domingo, 2 de enero de 2011

Ratas y gatos que hablan

El último libro que he leído del maestro Terry Prattchett va de eso. O lo que es lo mismo, El asombroso Mauricio y sus roedores sabios. O lo que es lo mismo, el flautista de Hamelin revisitado con mucha retranca.

Ya sabemos que Prattchett trata la magia como algo parecido a la energía nuclear. En algunos casos, hemos sido testigos de clanes de hormigas que viven en la Universidad Invisible que construyen pirámides y entierran a sus muertos. En este caso, tras años comiendo de los desperdicios de la Universidad, las ratas desarrollan inopinables capacidades para un roedor. Y Mauricio, tras años alimentándose de las ratas que se alimentan de los desperdicios de la Universidad, desarrolla otro tanto de lo mismo.

Acompañado por ratas con nombres peregrinos como Melocotones, Peligro Alubias, Nutritiva, etc. (al aprender a leer eligieron los nombres que más curiosos o sugerentes les parecieron) y un chico con cara de tonto (y una flauta), se dedican a ir de pueblo en pueblo timando al personal y llevando una desahogada existencia. Pero un último show en Mal-Baden, bucólico pueblecito de Überwald, está a punto de dar al traste con todo ello.

Es una historia trepidante, trufada de los habituales golpes del Maestro y constantes guiños al imaginario popular. No hay que olvidar que, aunque situada en el Mundodisco, esta historia se escribió para un certamen de literatura juvenil. El resultado es, no obstante, plenamente satisfactorio aun sin ser de lo mejor de la serie (algún día habrá que intentar clasificarlos).

Además de las coñas, también nos encontramos reflexiones más profundas, porque Prattchett también hace pensar con sus historietas. Como el líder visionario (paradójicamente una ratita pequeña, albina y casi ciega) que tiene como meta en la vida elevar el nivel espiritual de su clan. Aunque sus esperanzas se basen en un cuento infantil.

Un siete para Mauricio y sus ratas.




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