, si bien la estética no es a la que estamos acostumbrados, es muy fiel al original y tiene un toque retro que acaba siendo adecuado.

La edición española está muy bien, en la colección Bibliópolis Fantástica de la editorial Alamut. Cuidada en el diseño y en las calidades, con una edición y traducción sobresalientes y un precio ajustado. Nada que objetar si no fuera por el siguiente detalle: la traducción del último volumen, La Dama del Lago, se alargaba más de lo deseable (el mismo traductor envió una carta de disculpa, alegando bloqueo y saturación) y entre medias se publicó el primer volumen de Las guerras husitas, Narrenturm, traducida por el mismo profesional (lo cual, visto lo anterior, no deja de resultar curioso). La solución de la editorial ha sido publicar el volumen en dos tomos (con el siguiente añadido comercial). Asi que toda su labor quedará para siempre empañada por la duda: ¿ha sido un problema real o una elaborada labor de mercadotecnia y gran visión comercial?

Yo mismo juré y perjuré que por ahí no pasaba. Y pasé. Porque, creedme amigos, merece mucho la pena.

Pero no tengo un ápice de duda de que, si en un futuro más o menos próximo, ocurriera lo mismo con lo último de Dan Brown, no tendría ninguna dificultad de mantenerme firme en mis convicciones. Dios me dará fuerzas.

sábado, 18 de septiembre de 2010

La República Independiente de Mi Casa

Hoy toca alejarse un poco de los temas livianos que me gusta tocar, y adentrarse en las procelosas aguas de la crítica social y política. No es habitual emprender tal singladura, pero en ocasiones un hombre debe hacer lo que tiene que hacer...

Todo viene porque, buscando información y vídeos en youtube respecto al programa de sátira política Polònia, que se emite en TV3, me encontré con esta joya. Opino que es una muestra más de la hipocresía de la doctrina nacionalista, ojo, en cualquier sentido, y de esta mujer en particular, que me cae especialmente mal debido a su intransigencia.

Para el que quiera saber algo más del Valle de Arán o del nacionalismo aranés, que pulse aquí. Tenemos entonces una comarca que se siente diferente por mor de una lengua, una cultura y una historia diferenciada del resto de Cataluña. Lo mismo, lo mismito, que a otra escala defiende la señora del video respecto a España. Curiosa reacción de la señora del video, que demuestra su catadura moral o su falta de inteligencia. Comete un desliz, se mete en un charco que se convierte en un pozo de fango y es incapaz de dar marcha atrás.

Si algún día me da por ahí, explicaré por qué soy monárquico. Hoy diré simplemente que soy defensor de un estado federal que reconozca las diferencias entre los distintos componentes de un todo, desde el respeto y la comprensión. Reconozco y envidio las nacionalidades que pueden presumir de una cultura propia y la defienden, no como aquí, en la verde Asturias, en que todo eso se desconoce y sólo unos pocos (entre los que no me incluyo, he de añadir) ponen algo más que un vago interés en conocer la lengua y culturas autóctonas.

Dicho esto, lamento profundamente el giro que desde hace años han dado los distintos grupos nacionalistas que existen en España. Lamento cómo, partiendo de diversas mentiras que cualquiera con un mínimo de cultura y conocimientos de Historia de España reconoce como falsas o, cuando menos, distorsionadas por un victimismo artificial y mentiroso, se crea una panoplia de elementos diferenciadores que derivan en una confrontación que sólo favorece a los políticos que chupan del bote.

Tomemos el caso catalán. Por ninguna razón en especial, sólo porque la señora que sale en el vídeo defiende esta postura.

Territorio romanizado desde mucho antes que, por ejemplo, Asturias (al menos dos siglos). Forma parte del reino visigodo de Toledo y después es casi completamente conquistado por los musulmanes. Tras la derrota de éstos en Poitiers, el contraataque de los francos lleva a la creación de la Marca Hispánica, que debe vasallaje al emperador, luego heredado por los reyes de Francia. La evolución histórica del territorio lleva a la creación de diversos condados, más o menos independientes en la práctica pero, al fin y al cabo, territorio fronterizo. De todos estos condados, el de Barcelona va siendo más dominante.

Tras varios siglos de existencia, el linaje de los condes de Barcelona emparenta con la casa reinante de la Corona de Aragón y mediante un pacto se libera del vasallaje debido desde hace siglos en Francia. Hoy en día, los políticamente correctos hablan de monarquía catalano-aragonesa. Curioso entonces que, en Nápoles, se hable de este período como de "los reyes aragoneses". Los "catalano", brillan por su ausencia. He estado en Nápoles, sé lo que digo. 

Es pactista la forma de gobernar, lo cual no veo mal pues evita abusos de los reyes. El mismo Carlos I debe presentarse ante las cortes en Valladolid, Zaragoza, Barcelona y Valencia, para ser jurado como rey de todos los reinos de la monarquía.

Ese pactismo lleva a que la monarquía, débil en ocasiones por necesidad, tenga que plegarse a los deseos de uno de sus componentes. Especialmente Carlos I, con una política internacional centrada en Europa y el Mediterráneo, exige a Castilla sacrificios inmensos para proteger los intereses de los comerciantes catalanes y defender el Levante español de los ataques berberiscos, mientras trata de que las Cortes de Aragón le otorguen los servicios económicos prometidos. Un siglo después Cataluña encabeza la rebelión de 1640 tras tratar el Conde - Duque de Olivares de poner en marcha la Unión de Armas (avanzada a su tiempo, cada reino debería ayudar al esfuerzo de guerra común en la medida de sus posibilidades tanto en hombres como en dinero). El frente abierto debilitó aún más a la Monarquía Hispánica, acelerando su declive y sustitución como potencia hegemónica por parte de Francia.

Pero esta rebelión no fue óbice, valladar ni cortapisa para que, apenas 60 años después, los territorios de Aragón y especialmente Cataluña, se rebelasen contra su rey por derecho Felipe V de Borbón, por temor al centralismo impuesto en el país vecino, y apoyaran al pretendiente austracista. Vaivenes y contradicciones sólo explicables desde el punto de vista del que trata de obtener el mayor beneficio a costa del menor sacrificio posible.

El siglo XIX y el siglo XX ven una ingente inversión estatal en Cataluña (y otras comunidades "especiales"), especialmente industria química, textil o infraestructuras. Son los peajes a pagar para mantener contentos a unos pocos a costa de muchos. Pero parece que nada es suficiente para algunos sectores del nacionalismo, que tensan la cuerda casi hasta el punto de fractura... sobre todo en período electoral, esto es, cada 4 años.

Hablaba hace un tiempo con un compañero catalán, de Barcelona, probablemente nacionalista. Decía que pagaba muchos impuestos por los servicios que tiene. Mi réplica fue inmediata: dónde hay que firmar para, pagando sus impuestos, tener sus mismos servicios en Asturias. Dónde está el AVE, dónde la autovía del Cantábrico, dónde un aeropuerto sólo un poquito mejor que el que tenemos con precios asequibles para un puñado de destinos... Sólo tenemos una comunicación practicable con la meseta, así que ya no digamos con otros puntos de la Península...

Para pactar, es necesario también ceder. Pero algunos no entienden esta bidireccionalidad y tratan de obtener lo máximo sin tener en cuenta a los demás. No discuto que sean una nación, pero habrían de tener un poco menos de soberbia y un poco más de solidaridad. Muchas regiones no han tenido ni la cuarta parte de sus oportunidades y acumulan un retraso de décadas. Pero, como digo, nada es suficiente para algunos.

En estos tiempos europeizantes, es retrógrado mirarse el ombligo.

A veces pienso en mandar un correo electrónico a mi amigo Dan Brown para que, documentándose como sólo él sabe hacer, escriba un best-seller con una trama económico-histórico-política similar.

Bienvenidos a la república independiente de mi casa.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Canción de Hielo y Fuego

Hace unos meses hablaba de George Martin durante mi reseña de El sueño del Fevre. Hoy retomo su obra, más concretamente la serie de Fantasía Épica titulada Canción de Hielo y Fuego (ojo, si buceáis mucho por  el enlace puede que sepáis más de lo que quisiérais si pretendéis leer la serie).

Supe de ella leyendo un artículo de la última temporada en español de la revista Dragön, en la que se daban algunas pinceladas del uso del sistema d20 en la ambientación de la serie de Martin. Por aquella época yo vivía en Madrid, así que me dirigí a la tienda de Generación X más cercana y me compré los dos primeros tomos a la vez. Así, a lo bruto. El tío de la tienda me puso los libros por las nubes, así que me fui a casa más o menos tranquilo.

He de decir que se quedaba corto. Es lo mejor que he leído del palo en los últimos diez o quince años, junto con la saga de Geralt de Rivia y el descubrimiento que fue El nombre del viento, de Patrick Rothfuss, y del que ya hablé aquí.

La saga está compuesta, por el momento, por los títulos Juego de Tronos, Choque de Reyes, Tormenta de Espadas y Festín de Cuervos. Se espera la publicación para este año 2010 del siguiente volumen, A Dance with Dragons, en inglés. La serie se supone que contará con dos títulos más, hasta un total de siete.

Está basada en un mundo parecido a la europa medieval, con un gran reino dividido en distintos señoríos que se relacionan entre sí desde un punto de vista de vasallaje, un sistema feudal totalmente piramidal. Al oriente de este reino, que ocupa todo un continente, se encuentran islas divididas en ciudades-estado y grandes estepas dominadas por clanes errantes que recuerdan en gran medida a los hunos. La historia principal recoge influencias de la Inglaterra del siglo XV, durante la Guerra de las Dos Rosas. En el lejano norte, a modo de muro de Adriano, se encuentra el Muro, una enorme estructura de hielo en continua reconstrucción, que separa las tierras de los hombres de la invasión de Los Otros, fantasmas del pasado de los que hace siglos nada se sabe pero cuyo nombre se susurra y sirve para amedrentar a los niños desobedientes. La Guardia de la Noche es la orden, casi monacal, que sirve de defensa ante un posible ataque. Otrora un cuerpo de élite, cuya pertenencia otorgaba prestigio, ahora está compuesto las más de las veces por delincuentes que han sido condenados a "vestir el negro". Tras décadas de buen tiempo, las señales son cada vez más claras: se acerca el invierno y, con él, llegarán Los Otros.

La historia comienza con la visita del rey Robert Baratheon a su viejo amigo, Lord Eddard de la casa Stark, señor de Invernalia, en el lejano norte. Tras la muerte de Jon Arryn, antiguo tutor de ambos y Mano del Rey, Robert pretende que Eddard acepte el cargo de máximo consejero de la corona. A partir de ahí se desencadenan los acontecimientos, magistralmente narrados por Martin, que cada vez se complican más y más.

La estructura de cada novela se basa en capítulos narrados desde el punto de vista de uno de los personajes. Hay muchísimos, unos más importantes, otros menos, pero todos ellos desarrollados de tal forma que es imposible considerarlos buenos o malos. Todos ellos tienen una motivación y algunos caen más o menos simpáticos, pero todos evolucionan con el pasar de las páginas (cada tomo cuenta con unas 800 o 900, todo hay que decirlo), de tal forma que no es extraño que el lector coja cariño a alguno al que hasta hace poco no podía ver.

El trabajo de Martin es ingente. Cientos de nombres, heráldica, lemas familiares; decenas de lugares, ciudades, villas, con costumbres e historia propias... Todo junto da la sensación de que los personajes vagan por un mundo vivo, en continua evolución. Es como si la Tierra Media la hubieran desarrollado guionistas de Hollywood.

Hablamos de personajes como Eddard Stark, Jon Nieve, Robert Baratheon, Cersei Lannister, Jaime Lannister el Matarreyes, Tyrion Lannister, Ser Davos Seaworth, Samwell Tarly, Arya Stark, Brianne de Tarth, Sandor Clegane el Perro, Ser Gregor Clegane la montaña que cabalga, Ser Ilyn Payne, Ilirio Mopatis, Daenerys Targaryen, Sansa Stark, Qorin mediamano, Theon Greyjoy, Ser Beric Dondarrion, Ser Barristan Selmy.....Todos ellos tienen su momento, todos tienen sus historias detrás, su bagaje, todos están vivos... Pero, querido lector, no te encariñes demasiado con ellos. El mundo de Canción de Hielo y Fuego es duro y algunos no viven para contarlo.

La lectura engancha desde el primer momento. La trama está bien hilada, los momentos de acción se suceden, incluso la épica o la magia aparecen en sus justas pinceladas. Martin es un maestro manteniendo en vilo al lector, dando giros inesperados y, por qué no decirlo, asesinando vilmente a nuestro personaje favorito.

Gigamesh está realizando un gran trabajo, la traducción es excelente, todo es maravilloso. La única pega es que el ritmo de escritura de Martin se hace exasperantemente lento. Los tres primeros tomos salieron en un lapso de cuatro años, para después tener que esperar cinco más para tener el cuarto tomo. Y el quinto saldrá, si todo va bien, cinco años después del cuarto. A este ritmo, nos quedan diez años para ver el final de la historia. Esperemos que todos estemos ahí.

Evidentemente, no espero del mismo modo la siguiente obra de Dan Brown.

Por cierto, si alguno quiere saber algo más, visitad el enlace de Asshai en la columna de la derecha de este blog.

De verdad, merece la pena.

"Se acerca el invierno"


miércoles, 1 de septiembre de 2010

Las grandes batallas de la Historia

Coincidiendo con el septuagésimo primer aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial (SGM o WWII si eres sajón), vengo a contaros mis impresiones del libro del equipo de Canal de Historia en su edición del Círculo de Lectores.

Vaya por delante que el Canal de Historia, al menos cuando yo podía verlo, era de lo mejorcito que te podías echar delante en la televisión, aunque ahora no sé qué decir, porque no tengo accesso a él. Digo esto porque, basado en esa memoria, compré el libro. Un libro que no es lo que se dice barato.

Y la sensación es un poco agridulce. Me explico: es Historia, por lo que lo leo con gusto, pero al final no aporta prácticamente nada nuevo. Comencemos por la elección de batallas: Qadesh, Maratón, Termópilas, Gaugamela, Cannas, Alesia, Las Cruzadas, Navas de Tolosa, Azincourt, Otumba, Lepanto, Austerlitz, Trafalgar, Bailén, Waterloo, Blenheim, Gettysburg, Little Big Horn, Verdun, Batalla de Inglaterra, Stalingrado, Día D, Ardenas, Midway, Inchon, Los Seis Días, Ofensiva del Tet, Malvinas, Tormenta del Desierto...

La elección, como cualquier otra, es discutible. Han tratado de seleccionar al menos una batalla por cada período representativo o por cada personaje histórico relevante. Eso no es del todo malo, pero nos lleva a alguna elección que choca más que otras, como Otumba, Little Big Horn, Malvinas, Bailén... ¿Qué pasa con los Campos Cataláunicos o Adrianópolis, Poitiers, Pavía o San Quintín, Rocroi, Solferino....? Como digo, la elección siempre sería discutible, pero creo que cualquiera de éstas que acabo de nombrar no desentonaría ni mucho menos en el libro y, claramente, sustituiría a alguna.

Vayamos ahora al tema de la extensión. Aproximadamente 700 páginas para 30 batallas da a poco más de 20 páginas por batalla. Tampoco estaría mal, si no fuera porque en cada capítulo hablan de acontecimientos anteriores y posteriores a la batalla, para su mejor ubicación en el marco histórico correspondiente. La consecuencia de ello es que el grado de detalle es mínimo, necesariamente.

A esto añadamos que hay errores de bulto, principalmente en fechas. Lo que denota una deficiente revisión del texto. Porque en los libros de Historia suele haber fechas, y estas tienen que ser exactas. No vale decir que Julio César murió en el año cuarenta antes de Cristo, o algo así, sino que fue asesinado el día de los idus de marzo de 44 a.C. Pues lo mismo: Pedro de Rusia no vivió en 1620, que lo sepan...

Finalmente, la bibliografía de cada capítulo no es demasiado exhaustiva.

A modo de resumen, diría que el libro se aprovecha descaradamente del supuesto prestigio del Canal de Historia para darnos un repaso histórico bastante ligero. Adecuado para el lector casual, pero también esos errores de datación o de nombres llevarán a error, y eso no puede ser.

Pues nada, como supongo que tampoco tendrían muchas más pretensiones, con un aprobado es más que suficiente.

domingo, 29 de agosto de 2010

Solomon Kane, la película

Hace unas pocas entradas hablaba de las historias de Solomon Kane, con bastante buena impresión. Así que dedicí dar el salto a su adaptación cinematográfica.

El resultado es más bien decepcionante en su conjunto. Aunque la película cumple su función, que es entretener al personal durante unos 100 minutos, después de verla no queda nada. Da la sensación de haber visto una película más, sin nada verdaderamente perdurable. Todo está dentro de la corrección: el guión, la fotografía, los efectos (sin alardes), el reparto... Pero en ningún caso se va un paso más allá, no destaca...

Es cierto que también se toma algunas licencias, pero con un buen fin. No es habitual que el protagonista tenga una catadura moral, digamos, difusa. En Hollywood todo es blanco o negro: los héroes son héroes, los malutos son malutos. Así que hay que construir un pasado para Kane, de tal forma que una desgracia familiar lo empuje a hacer el mal, pero su naturaleza le hace reflexionar para volver a ser el héroe que siempre debió ser. ¿Quién si no sería capaz de sacrificar su alma inmortal para salvar a una casi desconocida chica?

No obstante, a pesar de estas licencias, considero que es bastante fiel al personaje literario. En ese sentido, la película es como en el resto, satisfactoria sin más.

Una cosa que no me ha gustado es el doblaje de Kane. Habla permamentemente como si gritara pero sin llegar a hacerlo. Siempre enfatizando su voz. No sé, no me convence. Me recuerda a Viggo en Alatriste.

Una cosa que sí me ha gustado es la elección del protagonista. James Purefoy, al que conocía de su papel de Marco Antonio en la gran serie Roma. Espero verle más a menudo por las pantallas.


martes, 24 de agosto de 2010

Linaje real

Aquí estamos de nuevo, probando suerte en el III Certamen Monstruos de la Razón. Tras el fiasco del año pasado vuelvo con ánimos renovados, esperando al menos colar algún relato entre los finalistas.

Acabo de depurar un poco el de Fantasía, Linaje real. Después de un tiempo dándole vueltas a la cabeza con la trama, me he puesto a darle a la tecla. Lo acabé el domingo y ha estado reposando desde entonces, hasta que hoy lo he retocado un poco. Pensé que uno de los errores cometidos otros años era no revisar convenientemente los textos.

Son 1.993 palabras (el máximo del certamen son dos mil), el relato más largo que he mandado nunca a este concurso. Creo que me ha quedado bien, aunque sigo dándole vueltas al final. Quizá me haya pasado de sutil o que poca gente coja el guiño. Pero como me gusta tanto, lo he mandado igual.

En unos días espero colgar el de Ciencia Ficción y, con un poco más de tiempo, el de Terror. Este año voy a enlazar directamente a la web de OcioZero los relatos, así evitamos tamaño en el blog y podéis navegar un poco por la página.

Espero que os guste el relato

viernes, 13 de agosto de 2010

Ivanhoe

Ayer dí por sorpresa con esta película. La estaban poniendo en La 2 y, cómo no, me quedé enganchado (por cierto, una gozada ver cine sin publi). Cine de aventuras, un clásico. No entraré aquí en el argumento. Pienso que es de todos conocido.

Pero viéndola no puedo menos de acordarme de aquellas tardes de sábado en que veíamos "Sesión de Tarde" después de comer. De vaqueros, de aventuras, melodrama, comedias... Tirados sobre la alfombra, con pijama en invierno o con pantalones cortos en verano, en aquellas teles en blanco y negro (sí, tan mayor soy) y con dos canales para elegir: el de siempre y el UHF.

Con Robert Taylor en el papel del noble sajón Wilfredo de Ivanhoe, pasa ante nuestros ojos la Inglaterra del siglo XII. Colores artificiales, decorados de cartón piedra, peculiares vestuarios y atrezzo, armas de pega, extrañas ideas sobre lo que es la caballería y los caballeros, actores casi en la cincuentena que encarnan personajes mucho más jóvenes, con bigotitos engominados, bisoñés imposibles y engominados y caídas de ojos, siempre inasequibles al desaliento, riéndose de sus verdugos, siempre vencedores ante la adversidad.

No dudo que en su época fueran grandes superproducciones, pero hoy en día no pueden dejar de mirarse con simpatía las ingenuas escenas de acción: flechas que parecen lanzarse a puñados sobre las almenas del castillo; armas supuestamente contundentes que rebotan en el adversario sin causar daño; caídas a distinto nivel un tanto patéticas, entre desgarradores gritos de agonía provocada por heridas sin sangre.

¿Qué decir del doblaje? ¿Cómo olvidar las voces lánguidas de ellas, o las varoniles de ellos, encargados de proteger a las sufridas doncellas? Esa música de fondo remarcando los momentos más profundos, esas estruendosas trompetas que de cuando en cuando amenazan con rasgar nuestros tímpanos. Esos mensajes de integración racial, en este caso referido a los judíos, en un país como los Estados Unidos en que la segregación era práctica activa en una porción importante de su territorio. Paradójico, cuando menos.

Entretenimiento en estado puro. Si no hubiera existido, habrían tenido que inventarlo.

Para el final dejo a Elizabeth Taylor. Rebeca, la bella hija de Isaac de York, que contra toda esperanza ama a Ivanhoe y es a su vez deseada por Brian de Bois-Gilbert. Pocas veces he visto en cine una mujer tan hermosa y a ella misma sólo la puedo comparar en La gata sobre el tejado de cinc. Guapa, guapa y reguapa. Como Sofía Loren en El Cid o en La caída del Imperio Romano. O Elke Sommer en El premio. Vaya tres. Visto esto, cuánto hemos perdido en ese sentido. Las actrices de ahora sólo enseñan carne o se convierten en remedos violentos de su contraparte masculina. Ains, cómo hecho de menos el cine de los 50 o 60...

Sólo nos falta Víctor Mature, probablemente el peor actor de la historia, para completar el cuadro. Cuentan que en una ocasión quiso entrar en un club o en un restaurante y no le dejaron pasar. "Lo siento, señor. No se permite la entrada a actores". "Yo no soy actor" contestó sin inmutarse, con la misma cara que puso en cientos de escenas. "Tengo 64 películas para probarlo". Así, con un par.

Espero que algún día Dan Brown tenga los redaños para decir: señor mío, yo no soy escritor; tengo cinco novelas para probarlo.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Clones

Vamos hoy con un poco de cyberpunk.

Confieso que empecé el libro con un poquito de desconfianza... o un mucho. La fuente que me lo hizo llegar se había descolgado anteriormente con unas recomendaciones harto dudosas, así que no las tenía todas conmigo. Pero esa desconfianza pronto se descubrió infundada o, por lo menos, exagerada.

Estamos en un futuro relativamente cercano, siglo XXII, en una ciudad llamada Nueva Richmond que no es sino un enorme centro comercial volante que ha caído a tierra y cuyos habitantes han desarrollado una cultura exclusivamente urbana, estratificada de tal modo que la pirámide social deja de ser una metáfora para convertirse en una realidad: cuanto más elevada es la posición de una persona, vive y se relaciona en una planta superior del centro comercial, más cerca de la cúspide.

Antes he dicho que hablaría de cyberpunk. No es del todo cierto, ya que la novela podría también clasificarse con la misma facilidad dentro del género negro. El protagonista, Jack Randall, es un antihéroe que narra la historia en primera persona, antiguo policía, drogadicto, alcohólico y autodestructivo. Se dedica a trabajar a deshoras para llegar a casa sin tener que dar conversación. Resulta un ser atormentado no obstante por la muerte de su mujer y su hija de corta edad, horriblemente asesinadas, de la que es sin duda responsable.

Por azares de la vida, se encuentra fuera de Nueva Richmond trabajando en una Granja. Esto no es más que un edificio en el que se crían clones de personas pudientes a los que se extirpan miembros u órganos para reemplazar a los que pueda perder el original. Un ramalazo de ética hace que no pueda soportar esta situación, moderna esclavitud, y huya en compañía de un reducido número de "recambios" (curioso, pues el título original de la novela es "Spares"). A partir de aquí, se desarrolla la trama, alternando secuencias en el tiempo actual con repetidos flash-backs del protagonista que ayudarán a entender la historia y sus motivaciones.

Pero la presencia de los recambios, los clones, y esa nueva esclavitud, finalmente parece una excusa. No hay un desarrollo claro y parece que son mera ambientación. Escrita a mediados de los noventa, el entorno cyberpunk está bastante alejado en cuanto a valentía y calidad de lo que William Gibson hizo con Neuromante. Cuanto más lo pienso, más creo que el ambiente tecnológico no es más que un continente sin demasiado interés para el autor.

Si bien es cierto que la novela está plagada de clichés y peca de escasa originalidad (a no ser la acertada recreación de la sociedad de Nueva Richmond), se lee agradablemente. Tenemos un poco de todo: bajos fondos; amigos de Randall que le ayudan desinteresadamente y que en ocasiones pagan por ello; recreaciones sintéticas de personalidad; tiros; diálogos bien construidos teniendo en cuenta el entorno...

Aún así hay partes que se hacen áridas, como la visita que hacen al Abismo, una especie de realidad virtual en la que se desarrolla una guerra sangrienta y sin fin.

El final se hace demasiado precipitado y choca un poco con el resto del texto. Si hasta entonces hemos tenido una sociedad materialista, ahora se deja entrever un cierto mesianismo que, para mi gusto, está fuera de lugar. Por añadidura, el final feliz del chico-conoce-chica resulta demasiado edulcorado. No es que Jack Randall no se lo merezca, es que resulta un poco forzado y típico final feliz de Hollywood.

A pesar de todo lo dicho, me ha gustado. Merece un aprobado por los buenos ratos que he pasado leyéndola, aunque no entre en los anales del género.

Por cierto, el autor es Michael Marshall Smith.