viernes, 26 de junio de 2015

La cúpula (T2)

Decidí dar una segunda oportunidad a esta serie después de una primera temporada con más luces que sombras, pero que tenía el problema de saber hasta cuándo podría estirarse una trama basada en las relaciones personales y en la psicología de una pequeña sociedad aislada del exterior por una cúpula invisible.

Los guionistas han intentado salvar este escollo mediante la adición de nuevos personajes (no todos interesantes, dicho sea de paso) y nuevas tramas secundarias y giros en la trama principal (algunos un poco rebuscados y poco realistas). 

Eres muuuyyy malo, Big Jim

El resultado es una segunda temporada que, si bien tiene algunos momentos de mayor interés, resulta bastante más plana que la primera, menos interesante al haber perdido ya el elemento sorpresa, lastrada. 

Un personaje que viene de veinte años atrás, la aparición de la madre de Junior, el canal de comunicación con el exterior, el padre de Barbie (anda que el nombrecito del tipo duro...). Intentos de mantener en interés, a duras penas. Eso y que los polos se radicalizan: los buenos son cada vez más buenos; los malos, cada vez más malos. 

La tercera temporada tiene que mejorar bastante aunque, visto lo visto, es más probable que continúe un suave descenso hasta el valle del olvido. A ver lo que dura el reclamo del nombre de Stephen King.

Pelirroja, a este paso no sales de ahí


No sé, pienso que habría sido más efectivo realizar una miniserie autoconclusiva en una sola temporada. Habría tenido mucha más fuerza y seguramente más calidad concentrada. Si los productores lo que quieren es hacer dinero, en esta ocasión lo están haciendo a costa del producto.

En esta ocasión un aprobado raspado, pero con perspectiva negativa. En imdb todavía le dan un 7,0.

domingo, 21 de junio de 2015

Tintín y el secreto del Unicornio

No he leído ningún álbum del famoso reporter del tupé, Tintín, creado por el belga Hergé. Aunque estoy al corriente de las acusacines de racismo y filonazismo que se han hecho últimamente, y de las modificaciones que se pretenden para suavizar el tono de algunos de ellos (lo mismo, lo mismo, que pasa con la obra de Mark Twain, que de seguro se estará retorciendo en su tumba). 

Y no he leído ningún álbum porque, la verdad, me repele el estilo de dibujo. Podríamos decir que no me entra por los ojos. A pesar de que me motiva el comic europeo (Astérix, Thorgal, Blueberry...), Tintín nunca ha sido santo de mi devoción. Más bien al contrario. 



Así que me acerqué a la versión cinematográfica con unas pocas dudas. Dudas que se disiparon en apenas cinco minutos, los primeros de la película, en los que me dio tiempo a darme cuenta de que me encontraba ante una cinta de aventuras como las que veía cuando era chico. 

Esos primeros minutos de película bastan para situarnos, para marcar el tono, un poco pulp podríamos decir, con ese sabor añejo que hemos experimentado con Indiana Jones (por supueto, exceptuando la última), Allan Quatermain o Tarzán. Sabor a tarde de sábado y bocadillos de nocilla. Vuelta a la infancia. 


Una historia que hay que descubrir


Tintín y el secreto del Unicornio es una de las películas que más me han entretenido en los últimos años, un poco saturados ya de niños magos, superhéroes y mutantes. Una historia que atrapa, unos personajes carismáticos, persecuciones, un malvado que da la talla y un derroche de medios técnicos apabullante. Además de un humor inteligente, utilizado como válvula de escape. 

No le veo puntos flojos, la verdad, así que tengo que recomendarla a niños y a grandes, porque el verdadero cine de aventuras es apto para todos los públicos. 

En imdb se cotica a 7,4 y para mí que se quedan cortos. Está bastante más cerca del sobresaliente.

domingo, 14 de junio de 2015

American Gods

Apenas conozco a Neil Gaiman más que por referencias a su obra Sandman o Stardust. Vamos, que viene a ser un desconocido para mí. Mi buen amigo Antonio me regaló un ejemplar de American Gods y allá que me lo leí, casi a ciegas de lo que este autor puede dar de sí.

American Gods es una historia rara. Sí, si tuviera que definirlo con una sola palabra, sería esa. 

Todo comienza con la salida del protagonista, un tal Sombra, del penal después de cumplir condena. Aquella misma noche conoce la muerte de su novia, Laura, con la que ansiaba reencontrarse, y se encuentra con un enigmático señor Wednesday que le ofrece un trabajo y sellan un pacto con ¡hidromiel! 


La portada (una de tantas) también es rara

A partir de ahí parece que nos encontremos en una clásica road movie, con los personajes desplazándose por el inmenso territorio de los Estados Unidos. Pero esta road movie está muy lejos de ser clásica, porque los hechos sobrenaturales están al orden del día. 

Y es que el bueno de Sombra se encuentra en medio de lo que es una guerra de dioses, nada más y nada menos. Los dioses antiguos contra los dioses nuevos. Los primeros son los clásicos dioses de panteones nórdicos, egipcios o africanos, por ejemplo. Los dioes nuevos son personificaciones más actuales como la publicidad o internet. Unos y otros, como todo dios que se precie, son egoístas y no desean más que su propio bien. En eso, tanto los dioses antiguos como los dioses nuevos, no se diferencian en nada.

Y la historia de Sombra es la historia de esa guerra en la que los dioses antiguos, ya carentes de creyentes, se aferran al pasado y se resisten a desaparecer. Mientras que los dioses nuevos, cuyos seguidores se cuentan por miles, quieren erradicarlos definitivamente. 

Por cierto que esta explicación que relaciona el número de creyentes con el poder de los dioses ya lo he visto en Pratchett (Dioses menores) y en Leiber (Fahfrd y el Ratonero Gris), pero la forma en la que Gaiman lo cuenta también resulta exrañamente lógica. 

Un tipo raro


No contaré nada más, por no destripar la historia. Solo que a veces hace gracia la resistencia que tiene Laura, la novia de Sombra, a morirse por cuidar de él. O que la escena en la que Sombra parece un nuevo Odín, colgado en el Yggdrasil para obtener la sabiduría, resulta fascinante. 

He dicho antes que American Gods es una historia rara. Y lo es porque está trufada de extrañas escenas, algunas mezcla de sueño y realidad, aparentemente inconexas pero que exigen mucho esfuerzo al lector. No obstante, Gaiman tiene algo que te atrapa hasta que se termina el libro. 

Quizá American Gods no sea la mejor forma de iniciarse en la obra de Neil Gaiman. No los sé todavía, pero sí sé que no ha sido causa de que se me quiten las ganas de continuar. Al contrario. No como me ha pasado con China Miéville, por ejemplo.

¿Una nota? Un bien alto.

miércoles, 3 de junio de 2015

Del culo de Zapatero a la sonrisa de Mas

Dos actos distintos, dos provocaciones gratuitas. La misma falta de respeto a unos símbolos que significan mucho para un gran número de personas.

Era Zapatero un pipiolo, aún antes de Presidente del Gobierno de España, mucho antes de la crisis que no era crisis, de la recesión que era un crecimiento negativo. Era un día doce de octubre, festividad de la Virgen del Pilar, Fiesta Nacional de España. Al tradicional desfile militar acudían efectivos de naciones amigas. Entre los distintos cuerpos, la bandera estadounidense. 

A Zapatero, aún no sé por quién aconsejado, no se le ocurre otra cosa que permanecer sentado al paso de la bandera cuando el protocolo y el más elemental sentido del respeto dictan que debería levantarse. El resultado, una congelación de las relaciones con la superpotencia que pasaría factura durante sus primeros años de gobierno. 

...

Es Mas el President de la Generalitat que parece dirigir con mano firme el rumbo independentista de Catalunya, promotor de un sucedáneo de consulta al que acudieron apenas un tercio de los mayores de dieciséis años llamados a las urnas. El escenario, la final de la Copa del Rey de fútbol. 

Como se preveía, una sonora pitada de las aficiones del F.C. Barcelona y del Athletic Club de Bilbao es capaz de ahogar el himno de España. En el palco, un estoico Felipe VI permanece estoicamente erguido, aguantando el chaparrón. Hay cosas que van con el sueldo, Majestad, y esta es una de ellas, pero con su actitud no ha hecho otra cosa que dar una lección de saber estar y de servicio a la Institución que representa de la que podrían tomar nota políticos a lo largo y ancho del país.

A su derecha, Mas esboza una cínica sonrisa de ¿triunfo? ¿satisfacción? Después aprovechará para sacar pecho en unas declaraciones a la prensa. Cuando su papel institucional de presidente de todos los catalanes, independentistas y no independentistas, debería aconsejar lo contrario. 


Lo siento Artur, no pillo el chiste


¿Es esto un ejercicio de democracia? Depende de la perspectiva, del punto de vista.

Para algunos sí lo es. Para otros, entre los que me cuento, es una falta de respeto. 

Si buscas reconocimiento y respeto a tus símbolos identitarios no es coherente faltar a los símbolos de los demás. Es respetable la opinión de aquellos que dicen no ser representados por la bandera, el himno, el Rey o el nombre de España, pero no confundamos churras con merinas. 

Lo sucedido el sábado es comparable a un ateo que entra un domingo en una iglesia, durante la misa, y a voz en cuello se caga en Dios, la Virgen y los santos.

Espero que el símil se entienda.