jueves, 17 de febrero de 2011

Beowulf

Tengo debilidad por las historias de vikingos. He visto infinidad de veces la película clásica con Kirk Douglas y Tony Curtis; he visto también Alfredo el Grande, historia de la invasión danesa en Wessex; he leído Devoradores de cadáveres y su adaptación al cine con nuestro Antonio Banderas; he leído sagas islandesas; leo con fruición el Thor de Marvel; he jugado en la Europa mítica de Runequest...

Tenía ganas hace tiempo de ver Beowulf, aunque al ser película de animación basada en actores reales no estaba demasiado convencido. Hace algo así como un mes la pusieron en la TPA (Televisión del Principado de Asturias), que acostumbra a que las películas no carguen con la pesada losa de la publicidad, pero la pillé empezada y no me apeteció seguir. Unos días después, mis frikiamigos me dijeron que estaba bastante bien, (algo previsible, en cualquier caso) así que pensé que había llegado el momento.


Debido a mi actual ritmo de vida, la vi en dos sesiones. Y tengo que decir que me gustó mucho. La historia lo hizo desde el principio (la entrada en escena de Grendel es apoteósica; la llegada de Beowulf y sus bravos, también) aunque la animación, si bien tiene momentos brillantes, no me convenció demasiado.

Verdad es que con poco que hagan ya me tienen ganado. Y de eso, Beowulf tiene mucho: ambientada en el siglo VI, el cristianismo ya es pujante incluso en el Lejano Norte, a pesar de que el culto tradicional a los dioses nórdicos duraría al menos otros tres siglos. Beowulf se dirige a reino de Hrotghar, actualmente víctima del demonio Grendel, al que Beowulf se compromete a matar. La lucha en la sala de festejos es acojonante, así como la persecución a su guarida para comprobar el éxito. Allí aparece la madre de Grendel (con el cuerpo, nunca mejor dicho, y la cara de Angelina Jolie) y allí el héroe cae en el deshonor. Más tarde, ya anciano, recuperará su autoestima a costa de su vida.

Como digo, la historia tiene grandes momentos: los discursos laudatorios, típico juego de palabras de los nórdicos, tanto de uno mismo (engrandeciendo sin rubor una historia contada mil veces) como de los demás; las escenas de lucha; el suicidio de Hrothgar saltando por la ventana, cómo no, con la espada en la mano; el valor del héroe, conocido en todo el mundo, enfrentándose desarmado a un frisón que invade su reino; el fatalismo con que Beowulf acepta la muerte a cambio de la victoria... Vikingos, al fin y al cabo: desprecio por la muerte y disfrute de la vida. Hasta aquí, de diez.

Pero la animación, ya he dicho, no me convence. A pesar del parecido con actores reales, en algunos casos asombroso (reconocí a Anthony Hopkins y John Malkovich además de a Angelina) y a efectos impresionantes como el mar embravecido o las gotas de agua, los personajes tienen algo de irreal, algo de expresión forzada, que hace que sea imposible olvidar que estamos ante una película sin actores. Al final, es como si viéramos una fábula, una peli de dibujos para adultos. Aquí pondría un aprobado raspado.

Por todo esto, la nota no puede sino ser la media de ambas, un notable.

No obstante lo dicho, la película no se hace en ningún caso larga; la historia es vibrante y, a poco que interese el tema o la ambientacíón, hará pasar seguro un buen rato.

Muy recomendable.

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