sábado, 25 de enero de 2014

Resumen 2013

Me he dado cuenta de que cada vez cuelgo más tarde las lecturas del año anterior, así que he decidido no dejar pasar ni un minuto más...

El año pasado decidí que intentaría alejarme de los macrotochos y centrarme en libros de tamaño medio. Conseguí entonces una experiencia de lectura mucho más satisfactoria, pudiendo cambiar de libre en un intervalo de tiempo relativamente corto. Yo, al no ser un lector multitarea, me dedico a un solo libro hasta que lo termino. Cuando empiezo uno de mil páginas o más, a veces se me hace cuesta arriba si no es lo que espero...

Lo mejor del año:
  • Descubrir a Philip Kerr y al detective Bernie Gunther. Han caído cinco libros y, excepto el último (que comentaré por aquí en las próximas fechas), los demás han mantenido el pulso y la calidad de una forma muy especial. Aunando lo mejor de la novela policíaca con un respeto al marco histórico en el que se desarrolla, la serie de Berlin Noir ha sido una de las mejores cosas del año.
  • Me hallará la muerte, de Javier de Prada, una dura historia de guerra y posguerra, en la España de los años cuarenta, con un protagonista al que acabas odiando por su bajeza moral, pero al que al mismo tiempo tienes pena por lo que ha sufrido. La primer novela del autor que llega a mis manos, veré de repetir.
  • Flores para Algernon, todo un clásico de la cifi que me gusta, con personajes creíbles. Una historia dulce y dura a la vez que se lee en un suspiro. 
  • Pratchett, siempre Pratchett. Este año han caído La corona de hielo, El Atlético Invisible y Snuff. ¿Qué sería de mí sin el gran Sir Terry Pratchett, su fina ironía y sus historias que esconden mucho más de lo que muestran? Imprescindible para cualquiera.
No estuvo mal, pero tampoco tiro cohetes:
  • En la corte del lobo, de Hilarry Mantel, la historia de Thomas Cromwell en el momento de la crisis de Enrique VIII con el Papa de Roma por un quítame allá este divorcio. No voy a seguir con la serie, de momento. 
  • Novelas policíacas de Michael Connelly y Lorenzo Silva. Son entretenidas, pero detrás hay más bien poco. Alguna más caerá para descansar entre lectura y lectura.
  • Hagan sitio, hagan sitio, de Harry Harrison, no estuvo mal pero fue una decepción. Esperaba algo más desde que supe que en ella se había basado la película Cuando el destino nos alcance, con el macho alfa Charlton Heston a la cabeza. Una buena novela de cifi, pero quizá esperaba más de ella.
  • Tigana, de Guy Gavriel Kay, también fue una decepción como la anterior. Un clásico más, esta vez de la fantasía, que solo ahora llegó a mis manos y que me pareció algo farragosa al principio. Quizá lo mejor de todo sean los personajes y sus motivaciones, así como el final, que me pareció muy apropiado. Un poco larga, también.
  • Trilogía del Imperio, de Reinos Olvidados. La confirmación de que, a veces, es verdad que hay un tiempo para cada cosa. Sigo leyendo estas cosas porque, en el fondo, soy un friki aficionado a los juegos de rol y me he jugado la vida muchas veces en los Reinos. 
  • Juan Antonio Cebrían, conductor del programa de radio La Rosa de los Vientos hasta su fallecimiento en 2007. Lo he sobrevalorado durante todos estos años. Me he leído varios de sus libros de divulgación histórica y, definitivamente, son mucho mejores los cortos radiofónicos que hacía.
Decepciones totales:
  • Mi  segunda incursión en Dostoievski fue tan fracaso, al igual que la primera. Creo que lo voy a dejar por imposible, porque está claro que no estoy preparado para la alta literatura.
  • La estación de la calle Perdido, de China Miéville. Había leído tantas, y tan buenas, críticas desde hace más de diez años, que me quedé bastante planchado. Aparte que hay que acostumbrarse a un entorno tan extraño, plagado de razas alienígenas, la historia es bastante farragosa. Creo que también voy a pasar de Miéville por una buena temporada. 
Pues eso, han sido más las cosas que me han gustado que las que no, y recuerdo con bastante alegría muchas de las lecturas que he podido de disfrutar. Incluso de los errores se aprende: cuando el tiempo libre está limitado, hay que ir a lo seguro, minimizar riesgos... En ese sentido, olvidarme de Miéville hará que pueda dedicarme a otros...




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