domingo, 24 de abril de 2011

El caballo de J.J. Benítez

Durante la adolescencia mis autores favoritos eran Julio Verne e Isaac Asimov. Hablo por número de libros leídos - adquiridos, ya que El Señor de los Anillos siempre ha estado ahí, icono inconfundible en mi fondo de armario de libros.

Curiosamente leía también, de forma compulsiva, a Juan José Benítez, gurú de la ufología española en los años ochenta, admirado adalid de la verdad y de la lucha contra el sistema y hoy reconocido como uno de mis grandes errores de juventud y muestra de mi absoluta falta de criterio. Titulos como 100.000 km tras los ovnis, Los astronautas de Yahvé u Ovnis: SOS a la humanidad no son más que cúmulos de despropósitos, especialmente el último, que narra los inicios de Sixto Paz, contactado peruano que se supone mantiene relación epistolar primero y luego cercana, con habitantes de Ganimedes (Carlos Jesús, ¿dónde estás?).

J.J. Benítez es autor de frases como "La Biblia es el mayor libro de OVNIs de la Historia" (aquí todavía tengo mis dudas) o de afirmaciones como aquella del episodio que TVE dedicó a "sus" misterios, desde el anfiteatro Flavio de Roma, en el que sin rubor alguno decía que llegó a sentarse Jesús de Nazaret, algo físicamente imposible pues el anfiteatro se terminó alrededor del 70 AD. Una gran decepción, en definitiva.

No obstante y contra toda lógica, su Caballo de Troya sigue hechizándome. El primero, se entiende, pues no he leído ninguno de los otros siete que, de momento, forman la serie. Recuerdo tener diez o doce años y ver una entrevista en televisión (la Primera, claro, no había otra más que el UHF) en un programa que se llamaba La Tarde. Por aquél entonces, Benítez se encontraba en lo más alto de su fama y lo que decía, y cómo lo decía, maravillaba a un crío como yo. Más tarde me hice con la novela y la leí con fruición. Durante años la releí durante la Semana Santa, aunque hace quizá veinte años que no lo he hecho, así que hablo principalmente de memoria.

No vale mucho desde el punto de vista literario. Es disparatada en algunos momentos (el inicio, en el que se cuenta cómo llegó el supuesto informe en que se basa a manos de J.J., es delirante). Es enormemente subjetiva y en muchos momentos pretenciosa. Calificarlo como novela histórica es, en el mejor de los casos, optimista. Pero tiene también puntos interesantes, como la teoría esbozada del viaje en el tiempo o la recreación de la Pasión y Muerte de Jesús de Nazaret, desde un punto de vista médico, aunque mi desconocimiento de las disciplinas en cuestión me impide valorar la veracidad de sus afirmaciones. Parece basado, en parte al menos, en los estudios realizados a la Sábana Santa y especialmente a los informes forenses realizados sobre la imagen del llamado Hombre de la Sábana.

La autenticidad de la Síndone desde el punto de vista científico, es discutible, pero recuerdo la sensación de angustia del relato, el estremecimiento con que leía algunos pasajes especialmente duros, la pena. Aunque sólo fuera por esto, la lectura de Caballo de Troya es recomendable para un creyente porque valorará en mayor medida el sacrificio de Jesús. Yo lo hice.

Aunque su calidad sea equiparable a la de Dan Brown, si no peor. Por inimaginable que esto sea.

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