domingo, 16 de diciembre de 2012

La traición de Roma

La traición de Roma es el último volumen de la trilogía de Santiago Posteguillo dedicada a Publio Cornelio Escipión, el Africano, vencedor de Zama. 

Y es precisamente tras esa batalla donde empieza este volumen, narrando casi veinte años de historia del amigo Publio, su familia, amigos y rivales. En paralelo se narra la deriva de Aníbal Barca, una vez derrotado en Zama y elegido sufete (cargo similar al cónsul de Roma) de Cartago, la traición de su pueblo y el viaje sin retorno que se ve obligado a realizar.

 

El autor se hace eco de alguna que otra anécdota apócrifa (el encuentro de ambos en Éfeso y su conversación), así como el suicidio una vez que todas las opciones se le habían acabado. 

Tenemos también a personajes conocidos: Cayo Lelio, Plauto, Netikerty, Catón, la familia de Escipión... Pero también nuevos personajes como Antíoco III de Siria y su séquito, Prusias de Bitinia, Eumenes de Pérgamo...

En la narración, destaca la descripción de la batalla de Magnesia en la que el poderío de la siria seleúcida se ve arrollada por los ejércitos de Roma. Batalla narrada con la agilidad a la que Santiago Posteguillo nos tiene acostumbrados. 

Pero también tenemos la acostumbrada retahíla de hechos o descripciones que me cuesta creer, como esa escena en Magnesia en la que Lucio Cornelio Escipión se dirige al combate haciendo un molinete con la espada, como signo distintivo de los Escipiones (esto, lo siento, no me lo creo). O la costumbre a narrar combates singulares de oficiales de alto rango, rodeados de enemigos a los que casi siempre derrotan haciendo alardes esgrimistas fuera del alcance de los demás mortales. 

O también encontramos la contraposición entre el bueno (Escipión) y el malo (Catón). Blanco y negro se enfrentan. Todo lo que hace Escipión tiene una justificación, mientras que Catón es el malo más malo desde el toro que mató a Manolete. Supongo que ni tanto ni tan calvo, pero está claro que todo best-seller necesita esa confrontación, por más que sea estereotipada y poco creíble en su desarrollo. 

La obra es anticlimática, pues termina, como no puede ser de otra forma, con la muerte del héroe (Escipión), con su figura ya difuminada por algún claroscuro, así como la muerte de su imagen especular (Aníbal), figuradamente heroica. Evidentemente, no podemos esperar un relato vibrante de lo que hacen unos ancianos de sesenta años de la Antigüedad Clásica.

El conjunto de la trilogía es decepcionante para lo que esperaba. En muchos foros he visto cómo se ensalza a Santiago Posteguillo como la nueva figura de la narrativa histórica española. No digo que no lo sea (sobre todo si lo comparo con José Luis Corral), pero no es para tanto. Creo que en algunos casos, esas críticas tan grandilocuentes (y muchas veces, interesadas) hacen un flaco favor al autor y a la obra que se supone deben engrandecer. Y son contraproducentes porque crean expectativas que luego no se cumplen. Este es uno de esos casos.

La traición de Roma se lleva un seis. Esperaba algo así y no ha hecho sino confirmarse.

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