jueves, 30 de marzo de 2017

Moon

Vale que Moon tiene ya la friolera de ocho años, si imdb no miente, pero es que yo la he visto a finales del año pasado aprovechando un viaje de trabajo. No sé, me echaba un poco para atrás que el director no fuera más conocido que por ser hijo de David Bowie, y que solo hubiera un personaje durante todo (o casi todo) el tiempo que dura la película. O, ya puestos, que solo reconociera al actor por ser el malo de La milla verde o Iron man 2.... Poco bagaje. 



Quizá ir con tan pocas expectativas me ayudó bastante. Aunque también hay que decir que la peli engancha. No de una forma espectacular, pero sí que se deja ver bastante bien. 

Veamos: un tal Sam Bell tiene un contrato de tres años en una instalación minera en la Luna. Está completamente solo salvo por un robot que es su compañero. Un fallo en los satélites de comunicación ha cortado su vínculo con la Tierra y no sabe nada de sus seres queridos desde hace tiempo. 

Los días pasan, monótonos, revisando los sistemas y visitando las cosechadoras para recoger los torpedos que contienen el helio-3 que se necesita en la Tierra como fuente de combustible. Su única motivación es que su contrato terminará pronto y volverá a la Tierra con una buena pensión. 

No sospecha todo lo que le va a ocurrir y que le llevará a descubrir que, en realidad, no está tan solo como creía. 

Y hasta aquí puedo leer sin destripar la película, lo que no me gustaría. Solo decir que lo de los tres años de servicio tiene un porqué y que éste me parece que tiene un punto macabro. 

No me canso de ver fotos de ese frágil punto azul


Una de las mejores cosas de la peli es que el metraje, para lo que se estila, no es excesivo: apenas hora y media incluyendo los créditos. Ideal para ver de un tirón en un hueco que tengas. 

Una de las peores cosas de la peli es que se adivina demasiado pronto el meollo de la cuestión, una vez descartados problemas psicológicos del personaje (quizá ese giro le hubiese dado un punto más de interés, quizá no). 

En todo caso, un notable bajo. No me pareció para tanto como para darle el 7,9 que tiene hoy en imdb.

martes, 28 de marzo de 2017

22 de noviembre de 1963

A pesar de lo que pudiera parecer, no estamos de efemérides.

22/11/63 es el título de una interesante novela de Stephen King, el chef de los best-sellers por antonomasia. En esta ocasión, el argumento me tocó la fibra: si pudieras impedir el asesinato de JKF, ¿qué harías?

Dos caras de una moneda

El protagonista, como siempre o casi siempre en los libros de Esteban, una persona normal: un profesor de literatura en un instituto del este de Estados Unidos. De un modo casual, en el restaurante donde ha comido decenas de veces, el dueño le hace partícipe de un descubrimiento asombroso: un pasaje al pasado, siempre al mismo momento de la década de los cincuenta. 

Este pasaje tiene una particularidad: el tiempo que el viajero está en el pasado pasa de verdad, pero cuando vuelve al presente, apenas han pasado unos minutos con independencia de las horas, días, meses o años. ¿Curioso, no?

Entonces el dueño del restaurante hace la famosa pregunta al protagonista, que se devana los sesos sopesando pros y contras y se decide a dar el salto al pasado armado con una fe inquebrantable y un anuario deportivo que le ayudará a ganar un dinerito extra. 

Pasa el tiempo (en el pasado) mientras se desplaza desde el Este de los Estados Unidos hasta las cercanías de Dallas, persiguiendo la sombra de Lee Harvey Oswald y de su mujer rusa. Durante esos años se abrirá al amor en la figura de una joven que conoce mientras pasa un curso escolar dando clases en un instituto del centro del país, pero el deber será más fuerte que la perspectiva de una vida tranquila, aunque sea en un tiempo que no es el suyo.

Este tío sí que da miedito


Amigos, el pasado se resiste a ser cambiado, así que sucederán peripecias de grueso calibre que pondrán en riesgo su vida, hasta que llega el momento en que deberá dar lo mejor de sí mismo. La sensación final será agridulce, pero el remate será la vuelta al futuro...

¿Cómo afectan al futuro nuestras acciones en el pasado? Otro tema interesante...

Como siempre, 22/11/63 es un libro de fácil lectura. Apasiona hasta en los detalles más cotidianos y las páginas pasan como una exhalación. Pero, a diferencia de otros libros de King, este me ha gustado más aunque el final me parece precipitado en exceso para la cantidad de páginas que hay que dar la vuelta antes de llegar a él.

Un libro recomendable. Un siete alto.

sábado, 18 de marzo de 2017

D&D 5.0

Hace unos años de la terrible D&D 4.0. "No es D&D, no es rol" dije entonces, asqueado por una edición que destrozaba el juego con el que empecé en esto del rol y que lo ponía al nivel de un WOW de tablero. 

Hace algo así como un par de años salió D&D 5.0 (sí, así soy, comentando temas de la más rabiosa actualidad), que vino a reconciliarme con el decano de los juegos de rol, publicado por Wizards of the Coast.

¡Te dije que no tocaras esa palanca!

Como de costumbre, tres libros básicos: Manual del Jugador, Manual del Dungeon Master, Manual de Monstruos. Como de costumbre, un dineral: cerca de 150 eurapios en conjunto. Añadamos también la novedad de la caja de iniciación, con unos libretos muy interesantes, un juego de dados y una aventura (Lost Mine of Phandelver), que no resulta habitual últimamente en D&D. 

Sí, estoy reconciliado. D&D 5.0 se parece poco o nada a la olvidable edición anterior y viene a ser algo a medio camino entre AD&D y D&D 3.0 - 3.5. Lo que también es un acierto, porque reduce en gran medida el número de feats disponibles, que con tanto suplemento había llegado a ser prácticamente inmanejable a la hora de ponerse a crear un personaje y jugar. Reconozcámoslo: se nos había ido de las manos. 

En cambio D&D 5.0 dispone de un número de opciones adecuado para personalizar el personaje sin volverse loco por el camino. Digamos que es más jugable, sobre todo a niveles altos, presumo. 

La mecánica de juego es bastante similar a lo que estamos acostumbrados, añadiendo el concento de "descanso corto", en el que el grupo de PJs puede recuperar recursos sin necesidad de descansar durante ocho horas de tiempo de juego. Aunque, por supuesto, sigue siendo necesario acampar y reponer fuerzas, conjuros, puntos de vida y demás.

Tiamat en todo su esplendor


Probamos la aventura de la caja de iniciación, Lost mine of Phandelver, pero fue un desastre. No por la aventura en sí, sino por el cúmulo de despropósitos del grupo de PJs que llevaron a su aniquilación cuando apenas habíamos comenzado a calentar. Pero bueno, lo poco que jugamos me gustó.

Lo peor, la decisión de WotC de no licenciar el juego en castellano. O sea, que hay que jugarlo en el idioma de Shakespeare. A mí no me supone un problema, pero soy consciente de que a muchos aficionados sí lo es. Y esas dificultades repercutirán sin duda en sus ventas.

El balance es positivo. Me ha gustado mucho y es infinitamente mejor que la edición anterior, una edición que nos podíamos haber ahorrado (la editorial de imprimirla y yo de comprarla).

sábado, 4 de marzo de 2017

Tarantino desencadenado

Lo diré al principio, para que nadie se lleve a engaño: no soy yo mucho de Tarantino. Hay muchas películas que no he visto (Reservoir dogs o Kill Bill, por ejemplo y sin ir más lejos). 

¿Entonces?

Es que todo el mundo habla bien de él, a todo el mundo le gusta su cine y he querido volver a probar... El resultado fue, bueno... hay cosas buenas y cosas malas...



Empecemos con Malditos bastardos

Tiene grandes momentos, como el comienzo, que es brutal y permite ya desde el inicio descubrir esa joya del personaje (y actor) Christopher Waltz. Muy de Tarantino, grandes diálogos, un mal bicho... Es uno de esos personajes (y actores) que puede pasar a la Historia del cine. 

Brad Pitt tampoco está mal, y una pena lo poco que dura Michael Fassbender. Y Diane Krüger, que casi se me olvida. Después de Troya le perdí la pista a esta señora. 

A veces parece que Malditos bastardos no se toma en serio a sí misma, que es una parodia del género bélico. Seguramente lo sea, pero yo no tengo paladar para saborear las segundas, terceras o cuartas lecturas que los exégetas de Tarantino puedan hacer de sus películas. 

¿Quiere hacer usted uso del comodín de la llamada, quizás?


Django desencadenado también tiene sus momentos. Además de Christopher Waltz (gracias, Dios mío) y un más que correcto Jamie Foxx, he de reconocer que Leonardo Di Caprio está gigante en su papel de esclavista odioso, siendo sus escenas con Waltz de lo mejor de la película. 

Reconozco también que me reí mucho con las desventuras de la banda del Klan y los capirotes hechos a mano y que tiene grandes momentos. Samuel L. Jackson es también un regalo que hay que disfrutar, pero la ensalada de tiros y el baño de sangre del final fue superior a mis fuerzas. Lo reconozco, dejé de ver como los últimos veinte minutos. 



Como resumen, diría que agradezco a Tarantino el descubrir a Christopher Waltz, que tiene diálogos dignos de escuchar una y otra vez (más que nada por la aparente poca relación con los hechos que tienen y la ida de olla que suponen). Supongo que es un maestro en lo suyo, pero no está hecho para mí. O yo no estoy hecho para él, más bien. 


¿Un negro dormir en la casa grande?


Tarantino es para los tarantinianos, lo tengo claro. Pero para poder hablar hay que experimentar...