domingo, 5 de mayo de 2013

Me hallará la muerte

Como en otras ocasiones, me vi obligado a un nuevo experimento tras revisar la cada vez más árida revista del Círculo de Lectores. Por árida, me refiero a carente de esos libracos que a mí tanto me gustan y que son, podríamos decir, literatura de género....

Digo que tuve que lanzarme a la aventura y, tras estudio detallado de las sinopsis argumentales, me agencié el último libro de Juan Manuel de Prada, Me hallará la muerte



A de Prada apenas lo conozco más allá de su presencia en tertulias radiofónicas (Julia en la Onda, de la que ha desaparecido hace algún tiempo) o televisivas (en TeleMadrid, que también ha desaparecido pero del todo). Sé además que publica en XL Semanal, el dominical del ABC (y de El Comercio de Gijón), pero porque es vecino de página de Arturo Pérez-Reverte. Creo que nunca he leído un artículo suyo. Y menos, un libro. 

Pero la historia parecía bastante interesante: Antonio Expósito, descuidero en el Madrid de la posguerra, se ve envuelto en un asunto turbio y decide alistarse en la División Azul y partir para el frente ruso. Allí coincide con un tal Gabriel Mendoza, en sus antípodas ideológicas, con el que comparte un asombroso parecido físico (más o menos como el primo Michael Connelly y yo). Tras la muerte de éste y su liberación allá por 1954, se hace dueño de una vida que no es la suya.

De mano me encontré con una prosa rica, mucho más de lo que yo estoy acostumbrado. Tanto que, confieso sin rubor, hay un número no despreciable de palabras que no había oído ni leído nunca. Pero, lejos de darle un tono rimbombante a la historia, como muchos escritorzuelos de medio pelo se sentirían tentados a hacer para demostrar lo bien que escriben y lo vasto de su vocabulario (sí, querido Artur Balder, pienso en ti cuando escribo estas líneas), el texto fluye sin más problemas que algún momento de ansia pasajero. Entiendo además que mucho del vocabulario que no entiendo es propio de la época que refleja, así que afirmo también sin rubor que no hice ningún viaje al diccionario. Vamos, que se entiende más o menos bien. 

Luego, la historia es tan interesante como prometía. Somos testigos de la transformación de Antonio Expósito, descuidero de medio pelo al principio, y su bajada a los infiernos morales, a donde no dudará en arrastrar a aquellos que le rodean pensando que es Gabriel Mendoza. El lector pasa de tenerle algo más que simpatía a odiarle profundamente, para luego volver a considerarle dentro del género humano.

Los secundarios, empezando por el propio Mendoza, están bien construidos y forman una cartelera de personajes rica y cuidada. 

Y el final, sorprendente, como un destello, que coge a uno con el pie cambiado y deja con la sensación de lo más agridulce. Pero que si uno mira un poco el conjunto de la novela, tampoco se puede decir que sea extraño.

Hasta aquí bien. 

Lo peor quizá sea que hay un tono maniqueísta no del todo controlado en la historia. Los divisionarios son jóvenes que, aunque no todos estén en Rusia por los mismos motivos o ideales, son en su inmensa mayoría españoles de honor. Mientras que los comunistas, españoles, rusos o franceses, son un dechado de mala uva, de poco fiarse y poco menos que demonios a los que les falta la cola y los cuernos. 

Vamos, que a de Prada parece que se le ve bastante el plumero. Y a veces la cosa chirría un poco con el tono de la historia. 

Bueno, ¿qué se le va a hacer? Nadie es perfecto, pero este asunto desluce un poco el resultado final. Cuánto lo desluce supongo que dependerá de cada lector. En mi caso prefiero quedarme con las cosas buenas, que no son pocas, aunque soy de los que piensa que el autor debe intentar no traslucir su ideología en su obra, más allá de lo que resulte verosímil para la historia que está contando. 

Recomendaría su lectura, aunque con prevención para aquellos que, bien porque ideológicamente no se vayan a encontrar a gusto, porque el tema no les resulte interesante, o porque tengan prevención respecto al autor, consideren que la cosa no va con ellos.

Por mi parte, considero que el conjunto merece un buen siete.

2 comentarios:

  1. Pocas cosas me molestan más que el maniqueísmo, pero quizá le dé una oportunidad.

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  2. Sabiendo lo que hay, se soporta mejor... A mí me mereció la pena

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