miércoles, 5 de enero de 2011

Bendita inocencia

Hoy va de nostalgia.

Se acerca la noche de Reyes. Ésta es además la primera vez que la peque, que va a cumplir cuatro añitos el próximo febrero, se da cuenta de las cosas y tiene verdadera ilusión por los regalos. Este año hemos escrito la carta. Bueno, yo la escribía y ella me la iba dictando. Sufrió un momento de crisis, porque no sabe escribir, pero cuando vio que su papi la iba a ayudar, se relajó.

Fuente: Wikipedia
Rejuvenece ver la chispa en sus ojos, cómo escucha la historia una y otra vez y cómo va ordenando en su cabecita el proceso: las zapatillas bajo la ventana (cerrada, ¿eh?); una jarra de agua para los camellos y unas galletas para los Reyes (la crisis, qué se le va a hacer). Sabe que tiene que irse a la cama "prontito" porque los Reyes son muy "vergonzosos" y no quieren que los niños los vean. Y, sobre todo, no se aguanta la impaciencia por ver sus regalos.

No somos ricos, ni mucho menos. Somos clase media, pero como todos los padres intentamos que si alguien tiene que sacrificarse, no sea ella. Así que hemos cumplido todos sus deseos. Con la ayuda de abuelos y tíos, por supuesto, que se han portado.

La verdad es que da un poco de vértigo pensar que esto durará apenas cinco o seis años más, hasta que sepa la verdad. Entonces se perderá la magia aunque se mantenga la ilusión. Quieras que no, no es lo mismo. Me acuerdo de cuando yo lo supe hace algo así como un cuarto de siglo. No fue lo mismo.

Dejé de intentar quedarme despierto toda la noche. Dejé de montar el escenario, con las zapatillas bien cerca de mi cama, tratando de engañarles para poder oírles y despertarme... Son muchas cosas las que se pierden y, aunque otras muchas se ganan, la inocencia pesa decisivamente en la balanza.

Y hoy, viendo a mi peque, recuerdo también los regalos que tuve y que nunca olvidaré: mi primer (y único) coche teledirigido, un Mercedes que tenía hasta luces y que iba con unas cuantas pilas "de las gordas"; el barco pirata de playmobil, maravilloso, precioso, sin duda el juguete más bonito que he tenido nunca y con el que disfruté durante años; el fuerte, Fort Randall, también de playmobil. Sin duda los clicks eran mis favoritos. ¡Las horas que eché con mi vecino Pedro! No cambiaría estos juguetes por nada del mundo. Todavía hoy se me van los ojos detras de la galera romana o los castillos fantásticos, dragones y demás. Si por mi fuera...

Los niños tienen hoy en día más variedad que la que tuve yo, pero los juegos electrónicos no pueden competir con los nuestros, porque nosotros estimulábamos la ima
ginación. También me gustan los videojuegos, me encantan, pero no tienen ese sabor especial.

También tienen más cantidad. Yo, con una o dos cosas me tenía que conformar. Este año mi peque habrá tenido en total siete cajas repletas de ilusión. Y eso que nosotros tratamos de limitar las cosas, en cierto modo: dos o tres regalos en casa; uno en cada casa de los abuelitos; otro por cada tío. Ojalá lo valore todo, dentro de unos años y lo recuerde con cariño.

¡Que os traigan muchas cosas los Reyes!

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