domingo, 25 de noviembre de 2012

Tiergarten

Hace unos cuantos días me he leído el libro de Erik Larson titulado En el jardín de las bestias. Otra de esas veces en que juegas a la ruleta rusa del Círculo de Lectores (abro inciso - cada vez es más difícil encontrar algo interesante en la revista, la verdad; este último bimestre me he tenido que pedir un libro de cuentos para la nena, porque no encontré nada que me llamara la atención - cierro inciso).

Digo que juegas a la ruleta rusa porque muchas veces no sé del libro nada más que lo que pone la pequeña sinopsis de la revista. En este caso estuve a punto de pifiarla: pensé que era novela histórica. Estaba equivocado.

Lo que me encontré se puede definir como un ensayo novelado. No es propiamente una novela, sino más bien un ensayo que se desarrolla como algo que recuerda una novela. Eso sí, hay un montón de notas al pie y una amplísima bibliografía. 

En el jardín de las bestias se centra en el período en que el profesor William Dodd fue embajador de los Estados Unidos en Berlín, pocos meses después de que Adolf Hitler fuera elegido canciller de Alemania. Más en concreto, de su hija Martha Dodd. 

 

El autor utiliza material privado (diarios, cartas) y público (informes, cartas) para dibujar con verosimilitud la deriva de opinión de la familia Dodd respecto a los nacionalsocialistas. Digo deriva, porque al principio los Dodd, si no simpatizantes, eran tolerantes con el nazismo, incluso con su solución para el conflicto judío (por aquel entonces no había exterminio, sino boicots y palizas de advertencia; vamos, nada a lo que un estadounidense sureño no estuviera acostumbrado...). Lo veían como un mal menor, un garante del orden en Alemania como salvaguarda de las tradiciones y de los tratados internacionales. 

Poco a poco se van enfrentando con la realidad. Y van viendo cosas que resultaban inimaginables en los Estados Unidos, nación garante de la libertad de los individuos (si el individuo era blanco y protestante, principalmente). La llamada noche de los cuchillos largos termina por abrirles los ojos, siendo Dodd uno de los primeros en advetir que el mundo se dirigía, cuesta abajo y sin frenos, hacia una confrontación global.

Un hecho importante: el embajador Dodd no asistía a la festividad anual del partido nazi en Nuremberg. Eso le granjeaba la antipatía de los nazis, además del respeto de las gentes de bien.

Aparte de eso, el libro es interesante porque describe cómo Martha Dodd, al principio únicamente interesada en fiestas, sexo, alcohol... la vida, vamos, pasa a interesarse por la política.  Y cómo comienza a simpatizar con el comunismo hasta que en los años cincuenta debe exiliarse de los Estados Unidos.

Un libro que se lee con rapidez, y que permite ser testigo de una época con los ojos de un observador externo. Aunque nosotros sabemos el desenlace, resulta curioso ver cómo la mayoría de la gente era bastante ingenua en esas fechas. 

Un siete (asumo que no todos los lectores dan el perfil para este libro, así que...) para un libro bastante recomendable si se tiene interés en el tema.

sábado, 24 de noviembre de 2012

¿Cómo están ustedeeeees?

Chico, era oir ese saludo y la algarabía infantil alcanzaba un volumen infernal. Mientras tanto, yo estaba en mi casa, dando buena cuenta de la merienda: unas onzas de chocolate, o un bocadillo de mermelada, nocilla o leche condensada. ¡Se me hace la boca agua, todavía!



Los payasos de la tele. Así llamábamos a la familia Aragón, a Gaby, Miliki y Fofito. No conocí a Fofó, el que dicen era el más conocido de todos. Sí ví los inicios de Milikito (Emilio Aragón, que luego haría carrera en la vida), haciendo de payaso mudo con un cencerro (o una bocina, no recuerdo bien). 



Cómo olvidar las canciones (La gallina turuleca, Susanita, Había una vez, Mi barba, Cómo me pica la nariz, Don Pepito y don José, En el auto de papá...), las actuaciones circenses, que dejaban con la boca abierta y, claro, los cortos. Entremeses, podríamos llamarlos. En ellos, los payasos de la tele burlaban una y otra vez a Fernando Chinarro y al mismo Gaby. 




Hace ya muchos años que lo dejaron. Gaby desapareció por completo de la vida pública y únicamente nos quedaban Miliki y Milikito, este ya como Emilio Aragón. 

El bueno de Miliki continuó con espectáculos en vivo y colaborando en televesión con su hija Rita Irasema. También publicó una serie de discos con las canciones que hicieron famosos a él y a sus hermanos. 

Posteriormente se supo que no era todo lo que relucía. El clan Aragón estaba polarizado entre Milikito (y Miliki) y los demás. Fofito, tras admitir un pasado de alcoholismo, denunció en prensa que su primo (y su tío) maniobraban para quitarle de enmedio y disminuir sus oportunidades de trabajo. Acusó a su tío de haber tenido siempre envidia del cariño que los niños profesaban al entrañable Fofó, su padre (del que hay dedicada una estatua, en Madrid, creo)...

No sabemos si todo esto es cierto o no. Cuando el río suena, agua lleva, pero en cualquier caso siempre hay dos versiones de la misma historia. Y es triste cuando las familias sacan los trapos sucios a pasear.

Hace unos días ha muerto Miliki, el último de los hermanos. El payaso entrañable que tocaba el acordeón y tantas risas me hizo pasar de niño. 

Un trozo de mi infancia se ha ido con él. Me hago mayor, sin duda.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Todo empezó con un big bang

Estos días me acabo de ver la quinta temporada de La Teoría del Big Bang (The Big Bang Theory para los perros sajones), la historia de unos frikis, inadaptados para la vida social, pero unos genios en sus campos de trabajo o investigación, así que podemos decir que estoy al día...


Penny, Penny, Penny
 La historia del doctor Sheldon Cooper, el doctor Leonard Hofstader, el doctor Rajeez Koothrappali y el señor (ojo, no doctor, lo que da un cierto juego en algunos capítulos) Howard Wolowitz es una sucesión de gags, derivados de su propia ineptitud para las cosas más sencillas, plagados de momentos en los que su grado de frikismo raya lo absurdo. Lo absurdo para quien no sea friki, claro. 

Leonard
 En estas cinco temporadas los personajes hay ido evolucionando y ya son algo menos sociópatas (bueno, Sheldon Cooper parece que no tiene arreglo, aunque las teorías para su comportamiento son también bastante frikis. Metafrikismo, podríamos llamarlo. O frikismo sobre el frikismo). La serie ha adquirido también más poso, más profundidad. Se ha convertido en una sit-com más típica, pero manteniendo ese atractivo inicial para gente de nuestra calaña.

Al principio, únicamente la bella y dulce Penny, la vecina de enfrente, era la contrapartida femenina de este cuarteto. Amor platónico de Leonard, con el paso del tiempo llegó a ser algo más que eso. Han cortado, han vuelto, han... no sé muy bien qué... Un poco como en Friends, pero con más gracia.

Wolowitz

Luego se añadió la pequeña, dulce y gritona Bernadette, novia y después prometida de Howard. Y, finalmente, Amy Farrah Fawler, pareja de Sheldon (con una relación algo peculiar, por supuesto regida por un contrato de noviazgo). Lo mejor de esto, volver a ver en televisión a Mayim Bialik (Blossom, en la tele, hace décadas).

La serie se basa en sus cuatro personajes principales, que son la caña, cada uno con lo suyo. Verlos jugando a World of Warcraft, Star Wars, algo parecido a Heroquest... Visitan su tienda de comics habitual una vez a la semana. Se tragan maratones de cine... Son como todos nosotros querríamos ser... bueno, a lo mejor no... pero juegan a todo lo que querríamos jugar. Y tienen tiempo de sobra para hacerlo.




Lo bueno de la serie, que además de enganchar al friki de pro, tiene bastantes papeletas para enganchar a alguien no demasiado relacionado con el tema. O sea, que el espectro de potenciales espectadores es amplio. Eso y que no hace sangre de los frikis. No es una serie de humillaciones, sino de realidades. Más o menos todos nosotros tenemos un poco de Sheldon, de Leonard, de Rajeez y de Howard (uf, espero tener algo menos de este...).

Raj
Momentos míticos:

  • A Sheldon le roban su dinero en World of Warcraft y llama a la policía.
  • Juegan a piedra-papel-tijera-lagarto-spock
  • El contrato de convivencia con la bandera del piso que, por supuesto, debe colocarse al revés en caso de emergencia.
  • Cuando Howard ve atrapada su cosita por una mano robótica con la que estaba "experimentando". Lo malo es que le pasa dos veces.
  • Sheldon disfrazado de Flash.
  • Penny disfrazada de Wonderwoman (es-pec-ta-cu-lar)
  • Rajeez disfrazado de Thor, o por qué un indio de la India no puede disfrazarse de dios nórdico.
  • Esa especie de tensión sexual no resuelta entre Howard y Rajeez... Juegan con su supuesta homosexualidad de una forma bastante inteligente...
  • El cameo de Stan Lee, el de Stephen Hawking
  • Y muchos más para descurbrir.
Una serie totalmente recomendable que merece un lugar junto a otras series míticas. Un nueve


sábado, 10 de noviembre de 2012

Acero puro

Tras el subidón de adrenalina de X-Men: Orígenes, pasamos a una vuelta a algo más terrenal con Acero puro (Real Steel), una cinta que tiene como telón de fondo los combates entre robots humanoides en un futuro cercano y lo que los rodea. 



Hugh Jackman es un boxeador retirado que, al suspenderse los combates de boxeo tradicionales trata de ganarse unos dólares controlando un robot boxeador. La verdad que sin mucha suerte, todo hay que decirlo. Es una especie de vividor, siempre huyendo de los acreedores y buscando ese golpe de suerte que le cambie la vida. El típico perdedor que tanto gusta a los yanquis...

Si a esto añadimos que tiene un hijo al que abandonó, que hay una cierta tensión sexual no resuelta con la dueña del antiguo gimnasio en el que entrenaba, y que pudo haber sido un campeón pero su mala cabeza se lo impidió, tenemos...

Una historia típica y tópica.

Pues sí, amigos, Acero puro no es más que otra historia de superación personal con la moralina que se suele incluir en Holywood. Nada que no hayamos visto ya un centenar de veces.

Si no fuera porque los combates entre esas máquinas de acero puro, de tres metros de alto y quinientos quilos de peso, son ciertamente espectaculares. Y si no fuera porque el robot Atom es un fajador al más puro estilo Rocky pero que, al igual que su modelo humano, consigue pelear por el título mundial...

Y si no fuera por Evangeline Lilly....

Si no fuera por todo lo anterior, la peli sería perfectamente olvidable. 

Y, si me apuras, casi que con todo lo anterior es perfectamente olvidable. 

Seamos generosos y pongamos un cinco. Más que nada porque logra entretener.

domingo, 4 de noviembre de 2012

X-Men Primera Generación

¡Askajsñlgknañdfdlfasnf!

¡Qué buena peli, por dios!

He visto el pasado viernes noche la peli X-Men Primera Generación y me ha encantado. La historia de cómo empezó todo, el Profesor X y Magneto de jovencitos, salvando al mundo del holocausto nuclear (la misma crisis de los misiles de Cuba de la que hablábamos hace unos días), luchando en una guerra subterránea con otros mutantes al servicio de los soviéticos (o, más bien, del megalómano Nicholas Show). 



El inicio es espectacular, no por los efectos especiales, sino por la historia en sí. El director nos sumerge utilizando el recurso de que tanto el joven Erik Lensher (Magneto) como el doctor nazi hablen en alemán. Así, a las bravas y sin subtítulos. La carencia de moral y de escrúpulos del doctor es en realidad escalofriante, poniendo la primera piedra en la férrea actitud de Magneto, que pasará los siguientes años como implacable cazador de nazis.

Es durante el desempeño de esta actividad cuando, por accidente, se cruza con Charles Xavier. No podían ser más distintos, ya que el futuro Profesor X es un niño bien, con acceso a los mejores centros académicos del mundo y que obtiene un doctorado con una tesis sobre la mutación. Junto a Xavier, la joven Raven / Mística (quién lo diría).

Pues eso, se presentan los personajes (cameo de Lobezno, bastante gracioso, incluido) y el principio de la Patrulla X. Me gustan, aparte de los principales Magneto y Xavier, el señor Shaw y la Bestia (veremos cómo, intentando eliminar su apariencia mutante, la caga y adquiere el aspecto que conocemos). Luego hay unos cuantos secundarios, con poderes bastante conocidos, hasta una especie de clon de Rondador en color rojo...

De acción va bien la cosa, con las impresionantes escenas a las que estamos acostumbrados en otras pelis del ramo. Así que por ahí no nos vamos a sorprender. 

Es la historia misma el punto fuerte. Vemos cómo crece la distancia entre Xavier y su amigo Magneto, separados por su diferente visión de las cosas: para Xavier, todos los humanos son mutantes y, por tanto, iguales; para Magneto los mutantes son una raza separada cuyos miembros deben unirse ante la amenaza común, los humanos. 

Otro de los puntos de interés de la peli es que veremos el origen del peculiar casco de Magneto o sabremos por qué el Profesor X necesita una silla de ruedas. 

Bueno, que me ha gustado. Más que eso, me ha encantado. Junto a la primera peli de Spiderman, para mí es la mejor del subgénero de superhéroes Marvel. 

Sin dudar, un nueve.

sábado, 3 de noviembre de 2012

La yihad butleriana

Tengo una asignatura pendiente en el género ci-fi: el universo de Dune me parece bastante aburrido. No he sido capaz de leer más de tres libros de la saga y eso gracias a la fuerza de voluntad, porque cada uno de ellos es más lento y pesado que el anterior. Lo dejé cuando el hijo de Paul Atreides se convierte en una especie de reptil. Para mí, eso marcó el punto final. 

No obstante le he dado una nueva oportunidad. Un amigo, con el que coincido en mi partido semanal de baloncesto de los sábados, me ha dejado La yihad butleriana, escrito ya por el hijo del autor y desarrollador del universo, Frank Herbert.

En este volumen, creo que cronológicamente el primero (algo que no puedo confirmar totalmente por mi desconocimiento de la línea temporal de este universo), se nos descubre cómo la Humanidad se encuentra en lucha constante contra Omnius, una especie de supermente cibernética que controla lo que se da en llamar Planetas Sincronizados. En ellos, los humanos viven como esclavos sometidos a las máquinas pensantes.



Frente a ellos, la Liga de Planetas, que luchan por la supervivencia. Se da la paradoja, sin embargo, de que en algunos de estos planetas se permite la esclavitud, lo que deberia ser censurable o, al menos, cuestionable cuando se lucha por el futuro de la Humanidad.

En medio, los cimeks, organismos híbridos que se componen de un cerebro humano mantenido con vida desde hace milenios e instalado en cuerpos mecánicos de combate. Son los titanes, humanos que quisieron en su día trascender de su propia mortalidad y permanecer rigiendo los destinos del universo hasta que Omnius tomó el control y los redujo a sus lugartenientes.

La historia habla además de los Atreides y los Harkonnen, Arrakis, los gusanos de arena, la especia melange, los escudos corporales y las precursoras de la Hermandad Bene Gesserit.

Resumiendo un poco, diré que el libro se lee con relativa rapidez favorecida por la estructura de capítulos cortos. Pero que durante las más de seiscientas páginas no se logra empatizar con los personajes. La pretendida epicidad de la historia es más bien un intento, sin llegar a conseguirse en ningún caso y haciendo que el lector sea un mero observador de lo que pasa. 

Interesante, pero sin alcanzar la fibra. 

Mira que la peli original (aquella con el inolvidable agente Cooper de Twin Peaks haciendo de Paul Atreides, con Sting en el papel de uno de los hijos de Harkonnen), a pesar de los primitivos efectos especiales y la lentitud de la historia, me gustó bastante, pero es que el resto va decayendo. 

No sé si merece la pena volver con ello. De momento, va a ser que no.

Para la yihad butleriana, por su interés histórico, vamos a darle un aprobado justito. Un cinco. Y eso porque hay circulando por ahí cosas bastante peores.