domingo, 23 de abril de 2017

El discurso del rey

El discurso del rey narra cómo el rey Jorge VI supera sus problemas de dicción y tartamudez en una época crucial para su pueblo. 

Rey por una carambola del destino, cuando su hermano Eduardo abdicó para poder vivir con su esposa, la diletante divorciada estadounidense Wallis Simpson en 1936. Azares del destino que también le obligarían a vivir los momentos más duros del Reino Unido durante toda su Historia, luchando por su supervivencia durante la Segunda Guerra Mundial. 



Pero resulta que el rey Jorge tenía ciertos problemas para hablar en público. Y en una época en que la radio resultaba el único medio de comunicación de masas, el Rey debía, cuando las circunstancias lo requerían, dirigirse a la Nación. Así que, por así decirlo, la cosa estaba cruda. 

Ahí es donde entra en escena Lionel Logue, un doctor especializado en reconducir estas situaciones, al parecer con gran éxito. La reina consorte Isabel haciéndose pasar por otra persona, concierta una cita entre el futuro monarca y el logopeda. 

Al principio Bertie (diminutivo de Alberto, verdadero nombre de Jorge VI) se muestra desconcertado por los peculiares métodos de Lionel. Pero éste había dado con el verdadero motivo de las dificultades en el habla de Bertie. Eso sería mucho más fácil que hacerle ver lo que tenía que hacer para evitarlo y controlarlo. 

Todo eso con la ceremonia de la Coronación en mente, y después el mensaje que dirigió a la Nación con ocasión de la entrada del Reino Unido en la Segunda Guerra Mundial. 


Una vez más, Berti4, desde el principio: en un lugar de La Mancha...


El discurso del rey es una gran película con grandes actores. Una película sencilla, con actuaciones sencillas, pero que hacen más grande la película. Me recuerda poderosamente a La ladrona de libros, por ejemplo.

Colin Firth, Helena Bonham - Carter, Guy Pierce, mi admirado Derek Jacobi.... Pero por encima de todos, Geoffrey Rush. Grande, desde El sastre de Panamá hasta su capitán Barbossa de Piratas del Caribe.  O el Hans Hubermann de La ladrona de libros. Un actor imprescindible desde hace años que eclipsa a todos en esta cinta. 

Adaptación al teatro


Por ponerle un pero, quizá resulta demasiado épica en el sentido de modificar los hechos reales, ya que la relación profesional comenzó antes de lo que indica la película, y demasiado edulcorada la relación de amistad entre Bertie y Lionel. 

Una película de notable alto.

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