sábado, 29 de agosto de 2015

Homeland (T4)

La tercera temporada de Homeland fue bastante decepcionante en todos los sentidos. Pensé que la serie se había alargado bastante más de lo necesario y mi interés por la serie decayó tanto que me planteé no continuar. Hay muchas cosas que ver y muy poco tiempo...

De hecho, estuve remoloneando durante meses antes de ponerme con ella. Alguna conversación con gente que la había visto y que le había gustado me convenció para darle otra oportunidad. 

La verdad que no me arrepiento. La cuarta temporada sube bastante respecto a la tercera, aunque no llegamos al nivel de la primera y la segunda. Remonta y mantiene el interés, a pesar (o gracias) a la ausencia de Brody y su perenne cara de susto. 

Los carteles no engañan: ella es el eje central


Sí, falta Brody. Pero tenemos Carrie para aburrir. Tenemos a Carrie y su cara de ida, o de loca, o de... no sé, de lo que queráis, pero no la aguanto. Las muecas de Clare Danes han hecho de Carrie un personaje que me resulta odioso. 

Menos mal que tenemos a Peter Quinn. El personaje se ha visto favorecido por la ausencia de Brody (¿he dicho ya que Brody no está?) y se ha convertido en mi favorito, con diferencia. Descubre que tiene un corazoncito y que en el fondo le repugna lo que hace. Lo hace porque, simplemente, no sabe hacer otra cosa. La escena de la pelea en la cafetería mola. 

Tenemos también a Saúl Berenson, al que le pica tanto el gusanillo que su trabajo en el sector privado le sabe a poco. Nada que un viajecito a Islamabad y mucha adrenalina no puedan curar. Lo que no sabemos es lo que dirá su mujer...

El elenco de malutos no está mal. Uno de ellos es carismático, a la par que despiadado, pero cuando le conoces tiene una serie de claroscuros que hacen difícil definirlo. Lo bueno que Homeland ha tenido siempre es que se pone en el lugar del otro y te hace entrever sus motivaciones. Te descubres empatizando con personajes que deberían ser odiosos a nuestros ojos, pero que tienen algo que les ayuda a evitarlo. Es un juego con el espectador, diría yo. Una pequeña (o grande) manipulación de los sentimientos. 

¿Dónde está Brody?


No diré mucho más. Solo que en esta temporada pasan cosas muy gordas. Algunas las ves venir, pero otras son totalmente inesperadas y te dejan con la boca abierta. Muere también algún personaje de esos que no deberían morir nunca porque son de los buenos. Una muerte en particular me tocó bastante las narices. 

La temporada empieza algo floja, aumenta mucho de interés hacia la mitad y vuelve a perder fuelle al final. El final del último capítulo, para mayor gloria de Carrie y Peter, prescindible. El ambiente opresivo de Islamabad y la embajada estadounidense en esa ciudad, me ha gustado.

Bueno, de momento Homeland aguanta el tirón. Veremos la quinta temporada.

domingo, 23 de agosto de 2015

Guardianes de la galaxia

Un terráqueo, una guerrera de piel verde, un árbol con patas que solo sabe decir "Yo soy Groot", un asesino con la piel surcada de tatuajes rojos y un mapache que habla y utiliza armas automáticas. 

Ese es el quinteto protagonista de Los guardianes de la galaxia, película del Universo Marvel que, aunque alejada de los superhéroes tradicionales, sin embargo mantiene una relación con ellos (Thanos y las piedras de colores tras las que va). Una peli menor que ha sido un éxito de taquilla que ha sorprendido a propios y extraños, fíjate tú.



Otro viaje en autobús, en esta ocasión nocturno, me permitió verla para pasar el rato. Su fama la precedía. Decían que era una de las mejores, si no la mejor, de las películas basadas en personajes de la Casa de las Ideas. Bueno, tengo que decir que su fama es mejor de lo que merece.

El maluto, pasado con la sombra de ojos

Es una película entretenida, algo de acción, algo de humor... pero si tu mapache es el mejor actor de todos y resulta que está generado por ordenador, entonces tienes un problema. Zoe  Saldana, Dave Bautista (que viene de la WWE), Chris Pratt.... demasiadas caras de palo.Y una historia que resulta un poco demasiado confusa, un malo que promete horas de agonía para los buenos y que luego resulta bastante nifú nifá y las fugaces visiones de ese Thanos que se está preparando en la sombra para una confrontación que promete hacer temblar los cimientos del Universo Marvel (o no, quién sabe, que estas cosas luego no son lo que parecen).

Vale que no estamos viendo algo de Shakespeare. O sea, que la actuación viene a ser algo secundario y que estamos sentados viendo la peli porque mola, pero se me antoja demasiado poco. Verdaderamente estamos bajando el nivel de exigencia y ya cualquier cosa nos vale. 

Este será tu mejor hombre


Lo curioso es que más de medio millón de usuarios de imdb valoran la cinta con un épico 8,1. Mucho, me parece. Demasiado, diría yo. Alrededor de un 6 sería algo más ajustado, poniéndolo en perspectiva. 


jueves, 20 de agosto de 2015

Pompeii

Pompeya, una mezcolanza de tópicos del cine de romanos y no precisamente para bien. 

Esta amarga frase define lo que me ha parecido esta película de la que he sufrido todos y cada uno de sus 145 minutos de metraje, una sucesión de situaciones ya mil veces vistas, de villanos que se esfuerzan tanto en parecer que son más malos que nadie que caen en la autoparodia, de buenos que lo son tanto que solo les falta levitar y ascender a los cielos, de actores que no se creen mucho lo que están haciendo, de otros actores que han ido directamente a poner el cazo... podría seguir así un largo rato, pero no merece la pena, creedme. 

No me gusta ni el poster


El protagonista es Milo (Kit Harrington o Jon Nieve), un esclavo al que se le dan maravillosamente bien tanto los caballos como las armas. Su destino se cruza con Cassia (Emily Browning), heredera de una familia de Pompeya que quiere medrar y hacer negocio en Roma. Ahí entra el maluto, Corvus (Kiefer Sutherland) y su lacayo, tanto o más maluto que él. 

El verdadero protagonista, con más registros que algunos actores del reparto


Bueno, resulta que Milo entra en una escuela de gladiadores y resulta que es el más mejor de todos ellos, excepto Atticus, al que solo le falta una victoria para convertirse en un hombre libre (hay un paralelismo con el típico policía que se come un donut mientras sale de patrulla en su último día de trabajo antes de jubilarse, así que ya sabéis cómo va a acabar la cosa para él). 

Lo gordo pasa mientras se encuentran en la arena, con las consecuencias que ya sabemos todos para la antigua ciudad romana. El caos es caldo de cultivo para las instintos más bajos y las acciones más elevadas, y de todo habrá mientras caen cascotes por doquier, se abren grietas en el suelo y el polvo lo inunda todo. 

Los vaciados en yeso del yacimiento arqueológico.
Impresionante.

El final se salvaría si no fuera porque es de lo más previsible, visto lo visto. 

Lo de Kiefer Sutherland es una broma. Lo de Kit Harrington demuestra que su cara de palo solo es soportable cuando hace de Jon Nieve. Y es que no hay ningún actor que logre transmitir algo al espectador. Hasta el sentido del honor de Atticus resulta patético. 

Lo único bueno, que me ayudó a pasar un par de horas de un largo viaje en autobús. Lo que me lleva a pensar que tuve suerte de no verla en el cine, porque habría tirado veinte euros. 

Si todavía tienes ganas de verla, háztelo mirar.

domingo, 16 de agosto de 2015

La física de lo imposible

He descubierto un "nuevo" divulgador científico, Michio Kaku, estadounidense de origen japonés, físico teórico, formado en Harvard y Berkeley. Un señor oriental con una mata de cabello blanco al estilo del señor Miyagi, pero que en lugar de enseñar a dar cera y pulir cera se dedica a divulgar aspectos de física de interés para la futura dominación friki del mundo. 

El autor (a la derecha)

En La física de lo imposible, el doctor Kaku hace un repaso a algunos de los hechos más comunes y emblemáticos de la ciencia ficción: invisibilidad, campos de fuerza, viajes en el tiempo, teletransportación, viajes más rápidos que la luz, el concepto de hiperespacio... Vamos, lo que estamos cansados de ver y leer en nuestras series favoritas. 

Kaku utiliza un estilo sencillo y ameno. Cada capítulo está encabezado por una cita de una película o libro emblemático del género ci-fi, del que se adivina que es un gran aficionado, asi que acerca al lector desde aquello que le es familiar hasta conceptos básicos de física de alto nivel. El resultado es, sin duda, muy gratificante. 

Además del interés del libro en sí para el aficionado medio a la ciencia ficción, encuentro dos conceptos altamente atractivos. 

El primer concepto es la clasificación que hace Kaku de las diferentes "físicas imposibles":

  • Imposibilidad de tipo 1: aquella aplicación que no viola ninguna ley de la física y que se espera que sea posible para la tecnología en unos pocos decenios o siglos.
  • Imposibilidad de tipo 2: una aplicación que no viola, aparentemente, ninguna ley de la física pero que requeriría para su materialización una tecnología que dista varios milenios en el tiempo.
  • Imposibilidad de tipo 3: una aplicación que viola las leyes de la física según el conocimiento que tenemos de ellas en la actualidad. 

El segundo concepto es el de la clasificacion de hipotéticas civilizaciones de origen terrestre o extraterrestre según el grado de energía que pueden generar, ya que algunas de las aplicaciones comentadas requerirían ingentes cantidades de energía para hacerse realidad, lo que estaría al alcance de unas pocas civilizaciones. 

  • Civilización de tipo 1 es la que es capaz de aprovechar todos los recursos de un planeta.
  • Civilización de tipo 2 es la que es capaz de aprovechar todos los recursos de una estrella.
  • Civilización de tipo 3 es la que es capaz de aprovechar todos los recursos de una galaxia.




Nuestra civilización sería de broma, de tipo "0", pues aún no ha llegado al estadio que le permite aprovechar todos los recursos de nuestro planeta. Y lo que es verdaderamente impresionante es el salto de magnitud de un nivel a otro: 1.000.000.000.000 de veces el nivel energético del tipo menor. 

Michio Kaku me recuerda en muchas ocasiones a Isaac Asimov, el autor con el que crecí y llegué a apreciar el género de la ciencia ficción y de la divulgación científica. Es bueno ver que hay vida más allá del círculo asimoviano. 

Seguro que La física de lo imposible no defraudará. 



martes, 11 de agosto de 2015

47 ronin (yo no los conté)

En  largos viajes en autobús desde Gijón a Madrid da tiempo a hacer muchas cosas. Como además ahora cada pasajero dispone de una pequeña pantalla TFT en la que seleccionar películas, documentales o series, no hace falta depender de lo que ponga el conductor en el reproductor de video sino seleccionar lo que más llame la atención.

Como tenía pendiente de ver esta, La leyenda del samurai (47 ronin), me puse a ello.  



La historia está basada en una historia real de los siglos XVII - XVIII en el Japón del shogunato: el señor Asano es embrujado por su enemigo, el señor Kira, para dejarle en evidencia ante el shogun. Es luego condenado por este a cometer seppuku y, como consecuencia, los samurais que de él dependían se convierten en ronin. El señor Kira se hace cargo de la provincia de Asano y de la hija de éste. Los ronin se conjuran para vengar a su señor como último deber hacia él. 

El protagonista, Keanu Reeves, es un mestizo mitad humano y mitad criatura mágica que ha vivido en la corte del señor Asano desde que era niño, haciendo frente al desdén de los samurais. Pero como es el protagonista, la cosa cambiará cuando se den cuenta de que también el bushido es el motor de su vida. Una pena que Keanu no deje ni un momento su cara de palo y su mirada de permanente perplejidad, como si no tuviera ni idea de lo que está haciendo ahí. 


Color y brillo


En el aspecto visual, la película es brillante. Desde el vestuario hasta la luminosidad de los escenarios y paisajes. En contraste con ello, la suciedad y oscuridad del enclave holandés en el que Oishi, el lider de los ronin, debe ir a buscar al personaje de Keany Reeves. De un lado, el refinamiento oriental. Del otro, la barbarie occidental. Nada cambia, amigos. 

Como espectacular es el dragón blanco que aparece hacia el final de la película. Un Mushu (de Mulan) hipervitaminado o, mejor, como un Fuyu (de La historia interminable).

Inquietante...

Otra cosa buena es que aunque el metraje es apreciable (118 minutos), no se hace (demasiado) larga. No aburre, vamos, aunque algún que otro pasaje sí se pueda considerrar algo pesado. 

En resumen, un bien. No es para tirar cohetes, pero se deja ver.

Si Keanu dejara por un rato esa cara de palo...