lunes, 31 de octubre de 2011

Maratón de Shyamalan

Ayer estrenaron en La1 la película El incidente. Ya tenía ganas de verla, a pesar de que Shyamalan solo me ha gustado en sus dos primeras películas y luego ha comenzado una evidente cuesta abajo. Evidente y comprensible, porque toda carrera que empiece con un pelotazo como El sexto sentido y continúe con una película magnífica como El protegido, es normal que vaya cuesta abajo (hasta llegar a los subterráneos de Airbender de los que no sabemos si remontará el vuelo).


Pues eso, que me puse delante del televisor y... decepción. Un inicio bastante prometedor, con esa ola de suicidios en masa, esa huida de la ciudad... para nada. En cuanto que un secundario lanza la hipótesis, que luego resulta ser correcta, de por qué suceden las cosas que suceden... En realidad la película no es más que un ir y venir sin razón aparente, suicidios disparatados en las zonas afectadas... Y una historia de desamor entre el prota (Mark Wahlberg con cara de palo) y su chica (Zooey Deschanel, que no tiene nada más aparte de dos enormes ojos azules en los que no importa ahogarse). 

Es un lujazo ver películas en la tele pública sin tragarse interminables series de anuncios, pero eso hace que los apenas 80 minutos de metraje sepan más bien a poco. O sea, que no es El incidente una muestra de la recuperación de Shyamalan... No la recomiendo. Cuatro sobre diez.



Y cuando me iba a la cama y me puse a hacer un último zapeo, me encuentro en la TPA con La joven del agua, anterior cronológicamente a El incidente y que me gustó mucho más (también la vi mejor que El pueblo o Señales, así que eso la colocaría tercera en mi lista personal de preferencias).



El cartel mola ¿que no?
En La joven del agua, el mundo de los cuentos se mezcla con el mundo real cuando una ninfa (la pelirroja Bryce Dallas Howard, hija del director Ron Howard, etérea) aparece en la piscina del edificio de apartamentos en el que Heep (un Paul Giamatti con oficio) se ocupa del mantenimiento. Se producen una serie de peripecias, con un reparto coral que se agradece, la historia salpicada de momentos cómicos y en algunos casos hilarantes (la muerte del crítico de cine es especialmente reseñable). 

Aunque acabé de verla a eso de las dos y cuarto de la madrugada no se me hizo pesada (y eso que aquí sí me tuve que tragar publicidad, aunque no demasiado larga y solo una recua de anuncios), lo cual dice mucho en su favor. No es precisamente una maravilla, pero aquí sí que veo el mensaje (todo el mundo tienen un papel y puede influir en su entorno) y cierto sentido a todo lo que pasa. Esta sí que la recomiendo para una tarde oscura de invierno, aunque bajo la responsabilidad del que me haga caso. Seis sobre diez.


martes, 25 de octubre de 2011

El último querusco

El último querusco, de Artur Balder (a pesar del nombre es español), es el primer tomo de la tetralogía de Teutoburgo, aunque solo se han publicado tres volúmenes y parece que la aparición del cuarto va para largo por alguna cuestión legal entre autor y editores, o al menos eso he querido entender.

El marco histórico se encuentra en la invasión de Germania por Druso, hijastro de Augusto y padre de Germánico y de Claudio, desde el punto de vista de los germanos. El personaje central de la tetralogía es Armin - Arminius - Herrmann, famoso caudillo que derrotó a Varo en la batalla del bosque de Teutoburgo en el año 9 de nuestra era y que marcó el fin del intento de Roma por apoderarse de la región. No en vano, la batalla ha sido objeto de numerosos estudios que coinciden en otorgarle un papel decisivo en la Historia de la Humanidad o, al menos, de Occidente.

Como mi interés por la Historia de Roma es bastante importante, no he podido sino empezar la lectura de la hasta ahora trilogía.

Decepción es la palabra. 

Un estilo rebuscado, excesivamente prolijo y en ocasiones pedante, haciendo uso de un vocabulario bastante poco habitual y que no parece sino destinado a mostrar los ingentes conocimientos del escritor (utilizar crúor por sangre es una muestra bastante demostrativa de lo que trato de decir). El texto está trufado de vocablos latinos y germano antiguo que se explican en un extenso glosario en la parte final, pero supone un esfuerzo para el lector. Creo que este uso es también una demostración de la impresionante capacidad de documentación del autor. 

Sin embargo, comete errores garrafales que no son perdonables en una novela pretendidamente histórica. El error más evidente e incomprensible es relatar cómo era el Anfiteatro Flavio (el Coliseo, vamos), más de ochenta años antes de su construcción real. Tan evidente es el fallo que incluso he dudado de mi conocimiento, pero son dos veces las que aparece y ya son demasiadas. 

Al lado de esto, el que utilice las divisones clásicas de los legionarios en velites, hastati o triarii, denominaciones ya en desuso desde las reformas de Mario realizadas un siglo antes de la acción, no tiene importancia (ja, y yo me lo creo). 

Aparecen además dos personajes poco creíbles por su longevidad. Uno de ellos, el centurión primus pilus al que llama Cazarratas, parece haber combatido con César en las Galias. Hasta ahí bien, si no fuera porque César dejó esa provincia hacia el año 50 a.C y el centurión aparece luchando en el 16 a.C. No sé por qué, pero a mí me parecen excesivos esos, al menos, 34 años de servicio cuando lo normal eran 20 años en la época en la que nos encontramos.

Son tres pinceladas que echan por tierra la rigurosidad de la obra y que, para aquellos lectores poco avisados pueden ser causa de error. Si a esto añadimos lo comentado anteriormente sobre el estilo tan rebuscado, hacen de El último querusco un acto de fe. Es más, siguiendo lo que decía en la entrada de Historia de España, llegó un momento en que me dije "no hay cojones a terminar este libro". Y lo terminé.

Ahora mismo tengo a Artur Balder peleándose por un lugar de honor con mi amigo Dan (el teniente de Forrest Gump no, el otro) en mis oraciones. Acabo de empezar el segundo volumen, Liberator Germaniae, a ver si remonta o definitivamente es carne de trituradora de papel. 

¿Es necesario puntuar? Bueno, como la temática me interesa, le daremos un cuatro con perspectiva negativa.

Este no lo recomiendo.

martes, 18 de octubre de 2011

Por cojones

Últimamente paso muchas horas al volante, devorando kilómetros por cuestiones del trabajo. En ese tiempo me harto a escuchar la radio, claro: Kiss, Cadena 100, Europa FM... y Onda Cero. 

De esta cadena me gusta escuchar a sus tres estrellas (no todo el programa, que a veces tienen criterios al menos cuestionables): Herrera, Otero y Alsina. Fue el otro día, el jueves 13, cuando en el programa de Carlos Herrera oí una curiosa teoría que, la verdad, tiene su gracia: la Historia de España puede resumirse en la frase "no hay cojones"

La teoría tiene su aquél. Se resume diciendo que los mayores hitos de la Historia nacional se produjeron porque alguien motivó a otro alguien a hacer algo, utilizando la famosa frase. Y pensando en nuestra propia historia personal, tiene parte de razón. 

El ejemplo que utilizó el contertulio, del que no recuerdo el nombre, fue el episodio de Francisco de Pizarro dibujando una línea en el suelo y dirigiéndose a sus compañeros, los después conocidos como Los Trece de la Fama (una vez más, el enlace es para los de la LOGSE), les dijo algo así como "no tenéis cojones a pasar a este lado de la raya". Y como eran españoles de pura cepa, pasaron. Vaya si pasaron. Y el resto fue Historia. Que se lo digan a Atahualpa. 

Fuente: Wikipedia

Haciendo un ejercicio de patriotismo me he puesto a pensar otros similares y así, sin mucho esfuerzo, vienen estotros: 
  • No hay cojones a ir a las Indias por Occidente.
  • No hay cojones a esperar a los moros en esta cueva.
  • No hay cojones a tirar a ese francés del caballo.
  • No hay cojones a quemar los barcos y tirar p´adentro.
  • No hay cojones a dar la vuelta al mundo (esta probablemente se dijo jugando al mus, en Guetaria)
  • No hay cojones a ponerle un palo al caramelo de los huevos.
  • ...
Y claro, todos eran españoles. Todos lo hicieron.

Lo dicho: el resto es Historia.

sábado, 15 de octubre de 2011

Certamen Teseo VII

El pasado domingo se resolvió el séptimo certamen Teseo que realizamos los pobladores de la página El Multiverso. Ya es el tercero en el que participo y, si recordáis, se basa en responder a una pregunta que hace el organizador (el ganador de la edición anterior) mediante un relato de 500 palabras de extensión como mucho.

En esta edición había que responder a la pregunta ¿Cómo destruir el planeta? que, confieso, no he sido capaz de afrontar con garantías. De hecho, ha sido la primera edición en la que solo he presentado un relato, con el que terminé bastante contento.

Ha habido un poco de todo. Como era de esperar, en unos cuantos relatos el Hombre era suficiente herramienta para destruir el mundo. Como era también de esperar, no he conectado con ellos, porque no creo en esa premisa, no soy tan negativo con el futuro de la Humanidad.

El ganador ha sido el poblador Invierno, con El verano usurpado (lo podéis leer en el enlace que hay al principio de esta entrada), un relato fresco y sorprendente que funciona muy bien en este tipo de concursetes.

Por mi parte no puedo estar contento. Un total de 7 puntos (frente a 31 del ganador) y el puesto 10º entre 27 relatos participantes no pueden ocultar que solo he recibido votos de 4 personas (de 16 potenciales) y que si no fuera porque uno de ellos me dio 4 puntos, ahora estaríamos hablando de una debacle total. En cualquier caso, mi relato me gusta. No es de lo mejor que he hecho, pero también los tengo peores y al menos este es simpático. Al final del relato veréis un video sobre lo que significa entrar en resonancia.


El martillo de Thor


¡MARTILLO DE THOR EN POSICIÓN! ¡ACTIVACIÓN EN DIEZ MINUTOS!

El aviso retumbó en la amplia sala, repleta de monitores que mostraban imágenes de las mayores ciudades del mundo mientras en una enorme pantalla LCD refulgía en alta definición un paisaje helado que se extendía todo lo que abarcaba la imagen. 
Allí, brillando bajo la luz de infinidad de focos, con el mango erguido sobre su cabeza en precario equilibrio indiferente, esperaba lo que podía pasar por el martillo olvidado de algún dios nórdico. Pero una segunda mirada, más atenta, no podía dejar de percibir aquello como lo que realmente era: una gigantesca obra de ingeniería, una máquina de oscuro propósito e inimaginables consecuencias.
—¿Qué ha dicho? —preguntó a su prisionero, que permanecía de pie, inerme y estoico. Había un algo de dignidad en él, a pesar de la pajarita rota y descolocada y la camisa blanca, antaño impoluta y ahora cubierta de manchas y desgarrones que mostraban aquí y allá su fornido y velludo torso.
El prisionero le dirigió una fría mirada de sus ojos  acerados, bajo su desconcertante y perfecto peinado.
—Me ha vencido —dijo, resignado—. Lo admito. No puedo hacer nada.  Lo tiene todo bien atado, por lo que parece.
—No puede estar hablando en serio, señor Bond —contestó, nervioso—. ¿No va a tratar de impedírmelo? ¿Va a dejar que destruya el mundo, así como así?
—¿Y qué puedo hacer, doctor No? —contestó James Bond, encogiéndose de hombros—. El Martillo de Thor está en marcha. En unos minutos su poderosa maquinaria elevará la cabeza del ingenio y la dejará caer de nuevo, exactamente en el Polo Sur, una y otra y otra vez, ajustándose a la frecuencia natural de la Tierra para hacerla entrar en resonancia  hasta que el planeta se parta por la mitad como un melón maduro… ¿No tendrá un cigarro, verdad?
—Por supuesto —replicó desconcertado Julius No, cerebro criminal, echando mano de su pitillera—. Aquí tiene.
—De un vodka martini ¿mejor ni hablar, no? —preguntó Bond—. Mezclado, no agitado
—Me temo que no —dijo No—. ¿De verdad que no quiere intentarlo? Pulse el botón rojo y podrá…
Bond, tras encender su cigarro, dio una gran calada y exhaló unos anillos de humo antes de interrumpirle.
—Se lo agradezco, de veras, pero creo que no —contestó—. Me he arrastrado por conductos de ventilación, sus esbirros me han vapuleado… Por fin se acabó aguantar a M y a la pesada de Moneypenny. Lo mío no está pagado, se lo digo yo —meneó la cabeza, dando por cerrada la discusión.
—No sabe cuánto lamento escuchar eso, créame. Suponía que estaría usted más motivado.
Un silencio incómodo se interpuso entre los dos.
—De verdad que…
— No insista, por favor.
El doctor No cambió el peso de una pierna a otra, azorado.
—Veré si puedo conseguirle ese vodka martini —ofreció.
—Eso estaría muy, pero que muy, bien —replicó Bond, con una sonrisa perfecta.

¡ACTIVACIÓN EN CINCO MINUTOS!

*****

Y aquí está el video:

 

viernes, 14 de octubre de 2011

Mundo Anillo

Tenía ganas de leer este clásico de la ciencia ficción, escrito por Larry Niven en 1970 y ganador de los premios Nébula (en ese mismo año) y Hugo (al año siguiente, 1971). Y digo que tenía ganas porque Mundo Anillo es una referencia permanente en el género.

La historia comienza hacia el año 2.850. La Humanidad se ha desparramado por el espacio y ha entrado en contacto con otras razas inteligentes como los kzinti (humanoides de gran tamaño de aspecto felino con los que se entablan durísimas guerras de exterminio) o los titerotes (herbívoros de tres patas y dos cabezas, con un ojo cada una, de gran inteligencia y reconocidos cobardes). 

Uno de estos alienígenas, el titerote Nessus, contacta con Luis Wu que, a sus 200 años (toma periódicamente una especie de suero rejuvenecedor) como primer integrante de una tripulación que visitará una misteriosa estrella en una nave que es capaz de recorrer una distancia de un año luz en apenas un minuto y cuarto. A la expedición se unen el kzinti Interlocutor-con-animales y la humana Teela Brown.

La verdad es que en la novela casi no pasa nada. Apenas hay acción. El interés radica en lo que hay en el sistema estelar de destino: el Mundo Anillo. No es otra cosa que una megaestructura artificial en forma de anillo cuya cara interior se muestra permanentemente a la estrella central, con un radio de 1 UA (para los de la LOGSE, una UA es una Unidad Astronómica, equivalente al radio medio de la órbita de la Tierra, o sea unos... a ver, quién lo sabe... 150 millones de kilómetros). 

El anillo tiene un ancho de varios miles de kilómetros y está fabricado en un material base irrompible y perfectamente liso (una licencia del autor, no existe tal material). Gira a la fantástica velocidad de 1.200 km/seg, lo que le permite mantener una gravedad pseudoterrestre y mantener una atmósfera. Por supuesto, para crearlo se ha tenido que utilizar el material de todo el sistema estelar, por lo que éste ha quedado completamente vacío.

No os aburro más con los detalles. Baste decir que a la gran cantidad de detalles y componentes que harían de este libro un magnífico exponente de la ci-fi más light, todo lo que se refiere al Mundo Anillo entraría en la ci-fi hard. Todas las explicaciones de fenómenos físicos se basan en lo que sería la física de un mundo de estas características.

Otro punto de interés es que el Mundo Anillo es una simplificación de una esfera de Dyson. ¿Qué es una esfera de Dyson, os preguntaréis? Pues una superestructura destinada a obtener toda la energía disponible de una estrella y que se supone sería posible realizar a una civilización extraterrestre una vez alcanzado el estadio de evolución tecnológica adecuado. Para saber más, podéis visitar Wikipedia o este enlace.

Pues eso, que apenas pasa nada en el libro, lo que a priori sería suficiente para cerrarlo y no volver a abrirlo más. No obstante, hay briznas de un más que interesante estilo del humor y una base física bastante adecuada. El estilo es también ameno, por lo que se equilibra un poquito la cosa.

Hoy me pongo el disfraz de Standard & Poor´s y publico la valoración de la deuda de Esp... digoooo la valoración del librejo de marras: un 7+ (con previsión negativa). Espero que los mercados puedan soportarlo. 

jueves, 6 de octubre de 2011

Me compro un arco X

En varias ocasiones me he encontrado traducciones que, en el mejor de los casos, se calificarían como voluntariosas pero ineficientes. Desde novelas (aún recuerdo con especial horror la traducción de Nocturna, de ¿Guillermo del Toro? y Chuck Hogan), hasta maeterial técnico, recibido desde nuestra casa matriz en Alemania o sufridas en la carrera gracias a la inefable editorial McGraw-Hill.

Nuestro mundo friki no se encuentra libre de atentados a esta nuestra lengua común. Clamorosas son algunas de las traducciones de manuales de rol que hacen que se te derritan los ojos mientras aúllas de dolor. En este caso, pienso que se debe en gran medida a que las editoriales que se atreven con el rol en este país tienen un mucho de aficionado, con responsables llenos de pasión pero con poco o ningún conocimiento de lenguas extranjeras. Como se juegan el dinero de su bolsillo en lo que en muchos casos es una pasión, no es extraño que "detalles" como las traducciones sean menos importantes que ver el producto terminado. Por no decir que el escaso dinero con que cuentan se va en la compra de los derechos de la edición que luego destriparán. 

En el inicio de los tiempos, los manuales de rol eran editados por empresas serias del sector que, en un principio, no se dedicaban a este tipo de cosas. Allí también se dieron fallos clamorosos, en este caso por simple desconocimiento de lo que se traían entre manos.

Recuerdo por ejemplo tres (de oídas, no llegue a verlas negro sobre blanco):

  • El hechizo de sacerdote, cure light wounds, sería algo así como curar heridas leves. La traducción fue tan brillante como imaginativa: curar heridas de luz
  • El conjuro de mango, vampiric touch, es un claro toque vampirico. No sabemos por qué, se tradujo como antorcha vampírica.

Y llegamos a la razón de ser del título de esta entrada. ¿Cuál no sería la sorpresa de los jugadores cuando, repasando las listas de equipo, se encontraban con un mítico arco-X? ¿Qué narices será esto?, se decían unos a otros, asombrados.

La respuesta, tan sencilla como mala la traducción: crossbow (la ballesta de toda la vida, claro).

No está mal la cosa ¿eh?