domingo, 20 de febrero de 2011

Ya casi hace 30 años

La tarde del 23 de febrero de 1981 salí con mis padres de la consulta de Montes-Noriega, el otorrinonaringólogo (me fascina esta palabra) que me iba a extirpar las vegetaciones al día siguiente por la mañana. Por la radio de nuestro SEAT 1500 (de color verde manzana) oímos la noticia de la toma del congreso.

Hoy, casi 30 años después, echo la vista atrás y recuerdo.

Recuerdo que apenas fui consciente de los hechos, aunque mis padres cambiaron de actitud. Tenía apenas siete años, pero esas cosas se notan. A la preocupación por la operación (leve, sin necesidad de ingreso, pero siempre he sido un poco nervioso para estas cosas) se unía, presumo, el miedo a lo que se podía armar. Habían vivido una dura posguerra y ahora quizá vivirían una guerra.

Cuando fueron a la farmacia del barrio, la gente hablaba del bombardeo de Gijón durante la Guerra Civil por parte de un barco de guerra, así que llegaron con tembleque en las piernas. Mis preguntas respecto a quiénes eran "los buenos" tampoco es que ayudaran mucho.

Recuerdo que me metieron pronto en la cama; aunque no se sabía qué pasaría, se supone que iban a operarme prontito al día siguiente. Me dieron la medicación (en realidad, un hipnótico o algo así), me dejaron al cuidado de mi hermano, creo, y se fueron a casa de los vecinos. Allí les decían cosas como irse a la casa del pueblo y tal, una versión como otra cualquiera del "echarse al monte" de toda la vida.

Así hasta que, ya de madrugada, vieron por televisión el mensaje del Rey. En ese momento creo que respiraron un poco, aunque las noticias de que en Valencia habían salido los tanques a la calle no habían sido muy tranquilizadoras. Además, desde que volvimos de la consulta médica y fueron a la farmacia, no volvio nadie de casa a salir a la calle. Como el piso de mis padres es totalmente interior... no tenían ni idea de lo que había sucedido o lo que había podido suceder.

Finalmente, la mañana del día 24 mi padre fue a trabajar y mi hermano fue al colegio. Mi madre y yo, acompañados por una vecina, fuimos a que me extirparan las vegetaciones. La intervención se hacía sin anestesia aunque iba totalmente drogado con los medicamentos, no recuerdo si supositorios o pastillas, que tomé la noche anterior y aquella misma mañana.

Es curioso cómo algunos recuerdos, por banales que sean, permanecen en la memoria. Apenas recuerdo otra cosa más que las bolsas de plástico verde con las que me cubrieron los pies antes de entrar en el quirófano. Recuerdo, como si fuera hoy mismo, que pensé que eran bolsas de supermercado mientras iba tambaleándome por los efectos de los sedantes.

Al salir del hospital me compraron un airgamboy. A mí, que siempre he sido de los clicks de playmóbil... Pero bueno, era un motorista, tenía bigote, llevaba casco y en las manos parecía que llevaba guantes. No sé por qué, en mi inocencia, lo llamé Milans Del Bosch. Al principio fue el héroe de mis juegos pero luego, por ser más grande que los demás y un abusón, se llevó la peor parte.

La historia es por todos conocida. A pesar de ello, no me canso de ver cualquier programa especial que por estas fechas se emiten en las cadenas de televisión, ni de leer cualquier reportaje en revistas o periódicos, que tratan lo que se dio en llamar el 23-F.

Aún admiro a Suárez, Carrillo y, por encima de todo y de todos, a Gutiérrez Mellado. En su enjuto cuerpo, entrado en años, encarnó el ansia de libertad del pueblo español, valiente y frágil a la vez. Y me maravillo cuando veo las imágenes en las que, ni siquiera la insidia traicionera de Antonio Tejero fue capaz de ponerlo de rodillas. La vida no es justa, está claro, y Gutiérrez Mellado falleció en accidente de tráfico cuando se dirigía a dar una ponencia a un grupo de estudiantes que, supongo, hoy tendrán más o menos mi edad.

No falta quien dice que, aún hoy, estamos lejos de saber todo o de entender algunas implicaciones. No entraré en ello, pero sí considero que es un capítulo importante, probablemente el más importante de la Historia reciente de España. Y que no debemos olvidar, porque si olvidamos, la Historia tiene una molesta tendencia a repetirse.

Humildemente, dedico esta entrada a la memoria de todos los que aquel día se estremecieron como mis padres.

jueves, 17 de febrero de 2011

Beowulf

Tengo debilidad por las historias de vikingos. He visto infinidad de veces la película clásica con Kirk Douglas y Tony Curtis; he visto también Alfredo el Grande, historia de la invasión danesa en Wessex; he leído Devoradores de cadáveres y su adaptación al cine con nuestro Antonio Banderas; he leído sagas islandesas; leo con fruición el Thor de Marvel; he jugado en la Europa mítica de Runequest...

Tenía ganas hace tiempo de ver Beowulf, aunque al ser película de animación basada en actores reales no estaba demasiado convencido. Hace algo así como un mes la pusieron en la TPA (Televisión del Principado de Asturias), que acostumbra a que las películas no carguen con la pesada losa de la publicidad, pero la pillé empezada y no me apeteció seguir. Unos días después, mis frikiamigos me dijeron que estaba bastante bien, (algo previsible, en cualquier caso) así que pensé que había llegado el momento.


Debido a mi actual ritmo de vida, la vi en dos sesiones. Y tengo que decir que me gustó mucho. La historia lo hizo desde el principio (la entrada en escena de Grendel es apoteósica; la llegada de Beowulf y sus bravos, también) aunque la animación, si bien tiene momentos brillantes, no me convenció demasiado.

Verdad es que con poco que hagan ya me tienen ganado. Y de eso, Beowulf tiene mucho: ambientada en el siglo VI, el cristianismo ya es pujante incluso en el Lejano Norte, a pesar de que el culto tradicional a los dioses nórdicos duraría al menos otros tres siglos. Beowulf se dirige a reino de Hrotghar, actualmente víctima del demonio Grendel, al que Beowulf se compromete a matar. La lucha en la sala de festejos es acojonante, así como la persecución a su guarida para comprobar el éxito. Allí aparece la madre de Grendel (con el cuerpo, nunca mejor dicho, y la cara de Angelina Jolie) y allí el héroe cae en el deshonor. Más tarde, ya anciano, recuperará su autoestima a costa de su vida.

Como digo, la historia tiene grandes momentos: los discursos laudatorios, típico juego de palabras de los nórdicos, tanto de uno mismo (engrandeciendo sin rubor una historia contada mil veces) como de los demás; las escenas de lucha; el suicidio de Hrothgar saltando por la ventana, cómo no, con la espada en la mano; el valor del héroe, conocido en todo el mundo, enfrentándose desarmado a un frisón que invade su reino; el fatalismo con que Beowulf acepta la muerte a cambio de la victoria... Vikingos, al fin y al cabo: desprecio por la muerte y disfrute de la vida. Hasta aquí, de diez.

Pero la animación, ya he dicho, no me convence. A pesar del parecido con actores reales, en algunos casos asombroso (reconocí a Anthony Hopkins y John Malkovich además de a Angelina) y a efectos impresionantes como el mar embravecido o las gotas de agua, los personajes tienen algo de irreal, algo de expresión forzada, que hace que sea imposible olvidar que estamos ante una película sin actores. Al final, es como si viéramos una fábula, una peli de dibujos para adultos. Aquí pondría un aprobado raspado.

Por todo esto, la nota no puede sino ser la media de ambas, un notable.

No obstante lo dicho, la película no se hace en ningún caso larga; la historia es vibrante y, a poco que interese el tema o la ambientacíón, hará pasar seguro un buen rato.

Muy recomendable.

domingo, 13 de febrero de 2011

Canciones que cantan los muertos

Recopilatorio de historias de George R.R. Martin, publicado allá por principios de los años ochenta. Aquí se nos presenta una serie de cuentos cortos de temática variada y un alto nivel de calidad.

En El tratamiento del mono es una muy interesante historia cuyo protagonista, un hombre exageradamente obeso pero aparentemente contento a pesar de ello, decide ponerse a régimen al encontrarse con uno de los compañeros de una terapia para adelgazar que se ha quedado en el chasis. Al desplazarse al lugar indicado, le dan un mono que inmediatamente se coloca a su espalda y que tiene la misión evidente de no dejarle probar bocado a pesar de los ingeniosos trucos que intenta para librarse de él. Curiosamente solo él parece ser consciente de la presencia del monito que, poco a poco, se convierte en monazo. Martin es capaz de transmitir la agonía del hambre y la desesperación del protagonista. El final, sorprendente. De los mejores relatos de la antología.

En la casa del gusano es original, pero no me llegó. Describe una sociedad que vive en ciudades subterráneas y adoran a una especie de gusano (al principio pensé que podría estar relacionado con La guarida del gusano blanco, de Robert E. Howard, pero pronto me di cuenta de que estaba equivocado). La historia transcurre con facilidad, pero no logra enganchar. Baja el nivel.

Los hombres de la aguja es una brillante historia de misterio en la que, a base de retazos, el protagonista va construyendo una historia apasionante en la que ve su oportunidad en el mundo del periodismo: misteriosos hombres armados con agujas hipodérmicas, secuestran personas generalmente de raza negra para servir a oscuros propósitos. Lo que el protagonista ignora es que la solución al enigma se encuentra mucho más cerca de lo que cree. Muy bueno.

Los reyes de la arena fue premiado con el Hugo y el Nebula, lo que hay que reconocer aunque no fuera el que más me gustó de la recopilación. El protagonista, ávido coleccionista de mascotas cuanto más extrañas mejor, se hace con los reyes de la arena, una especie de insecto que cuenta con una mente-colmena y que trata de alimentar y proteger a su "reina". Martin transmite muy bien la ruindad y crueldad del dueño de los insectos, haciéndole odioso al lector mientras la simpatía por las criaturas aumenta en igual medida. Al final cada uno tiene su merecido. También muy bueno.

De Esta torre de cenizas poco puedo decir. No se me ha quedado en la cabeza, lo que indica que no pudo atraparme. Demasiado onírico, creo que no lo entendí. El más flojo.

Recordando a Melody es el último y recupera gratamente el interés. La visita de una antigua amiga de la facultad cambiará la vida del protagonista para siempre. No debo decir más porque destriparía la historia, pero es muy interesante y atrapa desde el principio. Muy bueno.

En general, la recopilación tiene un nivel muy bueno y no desmerece a otras obras de Martin. La pondría bastante por encima de Muerte de la Luz y algo mejor que Los viajes de Tuf, aunque ligeramente por detrás que El sueño del Fevre. Creo que un notable alto es bien merecido.



domingo, 6 de febrero de 2011

Cuesta abajo y sin frenos

Una vez llegas a la cima, es bastante complicado mantenerse allí. Algunos no lo consiguen nunca. Lo más normal es que se produzca una bajada más o menos acusada y quizá, con suerte, algunos momentos de recuperación.

Lo jodido es cuando tu carrera empieza en la cima. ¿Qué hacemos entonces? ¿Qué opciones tenemos? La estadística dirá que lo que nos queda es ver languidecer nuestra carrera hasta que por aburrimiento cambiemos de registro.

Me parece que es lo que le pasa a M. Night Shyamalan. El sexto sentido es brillante, aunque pertenezca a ese grupo de películas que solo se disfrutan realmente la primera vez que se ven (otra que recuerdo es The game, con Michael Douglas y Sean Penn). Engaña perfectamente al espectador. Bueno, no le engaña, sino más bien es el espectador el que se deja engañar presuponiendo cosas al ver escenas que no son lo que uno ha pensado.

Tras El sexto sentido llega Unbreakable (en castellano El protegido, pero el título original me parece mejor y más descriptivo), una historia de comic en el mundo real que a mí es la que más me ha gustado. Aunque sea de inferior calidad a su primera incursión en el cine, tiene un algo que la hace especial.

Señales es prescindible exceptuando algunos momentos como los cascos de papel albal o algún que otro susto. Por su parte, El pueblo es previsible y deja un regusto bastante amargo, un pudo ser y no fue. Todavía no he visto La joven del agua ni El incidente, pero las críticas que he leído confirman más o menos lo expuesto.

Y llegamos a la que es el motivo de esta entrada: Airbender, película que vi en el tren camino de Madrid. pero creedme que el hecho no influye en la opinión. 



Airbender parte, como siempre con este director, de una buena idea: un mundo dividido en cuatro naciones en las que los cuatro elementos (agua, tierra, fuego y aire) son fundamentales en cada una de ellas. Hay maestros de cada elemento que los puede manipular a su antojo. Algunos pueden manipular quizá dos de ellos... Y el Avatar puede manipularlos y controlarlos a todos, siendo algo así como el fiel de la balanza. Actualmente, tras 100 años desaparecido, el Avatar es un niño que apenas ha aprendido a controlar el aire y que busca desesperadamente maestros que lo instruyan en los otros elementos para ocupar lo antes posible su posición mientras la nación del Fuego guerrea con las demás en su afán de dominar el mundo.

Tampoco la estética está mal del todo. Oriental, tanto chinojaponesa como hindú (bastante presente esta última, un estilo Bollywood bastante curioso).


Pero la historia no acaba de enganchar. No hay personajes carismáticos, sino un batiburrillo de secundarios bastante arquetípicos a los que apenas se les percibe un atisbo de interés. No ayuda tampoco el doblaje, que convierte a los niños y adolescentes protagonistas en unos pedantes desagradables bastante odiosos... Ahora que he rebuscado algo de información y he visto que la historia está basada en una serie del canal Nickelodeon, ya no estoy seguro de si la culpa es totalmente del Shyamalan, ni si la cosa habría sido distinta a cargo de otro perpetrador, pero ya no estoy seguro de querer averiguarlo.

Parece que la cosa va para trilogía. No tengo estómago para seguir con un segundo plato y postre, me he olvidado las sales en casa.

Joé, es una pena lo que está pasando con este tipo. Co mo siga así, va a convertirse en un truño de campeonato. Quizá si sus inicios hubieran sido algo más modestos...


sábado, 5 de febrero de 2011

La Dama del Lago

Final de la serie de Geralt de Rivia, La Dama del Lago es un brillante colofón, con la calidad acostumbrada por Andrezj Sapkowski, así como con la calidad acostumbrada en la traducción.

Como en el resto de la serie, la historia absorbe desde el principio. El carisma de Geralt es si cabe más importante en este título que en los últimos. Su presencia, más determinante, más cercana. Ciri culmina su crecimiento en la serie, pasando por momentos de fragilidad y por otros de dureza mental que dan miedo.

Los secundarios mantienen esa imagen coral que ayuda a dar vida a la historia, a cual más entrañable: Jaskier, Milva, Angoulême, Cahir aep Ceadrach, Regis.... Bonhart. Este es un mal bicho al que acabas odiando (aunque me costó recordar, pues hace dos años que leí el volumen anterior y se pierde bastante el hilo) y del que te alegras que le pase lo que le pasa.

Y además he leído la que probablemente es la mejor descripción de una batalla que haya visto nunca... sin describir realmente la batalla. Sapkowski toma como protagonistas del capítulo (50 págs) al cirujano y los ayudantes que están a cargo de un hospital de campaña. Y podéis creerme que no hace falta épica para transmitir sentimientos  y que la historia tiene la misma fuerza que si describiera heroicas cargas de caballería y/o infantería.

Otra curiosidad: no sé si será por la base mítica de Europa oriental, pero no deja de sorprenderme la visión de los elfos. Sabemos que son orgullosos, sabemos que miran a las otras razas por encima del hombro (incluso en el cánon de Tolkien sucede), pero Sapkowski les da un matiz cruel e incluso racista. Y resulta que no queda mal, sino que es todo un soplo de aire fresco.

La Dama del Lago me ha producido una profunda sensación de melancolía. No solo la que se desprende de la misma historia, sino el darme cuenta de que terminaba la serie que llevo siguiendo durante al menos diez años. Es como si un amigo de toda la vida se mudara a una ciudad a la que tú sabes que no podrás seguirle y que el contacto se resentirá. Da pena. Durante casi 500 páginas.

Y ahora lo malo: me tocó soberanamente las narices que La Dama del Lago se publicara en 2 tomos. Hubo una carta del excelente traductor Faraldo diciendo que estaba completamente bloqueado y que necesitaba tiempo, por lo que al parecer la editorial decidió publicarlo así. Un volumen de 247 páginas y otro de 246 páginas, para un total de unos 36 euros, cuando por 22 o 23 se podría haber conseguido. Un negocio, vamos. No quiero pensar mal, pero algo que es blanco y lo venden en botellas, suele ser leche.

Quitando estos temas externos, La Dama del Lago es muy recomendable. Un sobresaliente, sin duda.

¿Cómo habría tratado Dan Brown a los elfos? Tiemblo de pensarlo.