domingo, 31 de enero de 2016

La flor del norte

La flor del norte es la historia de Kristina Haakonasdottir, princesa Noruega que en el siglo XIII viajó a Castilla a desposarse con uno de los hijos de Alfonso X y es la primera novela que leo de su autora, Espido Freire. 

Una novela histórica, narrada en primera persona, que comienza contando la infancia de Kristina en la helada Noruega y, a través de ella, algo de la historia de ese desconocido país. Kristina era el tesoro de la Casa de Noruega, por el que se buscaba conseguir las mejores condiciones. A una edad ya avanzada para la época, se decidió emparentar con Castilla en un período de pujanza de este reino cuyo rey incluso presentaba su candidatura a ceñir la corona imperial.


Al sur viajó Kristina acompañada de un séquito de principales de su país, atravesando Inglaterra, Francia y Aragón, donde enamoró a Jaime I. Llegó a Sevilla, lugar de la corte por aquel entonces, conoció a su marido y se casó.

Kristina intenta hacerse a unas costumbres y unas gentes muy diferentes a las que estaba acostumbrada y que la miraban por encima del hombro, aunque la llamaran doña Cristina o la flor del norte. Abandonada por sus compatriotas, de vuelta a su país, e ignorada por su marido, doña Cristina intentó llevar su casa de la mejor forma posible.

Pero Kristina enfermó de gravedad, tanto que no se podìa hacer nada por ella, muriendo en la capital andaluza a la edad de 28 años. La autora lanza la hipótesis del asesinato, aunque yo no he leído nada que la sustente, pero como hilo argumental resulta más que interesante.

Es en esta parte del libro donde cambia el tono y la autora nos descubre a una Kristina totalmente diferente a la que hemos visto hasta ese momento, explicando las motivaciones detrás de ciertos comportamientos de ella y los que la rodean. La cándida e ingenua, la siempre perfecta Kristina, se convierte en una manipuladora egoísta a la que no le importa demasiado lo que ocurra con los demás.

Un libro desigual, con un arranque lento y algo espeso pero que luego agiliza, aunque es difícil llevar la escasez de diálogo y la abundancia de descripciones. Lo mejor es el tratamiento de los personajes, muy ricos todos ellos y especialmente Kristina, con la que se empatiza hasta que descubrir cómo es en realidad es como un latigazo en la cara. Aunque, dicho sea de paso, no sabemos cuál de las dos visiones es la real.

Unos ojos para ahogarse en ellos

Me apetecía leer algo de Espido Freire. Una autora de la que siempre me llamaron la atención su pelo y sus grandes ojos. Luego la conocí en su etapa de colaboradora de programas radiofónicos, con una voz pausada y suave que parecía ir mucho con sus ojos soñadores. Hace mucho que perdí su pista, así que me alegré mucho de poder leer algo suyo.

En cualto al libro, un seis.

sábado, 23 de enero de 2016

La naturaleza salvaje de Jack London

Mi historia como lector es casi tan vieja como yo. 

Creo recordar que aprendí a leer con Mortadelo y Filemón, del gran Ibáñez. Pero pronto pasé a leer a Verne, y un poco más tarde a Asimov. No obstante, tengo grandes carencias en la lectura de clásicos como Salgari, Twain o Jack London. 

El autor

Aunque le conocía de oídas y había visto alguna adaptación de sus historias (tanto en la televisión como en la colección de Joyas Literarias Juveniles, de las que ya he hablado por aquí),  no ha sido hasta hace poco que he leído dos de sus obras más conocidas: Colmillo blanco y La quimera del oro, esta una colección de relatos cortos.

Ambas obras respiran aventura por todos sus poros, superación ante la adversidad y fascinación por los ambientes hostiles en los que los hombres deben prosperar a base de su esfuerzo, su tenacidad y su capacidad para resistir en las peores situaciones. 

Estas portadas me llevan de vuelta a la infancia


Somos testigos de lo mejor y de lo peor del género humano. El pobre Colmillo blanco ha sido maltratado desde cachorro, convirtiéndose en un mal bicho hasta que cambia de dueño y conoce el significado del cariño. En los distintos relatos de La quimera del oro, las más de las veces somos testigos de cómo hasta el mejor ser humano se convierte en desconfiado e incluso malvado asesino cuando piensa que su bienestar, su tesoro, corre peligro.

Hasta ahí bien. Nada que envidiar a otros autores que nos han llevado a descubrir parajes exóticos y culturas indómitas. 

Colmillo blanco, ya reinsertado en la sociedad

Pero lo que no me gusta en estos dos libros es un cierto aroma supremacista: el hombre blanco es mejor que el indio americano, al que se representa la mayor parte de las veces vencido por las pasiones más bajas. Siempre he defendido que resulta injusto juzgar hechos o personajes del pasado de acuerdo a un prisma actual, y resulta que London no es más racista que Burroughs (Tarzán, John Carter), Robert E. Howard o Lovecraft (este último coqueteaba incluso con los regímenes totalitarios europeos). O sea, choca, pero hay que mirarlo desde la perspectiva.

Me sorprendió que Jack London muriera con apenas cuarenta años, tuviera tendencias socialistas y que se sospeche que su muerte pudo deberse a un suicidio. 

Por lo demás, tanto Colmillo blanco como La quimera del oro entretienen, aunque a mí me gusta más Julio Verne.

sábado, 2 de enero de 2016

Episodio VII: El despertar de la fuerza

El despertar de la fuerza, el Episodio VII, la película más esperada de los últimos años. Más de 400.000 espectadores en España el mismo día de su estreno. La película que recaudó un millón de millones de euros en diez días (eso es un billón, amigos; por cosas como estas España tiene una educación tirando a mala; evidentemente recaudó un millardo y no un billón, pero es mucho pedir que los periodistas sepan la diferencia y esta es otra historia). 


Mejor no te quites la máscara, Kylo Ren

Digresiones aparte, el pasado miércoles fui al cine a verla con unos amigos. ¿El resultado? En caliente la película me gustó. En frío, me sigue gustando, pero me doy cuenta de que no es más que un remake del Episodio IV: Una nueva esperanza, con el que empezó toda esta locura que lleva casi cuarenta años y ha sobrevivido a Jar Jar Binks.

Definitivamente, me parece que este Episodio VII es mejor que cualquiera de las películas perpetradas a principios del siglo XXI (el Episodio I es deleznable y aburrida; el episodio II tiene sus momentos; el Episodio III se salva porque muestra la caída de Anakin Skywalker en el lado oscuro de una forma bastante creíble) y que solo aportarán el personaje de Obi-Wan al olimpo lucasiano.

Pero para hacer esto, JJ Abrams ha tenido que tirar de hilos familiares a todos los aficionados: Han Solo y Chewbacca, el Halcón Milenario, Leia, Luke Skywalker... Además, ha tenido que meter estos hilos familiares en una coctelera e ir tirando de argumento. Un argumento bastante trillado, por cierto (la perturbación en la fuerza; el poderoso aprendiz que sin entrenamiento hace uso de trucos jedi como el control mental; la estación espacial; el planeta helado; el planeta desértico que no es Tatooine; la taberna; la confrontación en el puente; la destrucción de planetas; el imposible blanco que deben hacer los sufridos pilotos de cazas X...). 

Abrams es astuto. En Jakku vemos los esqueletos de destructores imperiales o andadores AT-AT que nos ponen en situación. Luego vemos el Halcón Milenario, una chatarra espacial que hizo la carrera de Kessel en catorce parsecs (¿o eran doce?? aunque el parsec es una medida de distancia y no de tiempo... Luego Han Solo y Chewbacca, luego...

El tiempo pasa para todos

Y yo me dejé engañar. Me emocioné cuando el Halcón Milenario penetraba en las entrañas del destructor intentando dejar atrás al caza TIE. Me emocioné cuando Chewbacca gruñó. Me puse la venda en los ojos porque en el fondo quería que la peli me gustara. Daba igual que Harrison Ford, Mark Hamill y Carrie Fisher estén para el desguace (sobre todo Leia) y que pareciera que Han Solo tenía que tomar su pastilla sin falta. ¡Era el puñetero Han Solo! ¡El que disparó a Greedo en Mos Eisley!

De los nuevos personajes, bien Finn y Rey, pero me cuesta empatizar con Poe (demasiado canalla). Un desertor de las tropas de asalto y una chica abandonada en Jakku por "alguien" y que tiene una sensibilidad especial por la fuerza. De los malos... Kylo Ren está bien hasta que se quita la máscara y del resto apenas me acuerdo. La sombra de Darth Vader y del Emperador Palpatine sigue siendo muy alargada. 

Ya vamos por la tercera Estrella de la Muerte. Cada una es más grande que la anterior, pero en todas hay un fallo de diseño que las aboca a la destrucción. Pero si la primera acojonaba de verdad (grande Peter Cushing), la de ahora parece casi una autoparodia. 

En imdb la ponen por encima del ocho. Su falta de originalidad es preocupante, pero vista de forma independiente tiene interés y, sobre todo, planta alguna semilla para tener ganas de ver las siguientes (¿quíén es esa capitana Phasma?) Un seis alto, pero revisable en un par de años con el visionado del Episodio VIII.