domingo, 22 de abril de 2018

Juego de Tronos (T7)

La séptima temporada de Juego de Tronos es rara. Lo es porque es más corta que las demás, apenas siete episodios algo más largos de lo normal hasta alcanzar una extensión aproximada de una hora. Pero también es rara porque la serie cambia de concepto: lo que era hasta (e incluyendo) la T6 una serie en la que las diferentes tramas y el desarrollo de los personajes era no solo su base sino una de sus señas de identidad, se convierte por necesidad de ir cerrando tramas en una carrera hacia adelante, en ocasiones alocada.



La T7 arranca con Jon Nieve asentado como Rey en el Norte, Cersei en Desembarco del Rey con algún problema más y con Daenerys de la Tormenta cruzando el mar con sus dothraki y sus dragones. O sea, que hay un lío de tres pares de narices entre tres ramas, aparentemente irreconciliables, de Poniente. Y el reto de mantener el nivelazo que el final de la T6 nos dejó, por todo lo alto.

Jon será el primero que dé el paso adelante y trate de llegar a un acuerdo, primero con Daenerys y, luego, también con Cersei. Quizá porque es el único que ha estado Más Allá del Muro y sabe a lo que se enfrenta, es capaz de sacrificar su posición y su vida por un bien mayor. Quizá por eso también es capaz de proponer una alianza con Cersei, a pesar de todo lo suscendido hasta entonces. Porque Jon Nieve sí que sabe quién es el verdadero enemigo.



Efectivamente, Juego de Tronos muta en una especie de Walking Dead con frío. La toma de conciencia de que esto va más allá de lo que se pensaba y que lo que se cuece es, nada más ni nada menos, una guerra entre los vivos y los muertos.

Hablábamos antes del cambio que ha dado la serie y que ha sido la comidilla en redes sociales. Las elipsis de tiempo que se han visto obligados a realizar han dado resultados en apariencia poco realistas (bueno, ahora que lo pienso, no solo en apariencia... la rapidez del rescate de Jon Nieve y sus alegres compañeros es sospechosa, aunque sean dragones los que van en su busca).

No solo eso. Algunas tramas son, cuando menos, ridículas y parecen una voltereta arriesgada. Sin ir mas lejos, la expedición Más Allá del Muro, que se parece más aun módulo de D&D, en busca de un especimen "vivo" de muerto viviente que mostrar a Cersei para ablandarla, tiene más bien poco sentido. Más si vemos las tremendas consecuencias que un hecho tan "de baja intensidad" ha tenido en el transcurrir de la historia.



Por otra parte, se cierran algunas tramas de forma más o menos satisfactoria: la vuelta de Arya a Invernalia; el futuro de Meñique; la Rosa de Espinas.... En esto, la serie no defrauda, deja ver lo que quiere y nos muestra la realidad en golpes de efecto que dejan la boca abierta.

Parece ser que la T8 se hará de rogar. Serán solo seis capítulos para cerrar una historia magna y una de las series más alabadas de la televisión de los últimos tiempos. ¿Será un cierre satisfactorio? Solo el tiempo lo dirá, pero ya se está hablando de series paralelas que quizá estiren el éxito un poco más.

Si queremos, la T7 es un notable alto. Casi, casi, un sobresaliente.

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