miércoles, 25 de mayo de 2011

¿Dónde he dejado la toalla?

Sí, amigos.

La vorágine del día a día ha hecho que se me haya olvidado sacar la toalla a la calle.

Olvido lamentable, siendo hoy 25 de mayo.

Menos mal que don Jaime ha visitado su blog favorito y, viendo tan imperdonable descuido, me ha llamado para cantarme las cuarenta en bastos.

Y ahora, ¡a dominar el mundo!

P.D.: no olvidéis una poner vuestro sable laser en carga...

sábado, 21 de mayo de 2011

ESdlA

Tengo que remediar un olvido imperdonable.

Hoy me he dado cuenta de que, más de dos años después de haber iniciado esta aventura, todavía no he hablado de El señor de los Anillos. Esta trilogía (La comunidad del anillo, Las dos torres, El retorno del Rey), escrita por el sudafricano John Ronald Reuel Tolkien y publicada a lo largo de la década de los cincuenta del siglo pasado, es uno de los pilares de mis gustos personales desde hace muchos, muchísimos años.

Creo que la obra es ampliamente conocida, más ahora después de la trilogía de películas de hace unos años que la acercó al público en general, así que pienso que no debo entrar en detalles sobre ella.


Fuente: Wikipedia

Mi afición por la obra de Tolkien es grande. No en vano tengo dos ediciones de El Hobbit (una bastante antigua y otra de bolsillo), otras dos de El Simarillion (una ilustrada y otra de bolsillo) y varias de El señor de los anillos (una del Círculo de Lectores que uso cuando la releo o cuando me la piden prestada; otra de bolsillo en tres tomos, una en inglés en tapa blanda y otra ilustrada que probablemente haya abierto dos o tres veces nada más y que es uno de los tesoros de mi biblioteca; lamentablemente perdí una edición en tapa dura de La Comunidad del Anillo y que fue lo que empezó todo cuando me la compré por Navidad en la librería Atenea de Gijón, que aún existe). Todos estos volúmenes me han acompañado desde que salí de casa de mis padres para irme a vivir a Madrid allá por 2001 y son de los pocos que me llevé entonces; cuando volví a Gijón en 2006 hicieron también el viaje de vuelta, siempre situados en un lugar de honor en el salón de casa.

Son innumerables las veces que he releído ESdlA (permitidme que utilice la abreviatura más común), pero nunca olvido la primera vez; ese volumen de La comunidad del anillo, las altas horas de la noche sentado a la mesa de dibujo que teníamos mi hermano y yo en nuestra habitación, con un flexo metálico con bombilla azul como única luz... Recuerdo perfectamente cómo fui incapaz de dejar de leer, enganchado por la historia, tras la caída de Gandalf en el puente de Moria, hasta que terminé el libro a altas horas de la madrugada.

A decir verdad, no sé exactamente qué es lo que me atrae tanto. Creo que es la épica que se respira, una épica marcada por la superación continua ante la adversidad, la evolución del antihéroe (porque Frodo es, inicialmente, lo más alejado a un héroe que se puede estar) la exaltación de valores como el honor, el sacrificio y la amistad (por mucho que se haya escrito sobre la ambigua relación entre Frodo y Sam) y también la sensación de estar en un mundo real, con una historia que abarca milenios y que le da un poso no habitual en una obra de fantasía.

Porque el mayor logro del autor es obtener este grado de realismo que pocas veces, o ninguna, he visto repetido. En cada página se ve la inmensa labor de un hombre, creando desde cero un mundo completo, una mitología, una historia y diversos idiomas, algunos de los cuales pueden utilizarse como medio de comunicación (y algunos frikis, más frikis que yo, aprenden a utilizar), así como razas y naciones, cada una de ellas con una historia detrás que la hace diferente e irrepetible.

Los aficionados tenemos que reconocer que, si despojamos a la obra de todo, o de gran parte de ello, no quedaría sino algo menor que, muy probablemente, solo conseguiría ser una curiosidad más en el amplio abanico de oportunidades que la Fantasía Épica ofrece al lector. Su calidad literaria es, cuando menos, discutible. Además de que requiere un cierto esfuerzo por parte del lector para navegar por las más de mil páginas de la obra, por lo que en no pocas ocasiones se le califica de aburrido.

Pero ESdlA es el precursor de todo lo demás, salvo quizá los autores pulp de los años veinte y treinta del siglo XX. Imitado hasta la saciedad, pocos son los autores que resisten comparación: Moorcock, Leiber, Leguin y, más actuales, George Martin, Sapkowski o Patrick Rothfuss. Frente a ellos, una legión de autores a los que las editoriales tratan de vender como "el nuevo Tolkien" y cuyas obras acaban invariablemente perdidas en las estanterías sin cumplir las previsiones de la malhadada etiqueta impuesta.

No es la mejor obra del mundo. El autor no es precisamente un fénix de los ingenios. Pero ESdlA está lleno de magia, momentos épicos, momentos mundanos, momentos tristes y momentos alegres. Es una historia plena, con personajes carismáticos y atractivos, una búsqueda en el sentido más artúrico y con un final feliz. El mismo Gollum, aparentemente un recurso sin más pretensiones, utilizado en el cuento de hadas que es El Hobbit, se despliega en todo su esplendor y doble personalidad para situarse en uno de los lugares centrales, actor indispensable del clímax de la historia. ¿Qué más se puede pedir?

Por no decir de las perlas que encontramos, aquí y allí, que merecerían ser recordadas por todos.

He that breaks a thing to find out what it is, has left the path of wisdom

O mi indiscutible favorita:

Many that live deserve death. And some die deserve life. Can you give that to them? Then be not to eager to deal out death in the name of justice, fearing for your own safety. Even the wise cannot see all ends

En cuanto vaya a Alemania otra vez, trataré de hacerme con Der Herr der Ringe.

¡Chúpate esa, Dan Brown!

domingo, 15 de mayo de 2011

¿Heimdall negro?

Hemos dado un pasito más hacia la película de Los Vengadores. Y ese pasito lo damos con Thor, la película que he estado esperando durante meses, pues no en vano es quizá mi personaje preferido de la factoría Marvel.

Y es que mezclar hábilmente la atractiva mitología nórdica con los héroes y villanos más dispares me cautivó desde el principio. O más bien desde que compré un tomo recopilatorio de ediciones Fórum, allá por mediados de los ochenta, que incluía cinco números de la colección. Por suerte se trataba de la Saga de Surtur, de Walter Simonson, en la que aparece Billy Rayos Beta, y una de las cumbres del Thor marveliano. Luego, bastantes años menos joven leí, entre otras, la serie Ragnarok, en la que Odín muere y Thor se convierte en dios supremo, con resultados desastrosos para la Humanidad.


Pues eso, que desde que supe de esta película esperaba ansioso su estreno. Y no dudé de que debía verla en el cine, así que...

¿El resultado? Pues ni fú ni fá. No es mala, ni mucho menos, pero tampoco llega muy arriba. Clase media, se puede decir. Tiene momentos, pero es poquita cosa.

Empezando por la estética de Asgard, que no es precisamente lo que esperaba. Demasiado futurista para mi gusto, poco mitológica. O el puente Bifrost que une la residencia de los dioses con el resto de mundos, Jotunheim o Midgard; en la película parece más bien un camino de piedrecitas de colores. Los tres guerreros, Hogun, Fandral y Volstagg no están excesivamente bien conseguidos a excepción quizá del segundo; parecen sacados de una película de bajo presupuesto y el que Hogun sea claramente de etnia asiática no me ayuda a meterme en la película. O la diosa Sif, que tampoco dice mucho y pierde bastante frente a su contrapartida de tebeo.

Pero nada que ver con Heimdall, el vigilante eterno de Asgard y que pasa de ser un gigante nórdico pasa a ser un gigante ¿negro? No entiendo nada, más allá de que las minorías étnicas deban tener su cuota de pantalla, pero aquí no es que se encuentre traído por los pelos sino que está directamente fuera de contexto.

Los gigantes de hielo sí que molan, así como su reino de Jotunheim (en la película, los reinos mitológicos se transforman en mundos unidos por agujeros de gusano activados desde Asgard; un intento como otro cualquiera de unir magia y ciencia -cita de Arthur C. Clarke incluida en los diálogos- pero que no intenta siquiera profundizar). Aparece Sleipnir, el caballo de ocho patas de Odín, pero no sus cuervos, un detalle que le habría dado un poquito de ambiente a la cosa...

Otro detalle que no me gusta: se da a entender que Odín pierde el ojo durante los combates frente a los gigantes de hielo... supongo que para el americanito medio de Idaho es una explicación más satisfactoria que la mitológia y, por tanto, real...

Loki es el único personaje interesante, dividido por sus ansias de obtener el favor de Odín y su natural inclinación hacia la conspiración. Es el más rico en matices de todos los que aparecen por aquí y por allí, porque el mismo Thor es poco interesante. Quizá es que tampoco Chris Helmsworth, a pesar de parecer un armario empotrado y tener una planta más que imponente, tenga muchos registros que ofrecer (según el crítico de cine que sale en el programa de radio de Julia Otero, se nota que ha ido a la misma escuela de interpretación que Elsa Pataky -qué mala leche tiene el tío).

¿Natalie Portman y Anthony Hopkins? Pues han puesto el cazo y responden con dignidad, que no es poco (ver a Jeremy Irons en Dungeons & Dragons da vergüenza ajena, por ejemplo).

¿La mano de Kenneth Brannagh? Pues mucho ruido y pocas nueces, si entendéis lo que quiero decir...

¡Ah, la historia! Nada, que ganan los buenos. El Cofre del Invierno es un bonito artefacto y una excusa para el desarrollo de la acción. Psé, normalita.

¿Habrá segunda parte? Seguro. Estas pelis tienen siempre respaldo del público. Por cierto, ¡quedaos hasta el final de los títulos de crédito! Pero hasta el final, final. ¡Manda narices que cada vez ponen estas cosas más tarde...!

Un aprobado raspadillo y a esperar al Capitán América, el primer Vengador.

domingo, 8 de mayo de 2011

Regimiento monstruoso

Tras las últimas novelas del Mundodisco que cayeron en mis manos, tenía la impresión de que la serie estaba declinando. Aunque se mantenía una calidad media más que digna, no se llegaba a cotas anteriores que habían hecho de Prattchett uno de los autores más leídos del mundo.

Pero Regimiento monstruoso es mucho mejor que las anteriores, con todos los ingredientes necesarios para agradar. Aunque, como viene siendo habitual en los últimos tiempos, los personajes principales son totalmente desconocidos, así como las localizaciones. Estamos en el Mundodisco, sí, pero estamos también ante algo nuevo. Supongo que para evitar totalmente la desubicación del lector, Pratchett utiliza algunos personajes habituales (en este caso Sam Vimes, Angua y William De Worde) como muleta y punto de encuentro.

En esta ocasión, Polly decide vestirse de hombre y alistarse en el ejército de Borogravia para buscar a su hermano, desaparecido hace meses. Empieza entonces un viaje personal que cambiará totalmente su percepción del mundo, en compañía de sus compañeros de regimiento (lo último que queda del ejército de Borogravia), el teniente Blusa (ingenuo oficial que busca gloria y reconocimiento, dando su nombre a una prenda de ropa como es normal que hagan los oficiales legendarios, como el general Fhrac), una especie de Juana de Arco en comunión con la Duquesa de Borogravia, el vampiro Maladicto y el sargento Jackrum, el soldado perfecto que guarda un inesperado secreto

La historia es también un alegato antibelicista y antinacionalista. La usual retórica militar es utilizada con fina ironía, la doble visión de la realidad del militar y del civil, con la del primero totalmente fuera de sentido... Borogravia es un país en guerra con sus vecinos desde hace años, con cualquier pretexto. Una sociedad orgullosa que no perdona las ofensas recibidas. Hasta que ahora se enfrentan a una coalición de sus vecinos que llevan al país al borde del colapso. Y los reclutas se dan cuenta, de la forma más brutal, de que las cosas no es como se las han contado, que aquello de que "van ganando la guerra" es, como poco, dudoso. Y que al final, no se sabe por qué luchan.

Pero el éxito viene por la dirección más inesperada, con la divertida presencia de Sam Vimes como representante plenipotenciario de la decadente Ankh-Morpork.

La novela tiene momentos hilarantes, como la transformación de Maladicto, el vampiro, porque le falta el café (¡Charlie nos viene siguiendo! XDDDD) con el que sustituye su adicción por la sangre.

La lección principal, además de todo esto, es que en ocasiones la diferencia entre un hombre y una mujer es un par de calcetines.

Pues eso, después de algunos momentos de duda, la serie del Mundodisco remonta con este título. Un ocho, con gusto.

lunes, 2 de mayo de 2011

Sábana Santa

Hablando de Caballo de Troya decíamos que en gran medida parece estar basado en las imágenes de la Sábana Santa de Turín.

Más o menos todos sabemos la historia de la tela que pretendidamente cubrió el cuerpo de Jesús directamente después de la Crucifixión y que de un modo milagroso quedó impresionada con la imagen del llamado Hombre de la Sábana.

Venerada como reliquia durante siglos, no aparece inequívocamente en la Historia hasta el siglo XIV, siendo considerada hasta entonces como La Reliquia por excelencia aunque a día de hoy la Iglesia no se ha pronunciado sobre su autenticidad. Las manchas de sangre parecen coincidir con las del Santo Sudario de la catedral de Oviedo y parecerían demostrar que estamos ante las telas empleadas para amortajar el cuerpo de Jesús.

Objeto de numerosos estudios, durante los años 80 del siglo XX se dató utilizando la técnica del carbono 14 (isótopo radiactivo natural). Tres laboratorios recibieron una muestra y procedieron a su estudio, arrojando fechas en el entorno de los siglos XIII y XIV.

Aunque esto debería haber puesto fin a las especulaciones, paradójicamente la veneración por la Sábana Santa apenas ha decrecido y la polémica sobre las pruebas continúa hasta el día de hoy.

La verdad es que, hasta entonces, las pruebas reunidas parecían llevar irremediablemente hacia la autenticidad de la tela: la forma del tejido, las muestras de polen y gramíneas recogidas... incluso el tipo sanguíneo del Hombre de la Sábana, muy común en Palestina... La misma imagen recogía detalles que parecían contrarios a la iconografía aceptada, principalmente la presencia de un casco de espinas (y no una corona como se representa tradicionalmente) y el punto de perforación de los clavos en las muñecas (y no en las palmas, que resulta fisiológicamente imposible). Las heridas aparecen nítidas y son compatibles con lo relatado en los Evangelios. ¿Estábamos mirando el rostro de Dios?

El proceso de formación de la misma imagen resulta desconocido a día de hoy. La tela está quemada superficialmente aunque con distintos grados de intensidad, lo que permite realizar un modelo tridimensional de la imagen. Existen no obstante teorías sobre la posible falsificación o imitación medieval, relacionando a maestros como Leonardo da Vinci (¡ay, Dan Brown!), pero ninguna parece explicar satisfactoriamente el grado de complejidad logrado en la imagen.

Los defensores de la autenticidad de la reliquia estiman que la "radiación" emitida por el cuerpo de Jesús en el momento de la resurrección, impresionó la tela con la imagen de su cuerpo. Defienden incluso que esto podría desvirtuar la datación por el carbono 14.

Atacando directamente el procedimiento seguido por los laboratorios datadores, los defensores de la autenticidad de la reliquia los acusan de mala praxis. También de una elección desafortunada de la zona de muestras, ya que la Sábana Santa ha sufrido varios accidentes durante su historia conocida en forma de incendios, además de estar expuesta durante centurias al humo de las velas. En opinión de algunos, esto también llevaría a errores de datación.

En la primera década del siglo XXI, se ha apuntado a que la Sábana Santa habría sufrido una restauración medieval, entretejiendo hilos de algodón entre el líno original, de forma imperceptible a la vista pero con resultados erróneos en la catalogación.

¿A dónde nos lleva todo esto? En principio a ningún sitio. Parece que todas las pruebas, incluida la datación, son circunstanciales o, al menos, tienen argumentos en contra que impiden tomarlas como ciertas al 100%. Quizá ayudaría una nueva datación realizada en otra zona del paño, pero la Iglesia no ha dado su permiso todavía. En cualquier caso, es necesario un estudio en profundidad que determine otras posibilidades.

¿Qué pienso yo? Pues que SÍ es una reliquia auténtica. Pienso que la Sábana Santa y, probablemente el Santo Sudario, son las únicas reliquias ciertas que tenemos y que demuestran la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, que demuestran su Sacrificio y nos dan esperanza en que la existencia no termine con nuestra muerte física.  

¿Qué pasa si se demuestra que es una falsificación medieval? En principio, nada. Decepción por un lado y admiración por el otro, pues parece increíble poder hacer algo así (y no repetirlo, por cierto). El mensaje del Cristianismo seguiría siendo válido, tanto como creencia en una vida posterior como mera corriente filosófica.