miércoles, 31 de diciembre de 2014

Modern family (T1 a T5)

Para cerrar el año, he pensado que no hay nada mejor que echarse unas risas. Así que por qué no hablar un poco de una de las mejores comedias de los últimos tiempos en la que, además, sale nuestra colombiana favorita, Sofía Vergara. 

Jay Pritchett, un acomodado empresario californiano, se casa con la despampanante Gloria, una colombiana bastante más joven que él (y de bastante mejor ver). Al casarse con ella, también se hace cargo de su hijo, Manny, un sensible preadolescente. 


Los Pritchett

Jay tiene dos hijos de su primer matrimonio. La mayor es Claire, casada con Phil Dunphy y madre a su vez de tres hijos: Luke, Alex y Haley. El menor, Mitchell, es homosexual y ha adoptado a una niña vietnamita (Lily) que cuida con su pareja Cameron (Cam). 

Este lío es el que da sentido al título de la serie: Modern family, una familia moderna. 

Una serie que lo tiene todo: buenos actores, buenos personajes, buenos guiones. Además, los capítulos duran poco más de veinte minutos, así que se pasan volando. 


Los Dunphy (yeah, Phil rocks!)

¿Mis favoritos? Sin duda, Phil es el mejor. Agente inmobiliario, animador en la universidad, aún no ha perdido esa inocencia que hace especiales a los niños. Esa es la forma suave de decirlo, porque la verdad es que Phil es un friki de tomo y lomo, con las aficiones más disparatadas, pero a la vez romántico y protector con su familia. 

¿Después? Mitchell y Cam (elegido el bebé más mono del condado). Mitchell es un gay que se reprime más de la cuenta mientras que Cam es mucho más espontáneo, quizá un poco demasiado (duerme a veces vestido de payaso; agobia a Mitchell con sus muestras de cariño; ahora que es entrenador del equipo de fútbol americano del insti, sus supersticiones son excesivas...).


Cam y Mitchell

No sé, pero a veces es tán surrealista que me recuerda muchísimo a Doctor en Alaska. Como en aquella, los personajes nunca dejarán de sorprendernos.

El doblaje en castellano es, como la mayor parte de las veces, excelente. Pero recomiendo verla también en V.O., para captar los matices y los chistes a costa del inglés de Gloria. 

Arrasa anualmente en los Emmy, así que es una de esas series que hará historia en la TV. 

Absolutamente recomendable.

Curiosidad: el chico que interpreta a Luke Dunphy es un genio. Pero de los de verdad: miembro de MENSA (sociedad que agrupa a personas de altísimo coeficiente intelectual) y se ha graduado con 13 años...

jueves, 25 de diciembre de 2014

Odessa

Hubo un tiempo, allá por la década de los setenta y de los ochenta del siglo pasado, en que Frederick Forsyth era un valor seguro, un fabricante de best-sellers, muchos de los cuales eran adaptados a la gran pantalla: Chacal, Los perros de la guerra, La alternativa del diablo, El cuarto protocolo.

Era la época dorada del thriller. Novelas cortas, como un puñetazo directo al estómago, con un pulso narrativo que tensionaba al lector desde la primera página hasta la última... todo condensado en poco más de trescientas páginas. 

Fuente: Wikipedia

Era la época de la Guerra Fría. Era la época en que los rescoldos de la Segunda Guerra Mundial aún no se habían extinguido por completo. 

Y así, en 1972, apenas un año después de hacerse mundialmente famoso con Chacal, Frederick publica Odessa. Una novela que comienza con la noticia del asesinato de Kennedy, algo que será accidental en el transcurso de la historia. Una historia que trata de la presunta red de rescate de criminales de guerra nazis, que proporcionaba una vida nueva a aquellos que, pasados los años más duros de la desnazificación en Alemania (nunca demasiado exhaustiva), deseaban volver a su Vaterland. Una red que conseguía contactos comerciales o de trabajo para que sus miembros se ganaran muy bien la vida.

Forsyth complica la trama con la crisis egipcio - israelí de los sesenta. Nasser pretende golpear al enemigo donde más duele, con misiles balísticos fabricados con tecnología alemana... pero sin conocimiento de los gobiernos Adenauer o Erhard. En todo ello, los antiguos nazis jugarán un papel básico. 

El protagonista, el periodista independiente Peter Miller, obtiene por casualidad el diario de un pobre judío, Salomon Tauber, superviviente del holocausto que un buen día decide suicidarse. En este diario aparece una bestia, Eduard Roschmann, el carnicero de Riga. Algo se enciende entonces en la conciencia de Miller, que le impulsa a introducirse en Odessa y a llevar a Roschmann ante la justicia. 

El carnicero de Riga, Eduard Roschmann
Fuente: Wikipedia


Este es, a grandes rasgos, el argumento de la novela. 

Las peripecias de Miller, su entrenamiento, cómo es descubierto, la carrera contrarreloj... se desgranan en las sucesivas páginas a un ritmo frenético, cinematográfico. Hasta que llegamos a un final un tanto decepcionante, porque para ello han tenido que suceder diversas improbables coincidencias que hacen un poco increíble la historia y que desmerecen la brillantez de la trama. 

Pero, cuando Miller se enfrenta a Roschmann, seremos testigos de las verdaderas motivaciones del periodista. Algo que no hubiéramos sospechado pero que es básico en el sentimiento humano: la venganza.

El cinematográfico Peter Miller


La adaptación al cine se produjo apenas dos años después, con Jon Voight (el papá de Angelia Jolie) en el papel de Miller y Maximilian Schell en el de Roschmann.

Un siete para el Odessa de Forsyth, y el convencimiento de que aquellas novelas eran mucho mejores que las de hoy.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Rush

Hubo un antes de Alonso y Hamilton en la Fórmula 1. Incluso hubo un antes de Schumacher y Damon Hill. Incluso antes de Senna y Prost.

Allá por 1976, el frío y metódico Niki Lauda defendía su corona mundial ante el arrogante británico James Hunt. O lo que es lo mismo, Ferrari y McLaren. Una lucha que trascendió el deporte para entrar de lleno en la leyenda, con ayuda probablemente del terrorífico accidente que casi le cuesta la vida a Lauda en el circuito alemán del Nurburgring (el antiguo, de más de veinte kilómetros de trazado). 

Lauda / Brühl


Lauda sobrevivió aunque con horribles quemaduras. Tras una recuperación que tuvo mucho de agónica, volvió en un tiempo sorprendentemente breve y se hizo de nuevo con el triunfo. Hunt se quedó con la miel en los labios (por poco tiempo). 

La película Rush, de Ron Howard, relata esta temporada de rivalidad con Daniel Brühl (Niki Lauda) y Chris Hemsworth (James Hunt) en los papeles protagonistas. Una película que, además de contarnos lo evidente, se entretiene y nos entretiene con los claroscuros de ambos personajes. 


Hunt / Hemsworth

Fiel a la temática, intercalando imágenes reales con las grabadas para el metraje, se deja ver y nos hace pasar un rato agradable. Sobre todo si, como yo, la vemos durante un viaje en autobús, aunque no vaya a pasar a la historia de la cinematografía. 

Además, tanto Brühl (este chico es todo un descubrimiento) como Hemsworth están bastante bien en sus respectivos papeles. 

Un seis alto (en imdb le dan un excesivo 8,2).





domingo, 14 de diciembre de 2014

Monuments men

Una de George Clooney, ambientada en la Segunda Guerra Mundial (o WWII como les gusta decir a los anglosajones). 

Basada en hechos reales, la creación de un grupo de expertos que trata de salvaguardar los tesoros históricos y artísticos de la Vieja Europa mientras la marea de muchachos de las naciones aliadas barre la resistencia de la Wehrmacht desde las playas de Normandía hasta el corazón de Alemania. 



Con un buen reparto (así, de memoria, además de George tenemos a Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Jean Dujardin y Cate Blanchett) y una buena base, la peli me resulta fallida. Demasiado americana para mi gusto, previsible (la pareja cómica Goodman - Dujardin, que acabará mal; la pareja romántica Damon - Blanchett, que tampoco acaba bien; los malotes que son los rusos...).





No obstante no es una película realmente aburrida. Digamos más bien que se deja ver, pero que no deja huella. Todo lo contrario, por ejemplo, a La ladrona de libros que comenté por aquí. 

Juega en ocasiones la baza de la llorina, aunque nos deja esa escena en la que uno de los miembros del equipo (inglés, no recuerdo su nombre), que había tirado su carrera por el alcohol, trata de proteger una talla belga de la rapacidad nazi, aún sabiendo que no sobrevivirá al empeño. Todo mientras su voz en off lee la carta que escribe a su padre y que llegará, ensangrentada, a manos del personaje de Clooney. Lagrimita fácil, sí, aunque efectiva.

Su mérito, no obstante, es rendir tributo a ese pequeño grupo de gente que, en la barbarie de la guerra, se preocupaba de mantener verdaderos tesoros de la Historia de la Humanidad, en ocasiones a costa de la propia vida. Ese contraste que hace que el ser humano sea capaz de las mayores atrocidades, pero al mismo tiempo sea capaz de crear las mayores bellezas. 

En imdb le ponen un 6,1. Yo soy aún un poco más duro: apenas un aprobado




lunes, 8 de diciembre de 2014

The Americans (T2)

Si hace unos meses recomendaba la primera temporada de la serie, ahora no puedo dejar de recomendar la segunda: la historia de Phillip y Elizabeth se complica, se hace más dura y más atractiva a cada capítulo. 

Seguramente ya sabéis de qué va: un matrimonio de agentes durmientes del KGB en territorio americano, con una tapadera perfecta. Unos abnegados padres de familia, típicamente americana, que en sus ratos libres se dedican a espiar, robar secretos, seducir tanto a hombres como a mujeres y a matar. Sí, también matan. Sin ningún tipo de escrúpulos, capaces de disparar a bocajarro a un agente rival y luego irse a su casa, entrar en la habitación de sus hijos y darles un beso de buenas noches.


Una familia feliz


Esos mismos hijos, sobre todo ella, comienzan a despertar y a darles algun que otro quebradero de cabeza a los ruskis. Las cosas de ser padres de una chica en la que comienzan a notarse los efectos de la pubertad y la exploración de los límites de la autoridad. 

Y, aparte de tener que ejercer más de padres, se encuentran con el asesinato de una pareja de agentes del KGB con los que habían colaborado con anterioridad. Todo parece indicar que el asesino es un descontrolado reclutado en el ejército estadounidense, un enemigo a la altura de nuestros espías favoritos. Hasta que en el último capítulo de la temporada se produce ese momento climático, cuando ya todo parecía perdido. Y la sorpresa es mayúscula, porque el asesino es... pero no diré más. No voy a reventar el final. 

Tramas secundarias referentes a los aviones espía desarrollados por los americanos en los años ochenta sirven para aderezar la temporada. Incluso se utilizan datos reales (los americanos permitían el robo de tecnología defectuosa a los rusos, para sobrecargar su industria y su economía hasta colocarla al borde del colapso). 


La relación de Phillip y Elizabeth sufrirá altibajos


Por supuesto, la historia del agente Beeman y de Nina Sergeevna sigue siendo un pilar fundamental sobre la que construir el universo The Americans

Y el final, climático, es sin embargo poco satisfactorio por aquello de parecer un poco traído por los pelos. Un poco deus ex machina que permite salvar a Elizabeth y a Phillip. Pero esa decepción no es suficiente para hacer sombra a una temporada bastante brillante y que no solo mantiene el tono que era el sello de la primera temporada, y ese sabor a guerra fría y a novelas de Le Carré, sino que en ocasiones lo supera. 

Sigo enganchado y a la espera de la tercera.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Caperucita roja

Estamos en una fase en la que parece que la imaginación de los guionistas y directores de cine sufre un poquito y tienen que buscar otros campos de inspiración. De un tiempo a esta parte abusan de remakes, adaptaciones de libros, tebeos o cuentos populares. 

Evidentemente, Caperucita roja pertenece al último grupo: la adaptación de un cuento popular conocido por todos al que, para satisfacer a todos los públicos, se le da un giro inesperado acorde a los tiempos que vivimos. 

En el cuento está la niña, la abuelita, el leñador y el lobo. En la película tenemos los tres primeros elementos y, además, un hombre-lobo, licántropo, lobisome o como queramos llamarlo. Nada mal para los tiempos que corren, ¿no?



Un pueblo que tiene un acuerdo con la bestia, a la que sacrifican animales cada luna llena a cambio de que las deje en paz. Hasta que la bestia vuelve a matar y se monta una buena. Para aderezar un poco el tema, pongamos un amor correspondido y otro no correspondido que debe ser reconocido por el buen nombre de la familia. Pongamos una paternidad discutida. Añadamos un sacerdote un tanto fanático (Gary Oldman, muy bien como casi siempre). 

Y añadamos una estética bastante interesante, con suaves tonos grises y marrones en el que la capa roja de Caperucita resalta como la sangre en una copa de agua. A todo esto, sumemos los enormes ojos de la protagonista, Amanda Seyfried, para terminar de dar color al cuadro. 





El resultado es entretenido, aunque quizás un poco previsible. No es una peli que quede en el recuerdo, pero sí ayuda a pasar el rato. Un seis.



domingo, 23 de noviembre de 2014

Anonymous

En los últimos tiempos ha habido diversas teorías que ponen en duda la existencia física de William Shakespeare. O, al menos, que el William Shakespeare real sea el escritor de las obras que figuran a su nombre. 

Sesudos análisis estilísticos, de vocabulario, conocimientos sobre países extranjeros que un humilde actor y escritor que nunca, que se sepa, salió de Inglaterra, no pudo obtener. 

La película Anonymous se basa en estas teorías y las utiliza como excusa para recrear el marco histórico de principios del siglo XVII, durante los últimos años de reinado de Isabel I, la Reina Virgen (que, como tal, falleció sin descendientes). 

La cinta se soporta en una extremada verosimilitud en el vestuario y decorados, además de contar con brillantes interpretaciones: Vanessa Redgrave (la anciana reina Isabel), David Thewlis (el Remus Lupin de Harry Potter se convierte en el poderoso William Cecil), el para mí desconocido Edward Hogg (el jorobado Robert Cecil, hijo del anterior y heredero de su poder); Rafe Spall (un deleznable William Shakespeare) y, sobre todo, Sebastian Armesto (en el papel del que será el depositario de la confianza del verdadero autor de Macbeth, el también afamado dramaturgo Ben Jonson) y Rhys Ifans (el conde de Oxford y el personaje elegido por la película como el hombre detrás de la pluma de las obras de Shakespeare.


El espabilao que se lleva los aplausos sin pegar sello


¿Quién se lo iba a decir a Rhys? De salir en slips en la ñoña Notting Hill a soportar con su presencia la mayor parte del peso argumental de una película histórica.

Me encantó además comprobar el buen estado de salud de Derek Jacobi, el inolvidable Claudio de la adaptación de la BBC de las novelas de Robert Graves, allá por los años setenta. 

El albacea, que respeta los deseos del autor por locos que sean


Mediante continuos saltos adelante y atrás en el tiempo, se nos explica una historia mucho mayor que quién escribió qué, aunque la pasión de Oxford por la escritura y lo imposible de su aventura, es un poderoso motivador de lo que está por venir. 

Como siempre, no contaré mucho más. Solo que, si bien en imdb cuenta con un 6,9 de nota media, par mí es sin duda una película notable que merece la pena, a pesar de un final con cierto regusto amargo. Mucho mejor, sin duda, que la ñoña Shakespeare in love.

Si las conspiraciones son ciertas, soy incapaz de entender qué puede llevar a un autor, que ha escrito piezas de notable calidad a base de esfuerzo e inspiración, piezas destinadas a ocupar un lugar sin par en la Historia de la Literatura Universal, a dejar de saborear el merecido éxito y dejar que otro sea el beneficiario de su trabajo.

Escribiendo hasta que se le caigan las pestañas por, literalmente, amor al arte

viernes, 21 de noviembre de 2014

Favoritos de la fortuna

Colleen McCullough es una señora australiana, con pinta de abuelita de dibujos animados de Silvestre y Piolín, que además de El pájaro espino (inolvidable Richard Chamberlain en su adaptación televisiva en los ochenta), es la autora de una serie de novelas históricas ambientadas en  la Roma de las postrimerías del segundo siglo y casi todo el primer siglo antes de nuestro Señor Jesucristo. 

¿He visto un lindo gatito?


Una de las etapas más apasionantes, de la Historia, por cierto. Años, décadas, en las que la poderosa Roma se da cuenta (más bien sus élites) de que las estructuras de la República no son suficientes para garantizar el buen gobierno de un imperio cada vez mayor. Una época en la que, como durante la Atenas de Pericles, se suceden las grandes figuras que siglos después aún perduran en nuestra memoria: Cayo Mario, siete veces cónsul y reformador del anticuado ejército republicano hasta convertirlo en una de las máquinas militares más perfectas de la Historia; Lucio Cornelio Sila, dictador; Cneo Pompeyo Magno, brillante militar; Marco Licinio Craso, el hombre más rico de su tiempo, a quien su soberbia le costó cara en Carras; Quinto Sertorio, lugarteniente de Mario y que dio un lugar preponderante a la Hispania de entonces; Quinto Tulio Cicerón, defensor de la República ante el conspirador Catilina y probablemente el mejor abogado y escritor en lengua latina hasta la llegada de...

Siete veces cónsul, ahí es nada


...Cayo Julio César, un hombre hecho a sí mismo cuyo nombre es sinónimo de Emperador en muchos idiomas y que también sirvió para nombrar una delicada operación para facilitar el alumbramiento en embarazos difíciles... Su vida fue larga para los estándares de la época: cincuenta y seis años, cuando la esperanza de vida no llegaba a los treinta. Pero fue muy corta para hacer todo lo que hubiera podido. Pocas veces en la Historia de la Humanidad se dieron, en la misma persona, la capacidad para hacer cualquier cosa y la voluntad de hacer cualquier cosa. Y, cuando eso sucedió, el fulgor nunca llegó a apagarse.

Divus Iulius


Creo que se nota que la Historia de Roma en general, y este período en particular, me apasionan. Como me apasionaron los libros de la abuela McCullough: El primer hombre de Roma, La corona de hierba, Favoritos de la fortuna, Las mujeres de César, César y El caballo de César. Me falta Antonio y Cleopatra, pero no tardará en caer, espero. 

Recuerdo que mis amigos me compraron el primero de la colección hace bastante tiempo. Fue un regalo de cumpleaños. Los demás llegaron detrás y hoy ocupan un lugar de honor en mi biblioteca. Mi único pesar, no poder tenerlos todos de la misma colección, así que conviven ejemplares bastante distintos entre sí. Me da igual.

No son libros fáciles de leer. No esperéis descripciones de batallas a lo Posteguillo ni diálogos livianos. Por el contrario, la recreación del momento histórico es fundamental, tanto que debería advertirse en las contraportadas de una posible sobredosis de verosimilitud histórica. 

Por eso mismo no me atrevo a recomendarlos. Pero sé que, si te apasiona el tema, no te defraudarán. 


sábado, 8 de noviembre de 2014

Los transformers de Michael Bay

No, todavía no he podido ver la que es la cuarta entrega de la serie Transformers de Michael Bay, La era de la extinción. A decir verdad, no creo que la vea; al menos hasta que la pongan en cualquiera de las múltiples cadenas de televisión que hoy disfrutamos. 

Vi Tranformers (la primera) con cierta añoranza de la serie de dibujos animados que ponían cuando era un chavalete. Nunca fui muy aficionado a los tebeos, pero sí pasaba el rato viendo a Megatron y a Optimus Prime por la tele. Por cierto, no recuerdo qué fue lo primero: los juguetes o los tebeos. Tengo la vaga idea de que los tebeos vinieron después, pero no podría jurarlo...

Decía que vi Transformers con añoranza. Una añoranza que se fue diluyendo de una forma bastante lamentable a medida que corría el metraje y me mareaba entre explosiones, la cara de papanatas de Shia LaBeouf y las curvas de Megan Fox. Ni siquiera los efectos especiales de los robots me sacaban del encefalograma plano. Menos mal que por ahí andaba el hilarante personaje de un tal John Turturro que mantuvo el tipo y me permitió alguna que otra carcajada.

La segunda entrega, La venganza de los caídos, fue bastante peor. La misma cara de papanatas de Shia, las mismas curvas pero más mala leche de Megan y, gracias a Dios, el mismo hilarante John Turturro. El sacrificio del personaje de Shia para resucitar a Optimus fue lacrimógeno, pero por vergüenza ajena más que por profundidad de sentimientos.

Como suele suceder en estos casos, ya todo solo podía ir a peor. Aparece John Malkovich (quién te ha visto, quién te ve) en un papelito para pagar las facturas y al papanatas le cambian de maciza (Rosie Huntington), que se pasa la peli con cara de palo y poniendo morritos. ¿Sabéis lo peor? Que ni siquiera recuerdo nada del personaje de Turturro. Hasta he tenido que ver el listado del reparto en imdb para contrastar que también estaba. 

En todas ellas, el frenético movimiento de cámara. Maldita sea, se está poniendo de moda y yo me planteo ir al cine dopado de biodramina. ¿Como será sufrirlo en 3D? Se me ponen los pelos como escarpias. 

Con este panorama, ¿para qué gastar dos horitas de mi tiempo? Mejor dedicarlo a otra cosa, antes que ver La era de la extinción.

Por ejemplo...


martes, 4 de noviembre de 2014

True detective (T1)

True detective, Rust Cohle y Marty Hart, o Matthew McConaughey y Woody Harrelson. 

Un asesinato, en apariencia ritual, cerquita de Nueva Orleans (humedad, calor y sudor para ambientar). La cosa se complica, las ramificaciones llevan a sitios ensospechados. Un cierre en falso. Años de languidecer hasta que el interés se reactiva. Un par de personajes. Flashbacks. 

Ocho capitulazos de una serie que engancha desde el principio. Quizá no por la historia, que a mí se me volvió un poco demasiado farragosa con tanto salto adelante y atrás, y con las complicaciones del caso. 



Todo empieza y termina en ellos

Pero merece la pena porque es una serie de personajes. Cohle y Hart están muy lejos de ser los personajes planos o, como mucho, apenas definidos a los que estamos acostumbrados. Muy al contrario, están plagados de aristas, de matices que enriquecen el cuadro hasta que nos atrapa, muy a nuestro pesar. No sabría decir cuál me cae mejor, porque lo bueno es que ambos tienen sus buenos y sus malos momentos. Los amas y los odias. Los comprendes y los miras como si fueran extraños, alucinados, alienados. Y quizá sea un poco de todo eso, porque la serie los trata también con dureza, mostrando sus miserias. 

Si tuviera que elegir, quizá me quedaría con Hart (Harrelson). Es más cercano, más humano. Cohle es tan frío a veces, tan racional, que puedes dudar de que sea humano. Pero Hart, con sus problemas con la bebida, con sus problemas con su mujer (la también impresionante Michelle Monaghan), sus infidelidades, su mal genio...

Ay, esa libretaza...

Confieso que entré en ella más por su fama que por verdadero interés, pero no me arrepiento para nada. El trabajo de estos dos atrapa desde el principio. Ambos han marcado un hito en sus respectivas carreras, pero quizá sea Matthew McConaughey quien mejor pueda sacarle provecho, porque ha dejado atrás sus tiempos de actor de comedia romántica o de acción de medio pelo para mostrar un registro que pocos sospechábamos en él.

En imdb le dan un 9,3. Yo, aunque me ha gustado mucho, lo dejo en un ocho alto.

Curiosamente para la segunda temporada han cambiado de pareja protagonista. Colin Farrell (Alejandro Magno) y Taylor Kitsch (John Carter) lo tendrán crudo para igualar a este par.

domingo, 26 de octubre de 2014

Praga mortal (Berlin Noir #8)

Praga mortal es la octava novela de la serie del detective alemán Bernhard Gunther y la última que he podido conseguir. En esta ocasión volvemos a la década de los cuarenta del siglo pasado, en concreto a 1941. 

Gunther es reclamado por el Reichsprotektor, Reinhard Heydrich, a quien Gunther parece caer bastante bien, tras coincidir en el pasado en una investigación en Berlín. 

A estas alturas, Gunther ha vuelto ya de su período de servicio en el Este de Europa, más desencantado y ácido que nunca por todo lo que ha tenido que ver y hacer. Pero una persona como él está poco tiempo sin hacer nada. Los problemas van a buscarle como si fuera un pozo gravitatorio de densidad infinita. 

El puente de Carlos no tiene importancia en la trama
aunque aparezca en portada

 De vuelta en la Kripo, la suerte hace que tenga que encargarse de la muerte de un trabajador inmigrante. Un crimen más en el oscuro Berlín que le ha tocado vivir, pero que se complicará de forma inevitable. Mientras investiga el caso, conoce a una chica que parece sentir algo más por el bueno de Bernie, que frágil como es, parece corresponder. Hasta que una llamada de teléfono de Heydrich le hace ir a Praga. Gunther decide ir con la chica, para pasar un fin de semana agradable, pero las cosas...

Una vez allí se entera de que Heydrich pretende nombrarle su guardaespaldas máximo, la persona que sea responsable de su seguridad. Sin duda un regalo envenenado en el que, se mire por donde se mire, el bueno de Gunther tiene mucho que perder y poco que ganar. No obstante, no queda sino obedecer. 

Y, entonces, tenemos otro asesinato.

A partir de aquí, Praga mortal es un homenaje en toda regla a las novelas clásicas del género y en especial a su reina indiscutible, Agatha Christie. El autor, además, no se recata y la cita una y otra vez. El mismo caso, un asesinato típico de la clase de habitación cerrada, en apariencia irresoluble. Los diversos sospechosos, los interrogatorios, las coartadas, el juego sicológico... Un whodunit de toda la vida.

La resolución del caso es sencilla, inesperada y brillante. Y, lo que es aún más importante, no engaña al lector porque todas las piezas del rompecabezas se encontraban ahí, bien a la vista para aquellos que estuvieran atentos. 

La trama tiene algún argumento secundario, por ejemplo qué pasa con la chica que acompaña a Gunther o quién ha asesinado al trabajador de Berlín, pero por aquellos azares del destino, todo está entrelazado. 

En resumen, Praga mortal está sin duda entre las dos o tres mejores novelas de la serie. Es probable que sea, incluso, la mejor. A un caso muy atractivo añade además la simplificación de la historia vital de Gunther. Ya está contada, así que deja de tener importancia en la trama para dejar paso a lo que resulta en verdad importante. Puede además leerse por separado del resto sin apenas perderse algo importante, así que...

Un ocho alto, y mi recomendación.




domingo, 19 de octubre de 2014

La ladrona de libros

En la Alemania de 1938, la pequeña Liesel Meminger viaja en tren junto a su madre y su hermano. Cuando éste muere, es enterrado junto a las vías y Liesel recoge un pequeño libro: el manual del sepulturero.

Así empieza La ladrona de libros, una deliciosa película, una tragicomedia, que cuenta la historia de Liesel desde que es dada en adopción al matrimonio Hubermann. Las razones de por qué la madre de Liesel debe abandonarla se explicarán en la película, así que no entraré en ello aquí. 

Ante Liesel se abre un nuevo mundo lleno de sorpresas. El señor Hubermann es un buen hombre y, cuando descubre que la pequeña apenas sabe leer, se afana en enseñarla. Al principio utilizan el manual del sepulturero, luego consiguen otros libros que leer. Siempre juntos, en el sótano de la casa, donde apuntan las palabras nuevas que van descubriendo. 



La señora Hubermann, aunque trata de evitarlo, también es una buena mujer. Seria, dura en ocasiones, pero demostrará tener un corazón de oro.

Los años que les han tocado vivir no son recomendables para las gentes de buen corazón, y la vida de los tres se volverá del revés cuando el joven Max, judío, llama a su puerta en busca de ayuda. El señor y la señora Hubermann sabían que este momento, tarde o temprano, llegaría: Max viene a cobrarse una deuda de vida, de allá por la Primera Guerra Mundial. Enfermo de gravedad, Max se convertirá en el eje sobre el que gira la vida de los Hubermann y de Liesel, que se desviven hasta que el joven se recupera.

Asi que los días de Liesel pasan entre el temor y la lectura, y los juegos con su amigo, el vecino Rudy Steiner, que desde el primer día la defenderá de los insultos de aquellos que no tienen dos dedos de frente. A él se debe el título, cuando la ve salir con una brazada de libros prestados por la esposa del dirigente local del Partido (ya sabemos cuál).

Los pequeños momentos de una familia


Pasan los años, la vida se hace más dura y el señor Hubermann es llamado a filas. El miedo en general se convierte en un miedo más concreto, más concentrado. Liesel tiene miedo de perder al que ha sido lo más parecido a un padre para ella. Temores infundados, porque el viejo Hans vuelve a casa a los pocos meses, esta vez para quedarse.

No debo contar más. El final es triste, muy triste. Se me escaparon varias lágrimas, lo cual es algo embarazoso cuando estás viendo la película en un autobús lleno de gente. Por fin sabemos a quién pertenece la voz del narrador que nos ha acompañado en todo el metraje, y más nos valdría no haberlo descubierto nunca, porque con ese conocimiento se nos escapa la inocencia. 

Con sus grandes ojos y sus tirabuzones rubios,
Liesel es la viva imagen de la inocencia.


Me encantó. La historia, los personajes y la interpretación, sobre todo de la pequeña Sophie Nélisse (Liesel) y de Geoffrey Rush (el señor Hubermann). Lo tiene todo. 

Un nueve y mi recomendación.

domingo, 12 de octubre de 2014

Aquellas series inolvidables de verano

Aquellos veranos de los ochenta fueron los mejores de mi vida. Los tres meses más esperados. Por supuesto, no había colegio. Por supuesto, había aprobado todo. Y la primera cadena (por aquel entonces todavía no se llamaba La1) programaba series para adolescentes que se quedarían por siempre en mi memoria.

Los acordes de un sintentizador, el desierto, y un coche negro con unas luces rojas que se movían de un lado para otro. Michael Knight, un hombre que no existe. KITT, su coche fantástico. La Fundación para la Ley y el Orden, Devon Miles, Bonnie... Vista hoy resulta en ocasiones bastante cutre, pero sigue siendo mejor que su remake de hace unos años.




KITT fue el primero, y el mejor. Luego llegarían Trueno Azul (un helicóptero) y Halcón Callejero (una motocicleta). Pero no aceptes sucedáneos, quédate con el original.

Mientras tanto, la estrella de combate Galáctica, al mando del comandante Adama, surcaba el espacio protegiendo a los supervivientes de las Doce Colonias. Su misión, encontrar el planeta de origen de la Humanidad, la Tierra. Hoy también nos parece cutre, pero quién no se hizo un casco y el mando de un viper para jugar con sus amigos... 




Si la tripulación de Galactica hubiera llegado a la Tierra, se habría encontrado con una invasión extraterrestre. Los lagartos nazis de V, sus cincuenta naves nodriza, los colaboracionistas... y la Resistencia, con Mike Donovan (El señor de las bestias), la malvada Diana... Los efectos de maquillaje eran revolucionarios para su época, e impactantes. El remake posterior solo supera al original en la presencia de la espectacular Morena Baccarin. Mucho mejor la miniserie original de cinco episodios que la ampliación posterior.




Además, Starbuck tendría que pluriemplearse y convertirse en Phoenix (Templeton Peck). El equipo A, la serie en la que había más tiros y menos muertos. Repetitiva hasta la náusea, pero amigo, ¡me encanta que los planes salgan bien! Aunque cuando añadieron al hispano de la coleta...




Un profesor de instituto, un traje y un manual de instrucciones perdido. Esa es la premisa de El gran héroe americano. Añadimos un agente del FBI y una bella novia (Connie Sellecca, también en la serie Hotel). Una de mis favoritas de siempre.




Seguimos con alienígenas. En esta ocasión vuelve a la Tierra para hacerse cargo de su hijo. Será perseguido por el malvado gobierno. Una road movie con todas las de la ley. La película Starman, con Jeff Bridges, adaptada a la tele y protagonizada por Ted Stryker (el piloto de Aterriza como puedas)





Unas islas en el Pacífico, un piloto, un hidroavión y su perro con un parche en el ojo. No es que recuerde mucho de esta serie, pero sí que me gustaba: aventuras, humor... ¡Y Roddy McDowall sin maquillaje!




A McGyver no podías dejarle solo si eras el malo. Te la podía liar en cualquier momento con lo que tuviera más a mano: el envoltorio de un chicle, hilo dental, un plátano... Aficionado al hockey hielo y agente especial. ¿Qué más se puede pedir? Si además es recurrente en Los Simpson gracias a las hermanas de Marge...



En Sliders, un grupo de lo más variopinto (incluido el amigo de Indiana Jones), trataba de volver a su casa saltando entre universos paralelos. Habia episodios muy interesantes en su planteamiento, cambiando San Francisco unas veces de forma evidente y otras muy sutil. Entretenida.



¿Aventuras en el Oeste? ¿Qué tal si visitamos Wildside y su cámara de comercio? Me acordaba de Prometheus Jones y de Vargas de la Cosa, pero no recordaba que estaba por ahí la buena de Meg Ryan, antes de recibir e-mails y esas cosas.




Y, para terminar, ¿por qué no nos reunimos junto al fuego, a escuchar al Cuentacuentos? Episodios de apenas media hora, con marionetas de Jim Henson (teleñecos) y adaptaciones de cuentos populares. Además, John Hurt era nuestro maestro de ceremonias.




¡Cuántos recuerdos y qué buenos ratos he pasado con estas y otras muchas series! Y, por otra parte, ¡qué viejo soy!

domingo, 5 de octubre de 2014

Juego de Tronos (T4)

Tras el final anticlimático de la T3 de Juego de Tronos (cierto es que era muy difícil superar lo sucedido en el capítulo 3x09), había que ver lo que la nueva temporada nos tenía preparado. Y la verdad es que no ha defraudado en absoluto. 

Después de un primer capítulo de transición (normal, después del tiempo que pasa entre temporada y temporada hay que sacrificar metraje para volver a poner en situación al espectador), el capítulo 4x02, El león y la rosa,  marca ya la pauta de esta temporada: las continuas sopresas y el espectáculo televisivo. El capítulo es de los que se recordarán durante muchos años.

Pero el momento más espectacular, sin duda, de esta temporada y quizá de todas, es el final de 4x08, La Montaña y la Víbora. Son cinco o seis minutos épicos, con un final inesperado totalmente (para los que no hayan leído los libros, claro) y, por qué no decirlo, bastante desagradable. Un final de los de aguantar la respiración y darte cuenta que tienes que volver a inspirar. Tremendo, de verdad.

Como ocurría en la temporada anterior, había que hilar fino para superar lo que habíamos visto ya. Entonces llega 4x09, Los vigilantes del Muro. Pedazo de capítulo, este en su totalidad, echando el resto en efectos especiales computerizados. Vemos por fin a la horda de Mance Ryder, con gigantes y mamuts entre ellos. El capítulo está plagado de pequeños momentos épicos, pero éste todavía me pone los pelos de punta:



Ahora habría que preguntarse quién hace un muro de hielo tan alto y le abre un túnel tan grande que pasa hasta un gigante sin siquiera agacharse. Cosas de la Fantasía. Pues el mismo que monta una guadaña en lo alto de la pared... Hay que verlo, también. 

Y, por último llega 4x10, Los niños. Un gran cierre de temporada en el que Tyrion tiene su dosis de protagonismo. Un personaje golpeado y maltratado desde hace muchos capítulos, pero que obtiene por fin una ración de honor que le vendrá muy bien. Veremos también a Lord Tywin sentado en el trono, negociando con su hijo pequeño.

El parecido con la historia de los libros sigue siendo notable, aunque hay varias pequeñas diferencias que no sé muy bien si tendrán influencia más adelante. No comentaré nada, no obstante, por el riesgo que supone hablar más de la cuenta y ESPOILEAR la historia más allá de lo razonable. 

Una gran temporada, sí señor, con grandes datos de audiencia en Estados Unidos (entre seis y siete millones en cada capítulo), multiplicando por tres la de la primera temporada. No en vano ha sido renovada por dos años más. 

Es de nueve






domingo, 28 de septiembre de 2014

Hannah y Barbera

Hoy toca nostalgia.

Nostalgia de cuado era chico y, bocadillo de nocilla o de leche condensada en mano, pasaba un rato viendo en la tele los dibujos animados de Hannah y Barbera. Me costó lo suyo entender que eran dos personas y no una, pero cuando uno es un pequeñuelo inocente, esas cosas tienen una importancia relativa.

Empecemos, pues:

Los Picapiedra son unos de los personajes más famosos del mundo mundial. Pedro, Vilma, Pablo y Betty, Dino, Peebles y Bum-Bum, el señor rayuela, jugar a boliches, esos electrodomésticos de los que no se privaban, los coches de patas...



Otro personaje mítico era el oso Yogi, con su inseparable pequeño amigo Bubu, en una lucha constante por la supervivencia en el parque de Jellistone, a base de cestas de campistas...




No hay que olvidar al gran Don Gato, un felino vividor acompañado por una pandilla no menos vividora, de la que solo recuerdo al pequeño Benito





El malvado Pierre Nodoyuna volaba en la Primera Guerra Mundial, al mando del Escuadrón Diabólico y acompañado por su fiel Patán, siempre burlados por la paloma mensajera.





Un apacible conserje de la comisaría de policía se convierte en Hong Kong Phooey, experto en artes marciales que lucha contra el mal. Solo tiene que meterse en el archivador y cambiarse, aunque a lo mejor necesite un poco de ayuda de vez en cuando. Impagable su coche.






¿Y el que probable sea el superhéroe más pequeño del mundo? La hormiga atómica y sus antenas con las que capta las señales de radio.







Otra buddy-movie era la de Leoncio el león y Tristón, que era una hiena con pocas ganas de reírse. En la década de los noventa, los guiñoles del Canal Plus, hacían una parodia con los muñecos de Aznar y Mayor Oreja.





En la tienda de animales del señor Peebles, te podías encontrar a Magilla, un gorila con sombrero bombín, pajarita y tirantes





En un barco colgado de un globo aerostático, viajaban en busca de aventuras Pepe Pótamo, un hipopótamo vestido de explorador, y su fiel amigo So-So. ¡Cuidado con su hipo grito huracanado!





Hay muchos otros personajes: la tortuga D´Artagnan, Tiro Loco McGraw, Canuto y Canito, Los Supersónicos, el lagarto Juancho, el Capitán Cavernícola (e hijo), Johnny Quest... 

Pero mis favoritos fueron siempre los autos locos: los hermanos Macana, Piedro y Roco; el convertible del profesor Lokowith; el alambique veloz; el stuka rakuda del barón Hans Fritz; Pedro Bello y Penélope Glamour; el súper chatarra especial; el troncoswagen... y cómo no, el súper ferrari de Pierre Nodoyuna y Patán. Incluso hubo una especie de spin-off: Los peligros de Penélope Glamour...




Ya sé que muchos de estos personajes y sus aventuras eran muy básicos y repetitivos, que la calidad de los dibujos dejaba un poco que desear y que el tono general era un poco "de cadena de producción", pero no hay nada que se le haga cuesta arriba a un chaval y su bocadillo de nocilla.






lunes, 22 de septiembre de 2014

Hoy he venido a hablar de mi sobri

Otra cosa no, pero en mi familia hay talento a carretadas. De hecho, el talento lo exportamos.

Es evidente en mi caso, a las pruebas y a las casi trescientas entradas de esta bitácora me remito. Es evidente también en mi hermano, auténtico hombre del Renacimiento que lo mismo te fabrica un sextante que recrea en 3D las fantabulosas ilustraciones de Escher, maestro del hiperrealismo y de la geometría imposible o cuenta hilarantes historias inventadas.

Mi sobrina, María, la mayor de los tres churumbeles de mi hermano, ha cumplido ya veintiún años. Parece que fue ayer cuando casi cabía en la palma de mi mano; o cuando se podía bañar en el barreño de aclarar las lechugas; o cuando estaba malita y se quejaba de que le dolían los bazos y las penas en la cama de su abuelita.

Aquella niña adorable creció. Y fue cada vez menos adorable y más... arisca, diría yo. Sí, arisca es la palabra. Con un gusto al vestir cuando menos cuestionable, cosplayer (sí, amigos, he tenido que buscar esto en el puto internet) aficionada a los videojuegos, a los cómics (supongo, pero no me he atrevido a preguntar que también al anime y al manga) y a no sé cuántas frikadas más. Luego, con todo su morro, le dirá a mi madre que el friki soy yo, y ya la tengo yo liada la próxima vez que vaya a comer de gratis...

Pues esa cada vez menos adorable niña y más arisca muchacha, tiene un talento para el dibujo que... Ya mi hermano se llevó todo el talento dibujeril para sí (lo demás me lo quedé yo, así que tampoco me voy a quejar). Todavía recuerdo cómo, siendo yo apenas un adolescente, copió en un par de trazos el caballo de La batalla de Mühlberg, de Tiziano. Y yo ahí delante, como un gilipollas, dibujando a las personas como si fueran alambres... 

Esto es lo máximo a lo que yo puedo llegar... y con esfuerzo


Creo que no me ciega el cariño, pero es probable que necesitéis alguna muestra. Acordaros de cerrar las bocas para que no os entren moscas, cuando hayáis llegado al final de esta entrada.

Y, si alguno de vosotros necesita una ilustradora para una portada, un cuento, postales, lo que haga falta... no os olvidéis de ella. Su talento mercenario embellecerá cualquier cosa que se os ocurra.


Apunte del natural, acuarela.


Illustración para un cuento


Tinta

Retrato, a lápiz
Caricatura, a lápiz